Monthly Archives: marzo 2012

MG: LA SALA MOZART SE APUNTA AL ROCK CON MANOLO GARCÍA

Manolo García deleitó anoche a una sala Mozart del Auditorio de Zaragoza llena en el primero de los dos conciertos que ofrece en la capital aragonesa (hoy vuelve a actuar, a las 21.30 horas) para presentar su último trabajo discográfico Los días intactos, en el que el artista ha sacado su lado más roquero. Después de una carrera cargada de temas de pop rock, en esta nueva creación el de Poble Nou (Barcelona) ha apostado más por el sonido contundente de las guitarras. Durante el concierto, el músico catalán intercaló canciones de su último cedé con grandes clásicos de su carrera, acompañado por siete músicos sobre el escenario de la Mozart. Las entradas para el concierto que ofrecerá esta noche Manolo García están agotadas.

Fuente: El Periódico de Aragón – ENLACE

MG: Manolo García se ha puesto el listón muy alto para su próximo disco, ‘Los días intactos’

Se convirtió el día de su lanzamiento en disco de platino y actualmente está cerca de alcanzar el triple disco de platino.Como casi todo lo que toca, su último disco también se ha convertido, metafóricamente, en oro. Porque en estos tiempos inciertos para la música, de piratería y falta de respeto al sector –según denuncian los profesionales– Los días intactos está a punto de alcanzar el triple disco de platino. Escuchar Los días intactos es al oído lo que contemplar uno de los dibujos de García, a la vista. Se reconoce al compositor en cada acorde, y al pintor en cada trazo. Artista en el más amplio sentido de la palabra, García ha querido darle un valor añadido a Los días intactos con la publicación de El fruto de la rama más alta, un libro que contiene escritos, dibujos y pinturas de los últimos años realizados por Manolo García, además de las letras del nuevo álbum.

extensa entrevista completa.
Como casi todo lo que toca, su último disco también se ha convertido, metafóricamente, en oro. Porque en estos tiempos inciertos para la música, de piratería y falta de respeto al sector –según denuncian los profesionales– Los días intactos está a punto de alcanzar el triple disco de platino.
Escuchar Los días intactos es al oído lo que contemplar uno de los dibujos de García, a la vista. Se reconoce al compositor en cada acorde, y al pintor en cada trazo. Artista en el más amplio sentido de la palabra, García ha querido darle un valor añadido a Los días intactos con la publicación de El fruto de la rama más alta, un libro que contiene escritos, dibujos y pinturas de los últimos años realizados por Manolo García, además de las letras del nuevo álbum.
Optimista y siempre amable, este rockero de 56 años transmite seguridad en uno mismo, pero desde la humildad. Con sus palabras nos confiesa el miedo que subyace detrás de cada disco a la derrota, pero su mirada lo desmiente. Tal vez porque confía en su público. O en su disco. Tal vez porque sabe haber dado lo mejor de sí en este proceso de creación y tiene la conciencia tranquila. Quizás, porque “me he ido haciendo como persona a base de fracasos y fracasos” y su experiencia le ha enseñado que también de la derrota algo se puede aprender, asegura.
Con una ilusión más propia de un primer disco, el autor de Para que no se duerman mis sentidos (2004), Nunca el tiempo es perdido (2001) y Arena en los bolsillos (1998) defiende Los días intactos como el mejor de su trayectoria –“y ya son 17”, puntualiza–. Aunque reconoce esta sensación, porque “la tengo en cada disco, siempre pienso que es con el que mejor me lo estoy pasando”.
Pregunta. ¿Por qué el nombre ‘Los días intactos’?
Respuesta. Lo titulo así porque a mí me gusta que sean así los días. Busco la emoción al despertar, que el día sea una sorpresa. Elijo ser feliz, pero no en el espectro amplio del término, sino caminar, respirar y disfrutar de ello.
P. ¿Qué va a encontrar su público en este disco?
R. Van a encontrar ilusión y curiosidad. El disco se compone de 14 canciones y tres bonus track, y yo habría metido más, pero no he querido ponerme pesado (ríe). Han sido muchas horas de trabajo y disfrute, de trabajo en equipo con unos músicos con los que yo siempre había querido trabajar; ha sido como la carta a los Reyes.
P. ¿Cómo es su proceso de creación?
R. El vivir es mi entrenamiento, mi inspiración. Yo salgo del cine, porque yo voy al cine, me da igual que se estén cerrando –puntualiza– y salgo del cine emocionado por una película estupenda y me ha despertado el sentido, parafraseándome a mí mismo, y esa emotividad puntual me ha levantado el día.
P. Tantos años en la profesión, ¿y sigue existiendo el gusanillo del directo?
R. No se supera nunca. Decir que lo he superado sería mentir. Soy humano, también tengo mis temores, aunque intento enfrentarme a ellos cara a cara y no escapar. En el caso de los discos, lo hemos hecho con ilusión, y son muhcas horas, sería una decepción muy grande que no gustara. Es decir, sí hay un poquito de vértigo, pero muy superable, también la vida te prepara y te da herramientas para decir: bueno, soy una persona igual que otros, y todos nos caemos y nos levantamos. Sería absurdo pretender que todo fuera un 10 y que todo fuera perfecto, porque la vida te lleva a situaciones y un fracaso es un fracaso. Lo primero al hacer un disco es que me guste a mí, porque eso lo he conseguido. ¿Que no gusta? ¡Oh, qué pena! Pues voy a hacer otro que os va a gustar.
Entender el paso del tiempo
Para García es importante entender el paso del tiempo sin sufrirlo, pero es mejor hacerlo cuando aún eres joven. Lo único que le diferencia del Manolo García de hace 20 años es que “estoy atontalinao, pero un poco menos que antes. Hay que madurar, pero disimulándolo, porque madurar mucho significa que te vas a caer pronto del árbol.”.
P. Es artista en el más amplio sentido de la palabra. Si Manolo García no se hubiera dedicado a la música, ¿a qué se habría dedicado?
R. A la pintura. Yo empecé a estudiar Artes aplicadas, luego Diseño y me di cuenta de que el diseño estaba muy relacionado con la publicidad que es algo que detesto, no me gusta con todos mis respetos. Pero he seguido formándome en el mundo de la pintura, recibiendo clases. Pintor no soy, porque no me gano la vida con ello, pero de alma, de corazón, sí. Allá donde voy, siempre estoy pintando, captando colores, formas, matices, mensajes, un brillo de un coche, una puesta de sol… En total son unos 60 o 70 cuadros y más de 500 dibujos los que he podido hacer.
P. Si ‘Los días intactos’ fuera una pintura, ¿cuál sería?
R. ¡Qué bonito esto!, ¡qué ejercicio más chulo! Alguna pintura de Gauguin, de Los Mares del Sur, con mucho color y buscando la libertad que queremos conseguir y nadie consigue realmente, pero buscarla.
P. Y si hubiera nacido en otra época, ¿quién habrías sido?
R. Lo tengo clarísimo. Un indígena. Estoy tocado por el mundo del cómic, y el primer libro que me regalaron, que fue una prima mía, fue Vidas de grandes jefes indios. Ese libro me impactó, porque contaba el devenir de los acontecimientos de las últimas tribus indias de América, y luego con el tiempo yo he leído mucho, me ha gustado mucho la parte antropológica de la américa precolombina, colonial, américa del norte y esas tribus que siguen machacando en el Amazonas las multinacionales para sacar madera, y ya luchaban por esa independencia y esa defensa de sus territorios. Antes de que llegase el hombre blanco yo habría querido ser un indígena como ellos, hubiese sido el hechicero, el que cantaba, el que hacía las danzas, pero buscando siempre una naturaleza intacta y una vida natural. El buen salvaje.
P. Y siendo así, ¿cómo llevas ser tan conocido?
R. He conseguido llevarlo bien, y con algo muy sencillo: no darle más importancia a mi vida que a mis canciones. Porque finalmente eso es lo importante. La otra parte no solo no la he potenciado, sino que la he ocultado un poco. Tampoco hay nada que ocultar, es decir, no soy de marte, no tengo una vida estrambótica.
P. ¿En qué grupos españoles dejaría tranquilo el futuro de la música española?
R. La escena indie es la que puede dar el revulsivo, y puede dar el paso hacia las masas, pero sin perder el potencial de autenticidad. No hay que prostituirse ni cambiar el discurso. Ahí está el futuro. Sólo me duele una cosa, que al final en los carteles siempre está más grande la marca de la cerveza que la de las bandas.
Maite Herrero
Optimista y siempre amable, este rockero de 56 años transmite seguridad en uno mismo, pero desde la humildad. Con sus palabras nos confiesa el miedo que subyace detrás de cada disco a la derrota, pero su mirada lo desmiente. Tal vez porque confía en su público. O en su disco. Tal vez porque sabe haber dado lo mejor de sí en este proceso de creación y tiene la conciencia tranquila. Quizás, porque “me he ido haciendo como persona a base de fracasos y fracasos” y su experiencia le ha enseñado que también de la derrota algo se puede aprender, asegura.

Con una ilusión más propia de un primer disco, el autor de Para que no se duerman mis sentidos (2004), Nunca el tiempo es perdido (2001) y Arena en los bolsillos (1998) defiende Los días intactos como el mejor de su trayectoria –“y ya son 17”, puntualiza–. Aunque reconoce esta sensación, porque “la tengo en cada disco, siempre pienso que es con el que mejor me lo estoy pasando”.

Pregunta. ¿Por qué el nombre ‘Los días intactos’?

Respuesta. Lo titulo así porque a mí me gusta que sean así los días. Busco la emoción al despertar, que el día sea una sorpresa. Elijo ser feliz, pero no en el espectro amplio del término, sino caminar, respirar y disfrutar de ello.

P. ¿Qué va a encontrar su público en este disco?

R. Van a encontrar ilusión y curiosidad. El disco se compone de 14 canciones y tres bonus track, y yo habría metido más, pero no he querido ponerme pesado (ríe). Han sido muchas horas de trabajo y disfrute, de trabajo en equipo con unos músicos con los que yo siempre había querido trabajar; ha sido como la carta a los Reyes.

P. ¿Cómo es su proceso de creación?

R. El vivir es mi entrenamiento, mi inspiración. Yo salgo del cine, porque yo voy al cine, me da igual que se estén cerrando –puntualiza– y salgo del cine emocionado por una película estupenda y me ha despertado el sentido, parafraseándome a mí mismo, y esa emotividad puntual me ha levantado el día.

P. Tantos años en la profesión, ¿y sigue existiendo el gusanillo del directo?

R. No se supera nunca. Decir que lo he superado sería mentir. Soy humano, también tengo mis temores, aunque intento enfrentarme a ellos cara a cara y no escapar. En el caso de los discos, lo hemos hecho con ilusión, y son muhcas horas, sería una decepción muy grande que no gustara. Es decir, sí hay un poquito de vértigo, pero muy superable, también la vida te prepara y te da herramientas para decir: bueno, soy una persona igual que otros, y todos nos caemos y nos levantamos. Sería absurdo pretender que todo fuera un 10 y que todo fuera perfecto, porque la vida te lleva a situaciones y un fracaso es un fracaso. Lo primero al hacer un disco es que me guste a mí, porque eso lo he conseguido. ¿Que no gusta? ¡Oh, qué pena! Pues voy a hacer otro que os va a gustar.

Entender el paso del tiempo

Para García es importante entender el paso del tiempo sin sufrirlo, pero es mejor hacerlo cuando aún eres joven. Lo único que le diferencia del Manolo García de hace 20 años es que “estoy atontalinao, pero un poco menos que antes. Hay que madurar, pero disimulándolo, porque madurar mucho significa que te vas a caer pronto del árbol.”.

P. Es artista en el más amplio sentido de la palabra. Si Manolo García no se hubiera dedicado a la música, ¿a qué se habría dedicado?

R. A la pintura. Yo empecé a estudiar Artes aplicadas, luego Diseño y me di cuenta de que el diseño estaba muy relacionado con la publicidad que es algo que detesto, no me gusta con todos mis respetos. Pero he seguido formándome en el mundo de la pintura, recibiendo clases. Pintor no soy, porque no me gano la vida con ello, pero de alma, de corazón, sí. Allá donde voy, siempre estoy pintando, captando colores, formas, matices, mensajes, un brillo de un coche, una puesta de sol… En total son unos 60 o 70 cuadros y más de 500 dibujos los que he podido hacer.

P. Si ‘Los días intactos’ fuera una pintura, ¿cuál sería?

R. ¡Qué bonito esto!, ¡qué ejercicio más chulo! Alguna pintura de Gauguin, de Los Mares del Sur, con mucho color y buscando la libertad que queremos conseguir y nadie consigue realmente, pero buscarla.

P. Y si hubiera nacido en otra época, ¿quién habrías sido?

R. Lo tengo clarísimo. Un indígena. Estoy tocado por el mundo del cómic, y el primer libro que me regalaron, que fue una prima mía, fue Vidas de grandes jefes indios. Ese libro me impactó, porque contaba el devenir de los acontecimientos de las últimas tribus indias de América, y luego con el tiempo yo he leído mucho, me ha gustado mucho la parte antropológica de la américa precolombina, colonial, américa del norte y esas tribus que siguen machacando en el Amazonas las multinacionales para sacar madera, y ya luchaban por esa independencia y esa defensa de sus territorios. Antes de que llegase el hombre blanco yo habría querido ser un indígena como ellos, hubiese sido el hechicero, el que cantaba, el que hacía las danzas, pero buscando siempre una naturaleza intacta y una vida natural. El buen salvaje.

P. Y siendo así, ¿cómo llevas ser tan conocido?

R. He conseguido llevarlo bien, y con algo muy sencillo: no darle más importancia a mi vida que a mis canciones. Porque finalmente eso es lo importante. La otra parte no solo no la he potenciado, sino que la he ocultado un poco. Tampoco hay nada que ocultar, es decir, no soy de marte, no tengo una vida estrambótica.

P. ¿En qué grupos españoles dejaría tranquilo el futuro de la música española?

R. La escena indie es la que puede dar el revulsivo, y puede dar el paso hacia las masas, pero sin perder el potencial de autenticidad. No hay que prostituirse ni cambiar el discurso. Ahí está el futuro. Sólo me duele una cosa, que al final en los carteles siempre está más grande la marca de la cerveza que la de las bandas.

Fuente: Gacetas Locales – ENLACE

MG: «Es difícil que la crisisis te dé canciones»

Manolo García presenta esta noche en Zaragoza su disco ‘Los días intactos’  con un concierto que hará doblete mañana.

El teléfono de Manolo García no para de comunicar. Está promocionando la gira de su último disco ‘Los días intactos’, un trabajo que presenta esta noche en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza. Mañana hará doblete y ya no quedan entradas para ambos conciertos. Por fin, logramos hablar con él una hora después de la cita concertada inicialmente y descuelga derrochando amabilidad.

¿Hola? Su móvil echa humo. Sí, va a estallar (risas).

¿Podemos hablar ahora? Claro, perdona. Acabo de hacer una entrevista de una hora.

Cuénteme cómo es su último disco. He querido hacer un trabajo rockero, optimisma y alegre para escapar del actual mensaje social de que todo está fatal. Son historias que han colmado mi paciencia.

¿Está harto de la crisis? Lo que pasa es que a los ciudadanos nos bombardean a mensajes negativos y acabamos pagando los errores de los demás.

Usted es pintor, poeta y además canta. ¿Su creatividad le permite sacar algo positivo de todo esto? Es difícil que la crisis te dé canciones. Tal vez de la rabia y el enfado sí que se puedan sacar emociones. Son un motor para la creación.

¿De dónde surgen sus ideas? De la vida, del día a día y de callejear. Me gusta adentrarme en mundos diferentes y soy un aprendiz de todo.

De su último dísco, ¿cuál es su canción favorita? Estoy enamorado de todas, pero siempre hay alguna. Puede que sea ‘Todos amamos desesperadamente’ o ‘Compasión y silencio… Bueno, pon la de ‘Estoy alegre’.

¿Y la de toda su carrera musical? Tengo muchas favoritas, pero es ‘Como quien da un refresco’.

¿Cómo ha evolucionado Manolo García como músico? Con bastante parsimonia y lentitud. Aprendiendo y mejorando. Frenando los errores y potenciando los aciertos. He hecho pocos discos desde que se disolvió El Último de la Fila. Me he tomado mi tiempo porque me ha interesado más la calidad que la cantidad. Y en los últimos 14 años he publicado cinco discos. Me he dejado llevar como he querido.

Y el éxito, ¿le ha cambiado como persona? En lo esencial no. El éxito social, por llamarlo de alguna manera, me llegó un poco tarde. Ya era como era y en lo esencial no he cambiado. Pero sí me he hecho un poco más introvertido.

¿Es usted tímido? Soy una persona bastante discreta y la lié al meterme en este berenjenal. Pero lo llevo bastante bien.

Hablando de discreción, usted dice desde su página web (www.manolo-garcia.com) que hay quien utiliza su identidad en Facebook y que eso le molesta. Yo no tengo ningún Facebook. No hay un Facebook oficial de Manolo García, pero utilizan mi nombre y engañan a la gente que piensa que esa es una manera de contactar conmigo. Lo correcto sería que se identificaran como ‘Personas que queremos hablar de Manolo García’. Es un engaño y eso me entristece.

No se ponga triste, que los conciertos de Zaragoza prometenaré un repaso de mi último disco y ofreceré unas cuantas versiones de algunos temas. Versiones reconocibles, que nadie se asuste. Me acompañan ocho músicos que salen muy ilusionados al escenario cada noche.

¿Se dará una vuelta por Zaragoza? Estoy deseando callejear por la ciudad. Me perderé por la plaza del Pilar y haré algunas fotos.

UNA LARGA CARRERA MUSICAL

El Último de la Fila
Este cantante grabó sus primeras canciones con grupos como Los Rápidos y Los Burros. Alcanzó el éxito con El Último de la Fila y desde 1998 canta en solitario.
Como solista
Como solita ha publicado cinco discos: ‘Arena en los bolsillos’, ‘Nunca el tiempo es perdido’, ‘Para que no se duerman mis sentidos, ‘Saldremos a la lluvia’ y ‘Los días intactos’.

Fuente: Qué Aragón – ENLACE

MG: «El mundo me disloca, por eso necesito aportar mi granito de arena»

–Vuelve tres años después presentando su álbum Los días intactos, ¿también intacto?

–Intacto no queda nadie, ni nada al paso del tiempo, pero estoy bastante entero. Respecto a la música, tras muchos años de profesión no solo estoy intacto sino que mi pasión ha aumentado. En la música siempre vas descubriendo cosas nuevas de otros artistas, otros músico y en posibilidades tuyas. Además sigo disfrutando cada vez que salgo al escenario y me lo paso genial viendo a la gente contenta escuchando mis canciones.

–En este disco continúa con sus canciones intimistas, pero se aprecia un toque diferente…

–Así es, trae un poco más de rock and roll. Mis gustos musicales casi siempre han ido por otro lado a lo que yo he mostrado. Siempre me ha gustado la música más rockera, más dura, y yo he hecho discos más amables de pop, pop rock. Sin embargo en este disco de manera más natural me ha salido el lado más rockero con guitarras más afiladas, estridentes y dinámicas. Estoy contento porque significa que esta capacidad de ir mutando no ha decaído

–Y cuenta por primera vez con una colaboración, Ivette Nadal…

–Sí, es una cantante catalana. Escuché un par de discos suyos y al verla en directo le ofrecí cantar conmigo. No soy muy amigos de los duetos, pero siempre prefiero hacerlo con músicos que están empezando que con gente consagrada. No sé si será un empujón, si lo es yo encantado porque la gente joven tiene que tirar adelanta y trabajar muy duro.

–Al salir el álbum fue directamente disco de platino y ha estado muchas semanas número uno en ventas, ¿cómo lo hace?

–No se puede controlar que un disco guste, puedes forzar el márketing y hacer promociones y quizás habrá gente más despistada que lo compre, pero si no gusta no gusta. Yo tuve la suerte de que gustó y el boca a oreja hizo que se extendiese como una mancha de aceite. Es muy satisfactorio que tras dos años de trabajo esté gustando tanto.

–Además del disco también acaba de publicar el libro La rama más alta, ¿qué es?

–Son textos que me sobraban de las canciones, cosas que he ido escribiendo y que no me han gustado como canciones al componer los primeros acordes, pero que no me disgustaban como escritos y reflexiones y los he ido guardando a lo largo de los año.

–Y no solo maneja los acordes y la pluma, también el pincel y ahora expone sus obras en Madrid…

–También he querido juntarlo todo a la vez porque son las tres tareas que yo voy realizando siempre paralelamente. El arte es mi forma de vida y como artista me apetecía mostrarlo. Los cuadros son el producto de estos últimos años de mi vida y ahí reflejo mis inquietudes o anhelos. Soy un pintor onírico. Hago mundos de sueño quebrados y extraños que me salen solos, sin pensarlos, porque una de las cosas que más detesto es la rutina por eso siempre pinto cosas diferentes.

–El nombre de la exposición es Apuntes de campo de un escéptico participativo, ¿así se define?

–Sí, soy algo contradictorio en ese sentido. El mundo y sus aconteceres me dislocan, y por eso tengo la necesidad de aportar mi granito de arena de la manera más inocente y más necesaria para mí, compartiendo mis inquietudes. Es por eso que muestro mis escritos, dibujos y canciones, para conectar con las personas que tienen las mismas fobias que yo y así siento que no estoy solo, que somos muchos.

–¿Cuál es su reto ahora?

–Más allá de esto yo me centro en la música y no fallar en los concierto es el reto mayor. Si el disco esta gustando tengo que lograr que se materialice cada noche y que ese gusto por las canciones crezca todavía más al escucharlas en directo durante la gira.

–Aún así agota todas las entradas, como ha ocurrido en Zaragoza, ¿cómo se siente?

–No me confío, eso no debe hacerlo ningún artista. Yo me quedo con la sensación de que no puedo fallar, hay que hacerlo bien porque el público ha confiado mucho en mí.

— Y ¿cómo lo hará hoy y mañana en la sala Mozart?

–Llegaré junto a siete músicos con la pretensión de encandilar. Siempre le echamos muchas ganas y, aunque la gente pueda creer que como estamos de gira cada concierto es igual y se hace de una forma maquinal, no es cierto. Esta noche se verán a unos locos de la música cargados de energía. Lo mismo que ocurrirá el viernes. Intentamos que nadie note que la noche anterior estábamos en otro concierto. Cada concierto es único y lo hacemos como si fuese el primero y el último.

–¿Le gusta actuar en Zaragoza?

–Me encanta. Es un publico familiar ya que he estado muchas veces, en diferentes formatos y espacios. Conozco al publico y no solo al de Zaragoza, también al de Huesca y Teruel. Algunos ya son amigos personales y hoy será un reencuentro.

Fuente: El Periódico de Aragón – ENLACE

MG: Manolo García, una gira nada teatral

Las cosas importantes se sostienen solas, sin necesidad de asideros adicionales ni refuerzos añadidos. Cuando el andamiaje nunca amenaza zozobra y los cimientos hace ya muchos años que están reafirmados, la estructura se solidifica y se alza ante los ojos del incrédulo incluso por encima de su verdadero valor. Con esto no queremos decir que el directo de un artista total como el que aquí retratamos no merezca adjetivos elevados, todo lo contrario, lo que intentamos explicar, a duras penas resumido en estas líneas, es el por qué de su grandeza escénica y su reincidencia en el intento de convertir la sencillez en barroca proximidad. Su a veces exagerada lírica, su envoltorio mestizo, su empeño por hablarnos de tiempos antiguos, casi medievales, amores perdidos o soñados, colores crepusculares e imaginación a raudales, nos hacen pensar que su propuesta sonora, por mucho que a algunos le resulte manida, reiterativa o simplemente obvia, aún sigue levantando al público de las plateas elegidas para esta “gira teatral” que nada tiene de impostura o artificio, más bien al contrario, es la constatación de la sinceridad de un creador de largo recorrido mano a mano con sus canciones y su audiencia.

Hay que ser muy valiente para abrir fuego de forma tan reposada, con una versión casi a capella de un tema compuesto hace más de 30 años, una canción que a los que se hayan incorporado últimamente al repertorio de Manolo García sin profundizar en su extensa discografía anterior poco o nada les diría:‘Navaja de papel’, uno de esos clásicos subterráneos de nuestro pop que en su nueva piel sólo arropa con el teclado de Nacho Lesko la ubicua voz del catalán (no, no es de Albacete, que ya va siendo hora de que muchos portales, noticias y biografías actualicen su información), y más si comprobamos que espera hasta la quinta canción para atacar su cancionero más reciente (la elegida es ‘Un alma de papel’) y que mientras tanto tiene tiempo de rescatar algunos de los mejores momentos de El Último de la Fila, la banda que le dio la gloria en ‘Aviones plateados’, ‘Los ángeles no tienen hélices’ -otra gema cuya línea melódica ahora recoge un acertadísimo acordeón- y ‘A veces se enciende’, con su embrión entre los compases de la nueva ‘Malva’, a la que finalmente sucede desde otro ángulo, más fiero, lleno de guitarras y teclados, acentuando una visión singular sin ánimo de revancha con un pasado extraordinario. Hasta casi el final, cuando volvió a llamar al halcón a las filas de la ‘Insurrección’ antes de perderse ‘En el batir de los mares’, y la opción de atacar por rumbas como fin de fiesta un tema tan eléctrico casi abre la puerta a un nuevo concierto que cobraba ímpetu con lasorprendente versión de ‘Sobre el oscuro abismo en que te meces’, tremendo cierre de un intensísimo primer bis.

Así es como suenan sus días intactos, que casi no sufren mutación en su traslado al directo (sólo cuatro temas quedaron sin presentación) y entre los cuales lucen con especial brillo ‘Estamos ahí’, ‘Un año y otro año’, con la guitarra acústica de García como estrella invitada, y sobre todo uno de esos temas que deben formar parte de su futuro zurrón de clásicos, ‘Todos amamos desesperadamente’, un duelo de cuerdas entre su director de orquesta, el poderoso Ricardo Marín y el nuevo escudero Albert Serrano, multiplicándose en la faena con el respaldo de un ex Elbicho, Víctor Iniesta, versátil y generoso, y del bajo de Íñigo Goldaracena, la percusión y los teclados de su “primo” Juan Carlos García y la batería de Charly Sardá, todos miembros de su vieja guardia y por tanto músicos cómplices y eficaces que en cada nueva incursión detectan las claves de que su humilde líder siga siendo el currante que siempre fue, aquel músico voluntarioso que se pasaba las madrugadas pegando carteles que él mismo diseñaba para que sus amigos y conocidos acudieran a sus conciertos, que se aprendió la geografía local a base de siestas en furgoneta y se empeñó en sacar adelante un proyecto que en sus comienzos renqueaba y en sus postrimerías flaqueaba en creatividad. Un indignado realista, que toma partido y habla lo justo entre acorde y acorde para poner en su sitio a los ineptos que nos gobiernan. Un hombre del renacimiento sin túnica ni parientes aristocráticos que únicamente se arma de unos pinceles, unos lienzos y una guitarra para soltar la rienda a unos versos pegajosos, siempre agradecido y expectante. Por eso siempre prefiere el trapecio, para verlas venir en movimiento, admira la coreografía de Marta Fernández (inquietantes sus números a contraluz y en plena integración con la banda) y baja a bañarse de éxito, algo que nunca deseó pero que hoy disfruta en plenitud y comunión con una audiencia que, literalmente, lo adora. Y por algo será.

Al final, una ranchera, el apéndice habitual en sus comparecencias en vivo, después de sudar durante dos horas y media y prologando el próximo encuentro, no puede decirlo con más claridad: ‘Cuando yo quiera has de volver’… Cuando usted quiera, don Manuel.

Manolo García: Málaga Auditorium Club, 17 de marzo de 2012

Navaja de papel
La sombra de una palmera
Aviones plateados
Los ángeles no tienen hélices
Un alma de papel
Malva
A veces se enciende
Para que no se duerman mis sentidos
Sabrás que andar es un sencillo vaivén
Todos amamos desesperadamente
Compasión y silencio
Sin que sepas de mí
Sombra de la sombra de tu sombrero
Estoy alegre
Nunca el tiempo es perdido
Un giro teatral
Un año y otro año
Estamos ahí
Somos levedad
A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando

Bis 1:
No estés triste
Lo quiero todo
Prefiero el trapecio
Sobre el oscuro abismo en que te meces

Bis 2:
Insurrección
Pájaros de barro
En el batir de los mares
Cuando yo quiera has de volver

Más fotos del concierto aquí.

Fuente: http://www.thrillermagazine.es/2012/12160/portada/en-concierto-manolo-garcia-una-gira-nada-teatral/