Manolo García: «La vida es un regalo con fecha de caducidad»

  • El artista catalán regresa, este jueves a las 22.30 horas a Concert Music Festival, con una nueva gira plagada de éxitos de su carrera y los nuevos temas de sus dos últimos trabajos 

Manolo García es un artista comprometido cuyas letras de sus canciones refuerzan valores y ofrecen lecturas abiertas. El cantante se ha lanzado a la piscina con dos nuevos trabajos, Mi vida en Marte y Desatinos Desplumados, que recopilan un total de 27 canciones. Desde 2019 no pisa el escenario de Concert Music Festival y, tras una pandemia y varias giras pospuestas, Manolo García aterriza este jueves en Sancti Petri (Chiclana) para conectar con su público en un directo íntimo y único.

– Este jueves tiene una cita en Concert Music Festival. ¿Cuáles son sus sensaciones?

– Un concierto siempre viene de la mano de la ilusión, de buscar un rato de abstracción mundana y elevarte un poco sobre las cuitas terrenales. La música hace que te eleves un poco, ya sea en Cádiz, Burgos o Barcelona. De alguna manera vampirizo la energía que me aporta el público. Todo cobra sentido cuando el público escucha tus canciones y participa de la emoción de un concierto. Es lo que busco en Cádiz.

– En 2019 actuó en Chiclana, antes de la pandemia. ¿Qué significa para usted reencontrarse con este público?

– En cada zona de España hay diferentes sentires porque las personas vamos buscando la esencia de la vida. Por ejemplo, en Cádiz tengo mis recuerdos y en mi banda hay un músico de La Línea de la Concepción, Juan Carlos García que me ha ayudado a conocer mejor Cádiz. Cuando estoy en esta ciudad sucede algo misterioso que me acerca a ella. Solo estuve una vez en los Carnavales de Cádiz, pero fui muy feliz y quedé capturado por esa energía tan alta que transmiten miles de personas gozando de la vida de manera muy luminosa. Son recuerdos y vivencias que me acercan a esos diferentes lugares, en este caso Cádiz. 

– Mi Vida en Marte y Desatinos Desplumados son sus dos últimos trabajos que recopilan 27 canciones. ¿Cómo ha sido el proceso de creación?  

– Ha sido mucho tiempo de dedicación y, aunque no es duro, hay que saber espaciarlo en el tiempo. Son horas, días y semanas en las que el tiempo va de la mano de ese pulso de los acordes, sonidos, teclado, guitarra y grabación de las pruebas. Han sido dos años y medio largos de trabajo en el que vas haciendo acopio de una información que se queda pegada a la piel, para que se impregne en la piel de otros. Con Desatinos Desplumados, por un misterio que no acierto a entender, he hecho un disco en un mes; contraviniendo a mi propia norma de lentitud, pausa y descanso. Ha sido una experiencia irrepetible.

– ¿Qué requisitos debe tener una tarea creativa?

En mi caso, dejarse llevar. No se puede forzar nada. Las cosas bonitas surgen de la suavidad y de la dulzura. La música surge de un sentimiento dulce, aunque también de algo tiste. Pero finalmente todo es suave y, en mi caso, no hay una violencia en el método.

– En el proceso de creación del disco, ¿ha llegado a imaginarse cómo sería su vida en marte o, al menos, cómo le gustaría que fuera?

– Jamás tendría interés, el título del disco es una pequeña broma. Respeto mucho a los astronautas y a las empresas aeronáuticas, pero no le veo sentido. Los Dioses nos han regalado un planeta maravilloso y tendríamos que estar cuidándolo. No me imagino viviendo de una manera futurista como en las películas de ciencia ficción. Las tecnologías me rechinan muchísimo, soy un animal primitivo y pequeño. Mi vuelo es muy bajo, no pretendo llegar a alturas peligrosas donde falte el oxígeno. Todo lo que surge de la naturaleza me parece maravilloso, mientras que lo que viene del ser humano estoy dividido. Se nos muestra como un ser glorioso y magnífico, pero no comprendo esa parte destructiva. Mi idea sería que cuidemos urgentemente lo que tenemos y cambiemos de forma de vida todos.

– De hecho, muchos aseguraron que la pandemia nos haría mejores personas, no solo con los demás, también con el planeta…

– Nunca he creído en eso. Es más, siempre he pensado que íbamos a embestir con renovadas fuerzas, una vez que pasara el temporal, y querríamos recuperar el tiempo perdido. Esto es algo que tampoco entiendo. El tiempo no se pierde, somos nosotros y la esencia de nuestras vidas. Al margen de la pandemia, creo que llegará un momento en el que la humanidad va a tener que llegar a un punto de reflexión seria y urgente.

– En una de sus entrevistas habla del querer emocional, relacionada con su canción Lo quiero todo. ¿Cómo puede saciarse alguien, en los tiempos que corren, del ansia de vivir a contrarreloj?

– Los últimos acontecimientos, las redes sociales y los móviles están siendo un torpedo en la línea de flotación de la humanidad. Es un retroceso que nos esclaviza, nos hace menos humanos y nos aleja de la tribu global. El encontronazo con la vida es constante y, cuando no es provocado por el ser humano son por las circunstancias que llegan, todos sabemos que la vida es un regalo con fecha de caducidad. Tenemos que aprender a saber aprovecharla y ser conscientes que solo existe un billete de ida, pero no de vuelta. El billete lo dice bien claro, vive y deja vivir; pero no todo el mundo hace caso de esa idea tan sencilla.

-En varias ocasiones se ha mostrado contrario a las tecnologías. ¿Cómo se siente cada vez que sale al escenario y ve miles de móviles alumbrándolo?

– Fíjate que el otro día en un concierto de Gijón observé una cosa muy bonita y se lo trasladé al público. Me di cuenta de que había muy poca gente mirando el concierto a través de la pantalla del móvil. Me dio mucha alegría porque hace cuatro o cinco años la mayoría del público estaba con el teléfono en alto grabando y, ahora, de entre cuatro mil personas habría unas veinte con los móviles. El resto estaba atento a lo que sucedía en el momento. Ya casi no miramos por la ventanilla del tren para mirar las dehesas, los pinares o los ríos. La gente está enganchada a las pantallas, pero el otro día tuve esa sensación, que se están dando cuenta de que la vida real es más importante y aporta más un baño en el mar que las horas que pasas recibiendo imágenes vacías que te distraen de la vida real.  

 – Las tecnologías tienden al individualismo, ¿cree que existe algún remedio que cure el egoísmo y aporte una sobredosis de empatía?

Me temo que eso está en la esencia humana, es una forma de tirar adelante como puedes observar en el ego animal. Los animales tienen esa forma de defenderse, pero luego está la civilización, el progreso, la moral y la ética. Como seres pensantes hemos ido desarrollando eso y hemos llegado a la conclusión de que, solo o en grupo, podemos sobrevivir; pero con nuestro ego es muy difícil. Además, la vida en soledad es triste y puede ser enloquecedora. Con los años hemos desarrollado la noción de que es importante dejar a un lado el ego y dejarlo para momentos límites. Hay que colaborar en el bien de todos y por el bien de la tribu.

Fuente: Diario de Cadiz – Ana Cristina Ruiz – ENLACE
Foto: Sonia Ramos, Diario de Cadiz