MG: «Existo para el Ministerio de Hacienda, no para el de Cultura»

Después de haber tenido que cancelar su concierto en Oviedo en mayo, se resarce este sábado en el Auditorio Príncipe Felipe.

Manolo García (Poblenou, 1955) lo tiene bastante claro. Tiene claro por qué hace música, por qué se dedica a esto y lo desgrana con voz tranquila. Hasta que sale la piratería, se enciende y se vuelve a calmar: la palabra ‘edad’ acude varias veces durante la conversación. Ya no es un chaval ni para lo malo ni para lo bueno: en mayo tuvo que cancelar su concierto en Oviedo por culpa de una apendicitis. Ahora, plenamente recuperado, vuelve a la carga. Este sábado (las entradas originales siguen siendo válidas) ajusta cuentas en el Auditorio Príncipe Felipe.

-Hablamos de casi 30 años de carrera con todo tipo de resultados. ¿Se queda con la satisfacción de un estadio lleno o con la de acabar uno de sus cuadros en la intimidad?
-Depende de los días. La pintura es una forma de evasión, de aislamiento del marasmo del mundo, y en cambio la música es acercarte, es provocar, es ser la espoleta que hace detonar la energía. Son cosas diferentes, aunque es cierto que en los últimos años estoy disfrutando más de las horas de composición y de estudio. Este es un nuevo tiempo, basado en dedicarle horas a buscar acordes, sonidos, letras y a revisar.

-¿Hasta qué punto compensa ser un artista en solitario? ¿Qué peso recae sobre usted con respecto al que suponía estar en una banda?
-A mí me ha llegado en una edad estupenda, porque yo siempre he entendido que el grupo es importante cuando eres joven y estás empezando. Vengo de un momento en el que no había las oportunidades que hay ahora: ahora un chaval solo puede hacer un disco. Entonces, había que ir a un estudio, que alguien lo pagase y llegar, por tanto, ensayado y con buenas canciones. Viajar en manada, en fin, te enseña a cazar. En una edad más adulta, piensas de otra forma.

-Ha mencionado la «inversión». ¿Han perdido esos inversores (las discográficas) el papel de seleccionadores del talento?
-El partido ha cambiado. Ya no es que juguemos distinto, es que jugamos a algo diferente. Durante décadas, en este negocio alguien encontraba un talento, invertía en él y tiraba, así, diez dardos a la diana. Con que dieran dos y otros cuatro se acercasen se recuperaba la inversión: y al que no funcionaba, patada y fuera. Ese panorama ha cambiado y se ha barrido el modelo, porque las compañías tenían unos activos que no han sabido aprovechar. Y ahora no son nada, no hacen más que rebañar lo que pueden del plato. Se apagan lentamente: ya no invierten en un artista nuevo, ahora esperan a que Facebook y Twitter y todo eso saquen un artista adelante y sacarle lo que puedan. En el mejor de los casos, viven del recopilatorio, de resucitar lo pasado. Pero bueno, con pesetas o sin ellas, el que ha tenido vocación musical ha seguido intentando hacerla.

-Ya que saca el tema, los discos de El último de la fila no están en la plataforma digital de pago Spotify.
-Me he negado. Los de Manolo García, por circunstancias, sí están, pero no los de El último de la fila, porque estoy hasta ahí de que nos roben y de que nos traten como a idiotas. Prefiero mil veces que la gente de la calle, la gente llana, se baje nuestras canciones a que se esté forrando un ceporro en un paraíso fiscal. Porque es él quien tiene el cuentakilómetros puesto, él es quien decide cuánta gente te ha escuchado y cuánto tiene que pagarte. Que me roben, sí, pero que me roben a sabiendas. Que me robe la gente, no el que ya me robaba cuando empezó internet. Todo gratis, todo gratis… Que sí, colega, que si quieres hacemos la revolución, pero si la hacemos habrá hostias: todo de todos, ¿eh? Ábreme la puerta de tu casa y te vacío la nevera.

-Le veo vehemente. ¿Quién puede tener la solución?
-La tendría el sentido común, si nos quedara algo. Yo te hablo con vehemencia, pero paso de todo. Te aseguro que no me voy a amargar la vida, que cuando terminemos de hablar me pondré a pintar y listo. Solo me cabrea que se castigue a la gente que se baja música y no a quien la pone a su alcance. ¿Las soluciones? Yo no las tengo: existo para el Ministerio de Hacienda, pero no para el de Cultura.

-Bueno, no se enfade. Usted es carne de directo, que parece el futuro (económico) de la música. ¿Hasta cuándo se ve en escena?
-A veces pienso, al ver a auténticos veteranos, que por qué no seguir. A veces, que conviene dejarlo en un punto alto… ¿Hasta qué edad seguiré? No lo sé. No me gusta enjaular el tiempo. Me gusta el hilo de los años, vivir con las estaciones, darme un baño cuando hace calor y refugiarme con la estufa cuando hace frío. Es decir, si un día no tengo ganas, dejaré de hacerlo. Pero lo sigo pasando bien…

Fuente: El Comercio – ENLACE