MG: Manolo García se ha puesto el listón muy alto para su próximo disco, ‘Los días intactos’

Se convirtió el día de su lanzamiento en disco de platino y actualmente está cerca de alcanzar el triple disco de platino.Como casi todo lo que toca, su último disco también se ha convertido, metafóricamente, en oro. Porque en estos tiempos inciertos para la música, de piratería y falta de respeto al sector –según denuncian los profesionales– Los días intactos está a punto de alcanzar el triple disco de platino. Escuchar Los días intactos es al oído lo que contemplar uno de los dibujos de García, a la vista. Se reconoce al compositor en cada acorde, y al pintor en cada trazo. Artista en el más amplio sentido de la palabra, García ha querido darle un valor añadido a Los días intactos con la publicación de El fruto de la rama más alta, un libro que contiene escritos, dibujos y pinturas de los últimos años realizados por Manolo García, además de las letras del nuevo álbum.

extensa entrevista completa.
Como casi todo lo que toca, su último disco también se ha convertido, metafóricamente, en oro. Porque en estos tiempos inciertos para la música, de piratería y falta de respeto al sector –según denuncian los profesionales– Los días intactos está a punto de alcanzar el triple disco de platino.
Escuchar Los días intactos es al oído lo que contemplar uno de los dibujos de García, a la vista. Se reconoce al compositor en cada acorde, y al pintor en cada trazo. Artista en el más amplio sentido de la palabra, García ha querido darle un valor añadido a Los días intactos con la publicación de El fruto de la rama más alta, un libro que contiene escritos, dibujos y pinturas de los últimos años realizados por Manolo García, además de las letras del nuevo álbum.
Optimista y siempre amable, este rockero de 56 años transmite seguridad en uno mismo, pero desde la humildad. Con sus palabras nos confiesa el miedo que subyace detrás de cada disco a la derrota, pero su mirada lo desmiente. Tal vez porque confía en su público. O en su disco. Tal vez porque sabe haber dado lo mejor de sí en este proceso de creación y tiene la conciencia tranquila. Quizás, porque “me he ido haciendo como persona a base de fracasos y fracasos” y su experiencia le ha enseñado que también de la derrota algo se puede aprender, asegura.
Con una ilusión más propia de un primer disco, el autor de Para que no se duerman mis sentidos (2004), Nunca el tiempo es perdido (2001) y Arena en los bolsillos (1998) defiende Los días intactos como el mejor de su trayectoria –“y ya son 17”, puntualiza–. Aunque reconoce esta sensación, porque “la tengo en cada disco, siempre pienso que es con el que mejor me lo estoy pasando”.
Pregunta. ¿Por qué el nombre ‘Los días intactos’?
Respuesta. Lo titulo así porque a mí me gusta que sean así los días. Busco la emoción al despertar, que el día sea una sorpresa. Elijo ser feliz, pero no en el espectro amplio del término, sino caminar, respirar y disfrutar de ello.
P. ¿Qué va a encontrar su público en este disco?
R. Van a encontrar ilusión y curiosidad. El disco se compone de 14 canciones y tres bonus track, y yo habría metido más, pero no he querido ponerme pesado (ríe). Han sido muchas horas de trabajo y disfrute, de trabajo en equipo con unos músicos con los que yo siempre había querido trabajar; ha sido como la carta a los Reyes.
P. ¿Cómo es su proceso de creación?
R. El vivir es mi entrenamiento, mi inspiración. Yo salgo del cine, porque yo voy al cine, me da igual que se estén cerrando –puntualiza– y salgo del cine emocionado por una película estupenda y me ha despertado el sentido, parafraseándome a mí mismo, y esa emotividad puntual me ha levantado el día.
P. Tantos años en la profesión, ¿y sigue existiendo el gusanillo del directo?
R. No se supera nunca. Decir que lo he superado sería mentir. Soy humano, también tengo mis temores, aunque intento enfrentarme a ellos cara a cara y no escapar. En el caso de los discos, lo hemos hecho con ilusión, y son muhcas horas, sería una decepción muy grande que no gustara. Es decir, sí hay un poquito de vértigo, pero muy superable, también la vida te prepara y te da herramientas para decir: bueno, soy una persona igual que otros, y todos nos caemos y nos levantamos. Sería absurdo pretender que todo fuera un 10 y que todo fuera perfecto, porque la vida te lleva a situaciones y un fracaso es un fracaso. Lo primero al hacer un disco es que me guste a mí, porque eso lo he conseguido. ¿Que no gusta? ¡Oh, qué pena! Pues voy a hacer otro que os va a gustar.
Entender el paso del tiempo
Para García es importante entender el paso del tiempo sin sufrirlo, pero es mejor hacerlo cuando aún eres joven. Lo único que le diferencia del Manolo García de hace 20 años es que “estoy atontalinao, pero un poco menos que antes. Hay que madurar, pero disimulándolo, porque madurar mucho significa que te vas a caer pronto del árbol.”.
P. Es artista en el más amplio sentido de la palabra. Si Manolo García no se hubiera dedicado a la música, ¿a qué se habría dedicado?
R. A la pintura. Yo empecé a estudiar Artes aplicadas, luego Diseño y me di cuenta de que el diseño estaba muy relacionado con la publicidad que es algo que detesto, no me gusta con todos mis respetos. Pero he seguido formándome en el mundo de la pintura, recibiendo clases. Pintor no soy, porque no me gano la vida con ello, pero de alma, de corazón, sí. Allá donde voy, siempre estoy pintando, captando colores, formas, matices, mensajes, un brillo de un coche, una puesta de sol… En total son unos 60 o 70 cuadros y más de 500 dibujos los que he podido hacer.
P. Si ‘Los días intactos’ fuera una pintura, ¿cuál sería?
R. ¡Qué bonito esto!, ¡qué ejercicio más chulo! Alguna pintura de Gauguin, de Los Mares del Sur, con mucho color y buscando la libertad que queremos conseguir y nadie consigue realmente, pero buscarla.
P. Y si hubiera nacido en otra época, ¿quién habrías sido?
R. Lo tengo clarísimo. Un indígena. Estoy tocado por el mundo del cómic, y el primer libro que me regalaron, que fue una prima mía, fue Vidas de grandes jefes indios. Ese libro me impactó, porque contaba el devenir de los acontecimientos de las últimas tribus indias de América, y luego con el tiempo yo he leído mucho, me ha gustado mucho la parte antropológica de la américa precolombina, colonial, américa del norte y esas tribus que siguen machacando en el Amazonas las multinacionales para sacar madera, y ya luchaban por esa independencia y esa defensa de sus territorios. Antes de que llegase el hombre blanco yo habría querido ser un indígena como ellos, hubiese sido el hechicero, el que cantaba, el que hacía las danzas, pero buscando siempre una naturaleza intacta y una vida natural. El buen salvaje.
P. Y siendo así, ¿cómo llevas ser tan conocido?
R. He conseguido llevarlo bien, y con algo muy sencillo: no darle más importancia a mi vida que a mis canciones. Porque finalmente eso es lo importante. La otra parte no solo no la he potenciado, sino que la he ocultado un poco. Tampoco hay nada que ocultar, es decir, no soy de marte, no tengo una vida estrambótica.
P. ¿En qué grupos españoles dejaría tranquilo el futuro de la música española?
R. La escena indie es la que puede dar el revulsivo, y puede dar el paso hacia las masas, pero sin perder el potencial de autenticidad. No hay que prostituirse ni cambiar el discurso. Ahí está el futuro. Sólo me duele una cosa, que al final en los carteles siempre está más grande la marca de la cerveza que la de las bandas.
Maite Herrero
Optimista y siempre amable, este rockero de 56 años transmite seguridad en uno mismo, pero desde la humildad. Con sus palabras nos confiesa el miedo que subyace detrás de cada disco a la derrota, pero su mirada lo desmiente. Tal vez porque confía en su público. O en su disco. Tal vez porque sabe haber dado lo mejor de sí en este proceso de creación y tiene la conciencia tranquila. Quizás, porque “me he ido haciendo como persona a base de fracasos y fracasos” y su experiencia le ha enseñado que también de la derrota algo se puede aprender, asegura.

Con una ilusión más propia de un primer disco, el autor de Para que no se duerman mis sentidos (2004), Nunca el tiempo es perdido (2001) y Arena en los bolsillos (1998) defiende Los días intactos como el mejor de su trayectoria –“y ya son 17”, puntualiza–. Aunque reconoce esta sensación, porque “la tengo en cada disco, siempre pienso que es con el que mejor me lo estoy pasando”.

Pregunta. ¿Por qué el nombre ‘Los días intactos’?

Respuesta. Lo titulo así porque a mí me gusta que sean así los días. Busco la emoción al despertar, que el día sea una sorpresa. Elijo ser feliz, pero no en el espectro amplio del término, sino caminar, respirar y disfrutar de ello.

P. ¿Qué va a encontrar su público en este disco?

R. Van a encontrar ilusión y curiosidad. El disco se compone de 14 canciones y tres bonus track, y yo habría metido más, pero no he querido ponerme pesado (ríe). Han sido muchas horas de trabajo y disfrute, de trabajo en equipo con unos músicos con los que yo siempre había querido trabajar; ha sido como la carta a los Reyes.

P. ¿Cómo es su proceso de creación?

R. El vivir es mi entrenamiento, mi inspiración. Yo salgo del cine, porque yo voy al cine, me da igual que se estén cerrando –puntualiza– y salgo del cine emocionado por una película estupenda y me ha despertado el sentido, parafraseándome a mí mismo, y esa emotividad puntual me ha levantado el día.

P. Tantos años en la profesión, ¿y sigue existiendo el gusanillo del directo?

R. No se supera nunca. Decir que lo he superado sería mentir. Soy humano, también tengo mis temores, aunque intento enfrentarme a ellos cara a cara y no escapar. En el caso de los discos, lo hemos hecho con ilusión, y son muhcas horas, sería una decepción muy grande que no gustara. Es decir, sí hay un poquito de vértigo, pero muy superable, también la vida te prepara y te da herramientas para decir: bueno, soy una persona igual que otros, y todos nos caemos y nos levantamos. Sería absurdo pretender que todo fuera un 10 y que todo fuera perfecto, porque la vida te lleva a situaciones y un fracaso es un fracaso. Lo primero al hacer un disco es que me guste a mí, porque eso lo he conseguido. ¿Que no gusta? ¡Oh, qué pena! Pues voy a hacer otro que os va a gustar.

Entender el paso del tiempo

Para García es importante entender el paso del tiempo sin sufrirlo, pero es mejor hacerlo cuando aún eres joven. Lo único que le diferencia del Manolo García de hace 20 años es que “estoy atontalinao, pero un poco menos que antes. Hay que madurar, pero disimulándolo, porque madurar mucho significa que te vas a caer pronto del árbol.”.

P. Es artista en el más amplio sentido de la palabra. Si Manolo García no se hubiera dedicado a la música, ¿a qué se habría dedicado?

R. A la pintura. Yo empecé a estudiar Artes aplicadas, luego Diseño y me di cuenta de que el diseño estaba muy relacionado con la publicidad que es algo que detesto, no me gusta con todos mis respetos. Pero he seguido formándome en el mundo de la pintura, recibiendo clases. Pintor no soy, porque no me gano la vida con ello, pero de alma, de corazón, sí. Allá donde voy, siempre estoy pintando, captando colores, formas, matices, mensajes, un brillo de un coche, una puesta de sol… En total son unos 60 o 70 cuadros y más de 500 dibujos los que he podido hacer.

P. Si ‘Los días intactos’ fuera una pintura, ¿cuál sería?

R. ¡Qué bonito esto!, ¡qué ejercicio más chulo! Alguna pintura de Gauguin, de Los Mares del Sur, con mucho color y buscando la libertad que queremos conseguir y nadie consigue realmente, pero buscarla.

P. Y si hubiera nacido en otra época, ¿quién habrías sido?

R. Lo tengo clarísimo. Un indígena. Estoy tocado por el mundo del cómic, y el primer libro que me regalaron, que fue una prima mía, fue Vidas de grandes jefes indios. Ese libro me impactó, porque contaba el devenir de los acontecimientos de las últimas tribus indias de América, y luego con el tiempo yo he leído mucho, me ha gustado mucho la parte antropológica de la américa precolombina, colonial, américa del norte y esas tribus que siguen machacando en el Amazonas las multinacionales para sacar madera, y ya luchaban por esa independencia y esa defensa de sus territorios. Antes de que llegase el hombre blanco yo habría querido ser un indígena como ellos, hubiese sido el hechicero, el que cantaba, el que hacía las danzas, pero buscando siempre una naturaleza intacta y una vida natural. El buen salvaje.

P. Y siendo así, ¿cómo llevas ser tan conocido?

R. He conseguido llevarlo bien, y con algo muy sencillo: no darle más importancia a mi vida que a mis canciones. Porque finalmente eso es lo importante. La otra parte no solo no la he potenciado, sino que la he ocultado un poco. Tampoco hay nada que ocultar, es decir, no soy de marte, no tengo una vida estrambótica.

P. ¿En qué grupos españoles dejaría tranquilo el futuro de la música española?

R. La escena indie es la que puede dar el revulsivo, y puede dar el paso hacia las masas, pero sin perder el potencial de autenticidad. No hay que prostituirse ni cambiar el discurso. Ahí está el futuro. Sólo me duele una cosa, que al final en los carteles siempre está más grande la marca de la cerveza que la de las bandas.

Fuente: Gacetas Locales – ENLACE