La música y la pintura forman un tándem indisoluble para Manolo García . El jueves el autor de Pájaros de barro hizo el ensayo general de la gira de su nuevo y exitoso disco, Los días intactos, que ya es doble disco de platino. Y el viernes bajó la persiana de su exposición (51 óleos y 27 dibujos), titulada El fruto de la rama más alta, en la Fundació Círculo de Lectores.
Antes, a las siete de la tarde, el cantante se citó con los diez lectores de EL PERIÓDICO que ganaron invitaciones dobles para asistir a un encuentro en el que la comunión entre el artista y sus seguidores fue total.
García se presentó como «un simio» dispuesto a «explicar sus tonterías». Habló de su infancia, de cuando con 11 años ya descubrió que lo que más le interesaba en la vida «es la plenitud de la existencia». De cómo la pintura y la música se han convertido en su refugio. Y de que «el éxito es estar alegre; si no lo logras es que has fracasado».
El músico-pintor parecía un predicador ante sus feligreses. Y eso que advirtió: «No me gusta el tema de ir de San Manolo, porque en el fondo soy un cabroncete como todos». Distendido y complaciente, aseguró que «el ego solo te trae problemas». Y los presentes aprovecharon para hacerle preguntas sobre su proceso creativo, y mostrarle sus inquietudes por temas tan dispares como los derechos de autor y la crisis.
INTERPRETACIÓN LIBRE
García les aconsejó que no pierdan nunca la curiosidad, «las ganas de aprender, de fisgonear en el buen sentido». Y cuando le plantearon de qué cuadro no se desprendería nunca, dijo que «lo haría de todos y de todo: no me gusta ser esclavo de nada»». Y tras su oratoria, de más de hora y media, les invitó a recorrer la exposición sin su compañía: «Pero prefiero que deis la vuelta vosotros: no hay nada que explicar; que cada uno interprete lo que quiera».
Para Joan Mira, de 37 años, lo mejor de sus cuadros son «la luz, los colores, su personal visión de las formas. No tiene respeto por las dimensiones, y esto le hace diferente». Admitió ser fan de García desde que empezó con Los Rápidos, Los Burros, El Último de la Fila. Y dijo que la música y los cuadros son una unidad, «todo es un paso, todo es arte».
Y así es. Muchas veces una frase que ha escuchado en la calle, su «mayor fuente de inspiración», dijo García, se transforma antes en pintura que en canción. Y para Tomás Álvarez, de 46 años, «tanto la música como sus dibujos muestran su complejidad y su capacidad de decir cosas simples de forma abstracta».
La muestra se inauguró el pasado 27 de octubre y a raíz de su buena acogida se prolongó más allá de la fecha prevista de cierre (el 13 de enero). El viernes se despidió de Barcelona, rumbo a Madrid, donde se instalará el 15 de febrero y donde nunca antes García ha expuesto su obra. De hecho, hacía muchos años que no colgaba sus pinturas. La última vez fue en 1994, en la desaparecida Galeria Bernini del Born. Pero como él ya dijo en una de sus canciones, ««nunca el tiempo es perdido».
Fuente: El Períodico – ENLACE