MG: «Ahora tengo la necesidad de austeridad como todo el mundo»

El músico catalán estará, a partir de hoy, seis noches en el madrileño Palacio de Congresos del Campo de las Naciones.

Es uno de los músicos españoles que más grandes recintos ha llenado a lo largo de su carrera, tanto con El Último de la Fila como en solitario. Sin embargo, para presentar su disco «Los días intactos» se ha decantado por una gira de teatros, auque sigue convocando a multitudes por donde pasa, con su peculiar y perenne estilo que mezcla pop, rock, acentos andaluces, letras complejas… Actuará nada menos que seis días en el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones, de Madrid (días 13, 14, 19, 20, 26 y 27 de abril, con todas las entradas agotadas excepto para el 26). Luego irá a Barcelona, al Teatro Coliseum, los días 4, 5, 10 y 11 de mayo.

-Con tantos años de carrera encima, ¿te acuerdas de las sensaciones que te provocaron tu primer disco?

-El primer disco que grabé no fue como cantante o compositor, sino como batería, y haciendo algunos coros. Fue con Sergio Makaroff -en el disco «Tengo un idea» (1980)-, que tenía una canción sonando en la radio que se llamaba «Explorador Celeste». Estaba muy bien, y montó una banda para grabar el resto del disco. Mío mío es el siguiente, con un amigo uruguayo que estaba viviendo en Barcelona. Montamos una banda que llamamos Los Rápidos, porque todo sucedió muy deprisa. En un mes teníamos toda la banda formada, empezamos a componer y resultó que había química, y enseguida surgieron canciones. Llevamos a un ejecutivo de EMI a un pequeño concierto, le gustó lo que hacíamos y nos firmó un contrato. ¡Cómo no nos íbamos a llamar Los Rápidos! Eran tiempos de la nueva ola, de la Movida; hay canciones medio punk, muy energéticas, algunos temas míos un poco ingenuos… pero queda ese recuerdo de inocencia, de banda que empieza con toda la ilusión, y un sonido y una producción muy dignos.

-¿Hay una sensación parecida cada vez que publicas un disco nuevo?

-Para un músico, con la necesidad de comunicar y compartir una propuesta artística, sería imposible hacer un disco sin ilusión. Al entrar en un estudio de grabación, cantantes, músicos, arreglistas, productoresay una magia que late en el ambiente que es energía, ganas, y no digamos si además hay buena onda, amistad, camaradería, compañerismo. Es un proceso maravilloso, de la nada estás creando emociones, sueños… Esta vez he trabajado con músicos americanos, y ha sido muy aleccionador. He aprendido, he disfrutado, y algo les he enseñado yo a ellos. No recuerdo haber grabado un álbum donde me haya aburrido o desmotivado. Es imposible, la música tiene capacidad de inflamar.

-Tras una gira agotadora, ¿como vuelven a surgir las ganas de componer?

-Muy sencillo, dejando de hacerlo. Siempre digo que la naveta de las canciones es como un pozo donde hay corriente, tiras el cubo y vas sacando. Si sacas demasiado, al final solo hay barro. A lo mejor estoy ocho, diez meses, un año, tocando, componiendo, tonteando… Para mí lo más importante es jugar, grabando maquetas, guitarras, teclados, escribiendo textos… Con cierta disciplina, pero sin agobiarme. Y al cabo de una año ya sé que tengo unas canciones y que no van a salir más.

-Como montar en bicicleta…

-No soy instrumentista, no tengo que practicar para mantener un virtuosismo. Puedo pasar temporadas largas olvidándome de que soy músico. Lo que sí he de entrenar es la vida, no los acordes. Hacer música pop se hace con cuatro acordes, cuatro trucos de magia, muy lindos, muy entrañables, pero muy sencillos. Pero no puedes adormecerte o dejarte llevar por la laxitud de una postura de acomodamiento, de aburrimiento. Tienes que estar despierto en la vida, si quieres tener nuevas canciones.

-¿Por las letras?

-Sobre todo, exacto. En mi caso tengo mucho interés en escribir correctamente y tener un discurso con una coherencia mía, personal, con una singularidad. Eso es una búsqueda y una tarea que me tomo muy seriamente. Para mí una canción no es cualquier cosa, tiro mucho papel a la papelera. Intento hacer lo que a mí me gusta oír, canciones que me hagan viajar, que me ayuden a soñar, a moverme, que me den alegría o tristeza o que me traigan recuerdos, pero que no me dejen indiferente. El pop lúdico lo respeto, cumple una función magnífica, pero no es mi caso. Me gustan autores que me aportan no solo por la música, sino por el añadido magistral del texto. Es el caso de los grandes, como Dylan o Cohen. Yo, modestamente, hago ese intento de lirismo.

-Incluso a finales del pasado años publicaste un libro, «El fruto de la rama más alta».

-Es un libro sencillo, un trabajo gráfico. Mis cuadros compartiendo el espacio con textos, recortes que no me convencían para ser cantados, pero que sí aguantaban con dignidad. Son pensamientos, mi pequeña filosofía de bolsillo, mi pequeño cuaderno de bitácora personal. Los apuntes de campo de un escéptico.

-Ahora haces una gira de teatros. ¿Los tiempos nos llaman a ser más austeros?

-Obviamente. Yo he disfrutado tocando en grandes espacios, con esos gentíos, esas masas de gente contenta, pero los tiempos han cambiado. También la oferta se ha diversificado, han entrado muchos elementos en juego, como la tecnología, internet… Eso, unido al tema de la crisis económica, a las carencias, a los problemas de la gente, el alto índice de paro, pues claro que condicionan, y sería de tontos eludir esa situación concreta, hacer como el avestruz, meter la cabeza. No soy una persona vanidosa, más bien te diría muy poco vanidosa. No necesito ese aplauso multitudinario. Si viene, es bienvenido, lógicamente soy humano, pero si no viene, o no es posible captarlo, tampoco me duelen prendas asumirlo y no lloro, no tengo ningún problema. Para mí tocar en teatros es magnífico,el sonido es mucho mejor, está la cercanía del público, la calidez, y el cansancio físico y psíquico es mucho menor. Yo no pinto o hago canciones pensando en el dinero. Es mi vida, es mi trabajo, y tengo la satisfacción de saber que hay gente que se gana la vida junto a mí, al hilo de mis canciones y de mi música. Es una alegría tener a veinte mil personas cantando mis canciones, lo he hecho, pero son otros tiempos, estoy contento en la manera que puedo seguir trabajando con cincuenta familiar y avanzando. Claro que seis noches en Madrid pueden equivaler a llenar Las Ventas, pero no quiero. Prefiero hacer seis noches en un teatro. Ahora mismo tengo esa necesidad de austeridad, como la tiene todo el mundo.

Fuente: ABC – ENLACE