Manolo García, arte ante un mundo que muerde

Al músico Manolo García (1955, Barcelona) no es necesario presentarlo. Su trayectoria es longeva, con más de 40 años de creación musical desde aquellos primeros ‘cover’ de Triana y Miguel Ríos que precedieron al experimento de Los Rápidos, las televisiones destrozadas a guitarrazos de Los Burros, la trascendencia de El Último de la Fila y la consagración en solitario. Citar ‘Huesos’, ‘Insurrección’, ‘Como un burro amarrado a las puertas del baile’ ó ‘Pájaros de barro’ es aludir a himnos asentados en el imaginario colectivo con la alegre tranquilidad del artista reservado que, con extraña energía hierática, las compuso sin ánimo de dar la vuelta al mundo.

El íntimo Manolo García que se personó ante los medios de comunicación en la presentación de su nueva exposición era tan sencillo como el marco de la misma: la preciosa Casa García de Biedma, una vivienda señorial restaurada que se contrapone a la modernidad del Metro en un callejón contiguo a la Calle Real de Armilla. Con aire calmado y una rebeca de tono tierra, la típica que todos nos resistimos a descolgar del armario, el artista catalán de raíz manchega explicó pacientemente que las obras que nos rodeaban eran hijas de “una necesidad intrínseca”, reacción a “un mundo exterior que me muerde, como un escorpión”.

La muestra, titulada ‘Poetas desafectos, excéntricos romeros’, es una delicia para los ‘manoleros’ porque plasma en distintos soportes el acervo lírico del Manolo García músico. “Al fin y al cabo todo viene de la misma persona”, sonríe el autor. 25 dibujos a lápiz, realizados en víspera de conciertos de la gira ‘Geometría del Rayo’, nos muestran el constante diálogo de la naturaleza (y sus fuerzas) con la tecnología (y sus ridiculeces), tema recurrente en la creación de un artista comprometido desde hace décadas con la causa ecologista porque “la naturaleza es nuestra madre y nos empeñamos en vivir de espaldas a ella, sin hacer ascos a destrozarla en dudoso beneficio humano”.

Caminando por ese mismo sendero hallamos un conjunto de ocho esculturas, ‘Seres deshumanizados sufrientes ante el paisaje pervertido’. Son creaciones hechas con materiales básicos, “hilos conductores de la vida humana”, como la madera o la arcilla. “Desde que fabricamos materia, hemos adelantado en unos aspectos y perdido en otros”, razona Manolo García. “Los elementos naturales dulcifican el alma, y la prueba es que nos tiran. Por muy bonito que sea un hotel de diseño, nos llama más una casa rural, o un edificio como éste”. Y levanta los ojos en una humilde mueca para ensalzar a la Casa García de Biedma.

La muestra se completa con dos docenas de cuadros realizados con diversas técnicas. En ellas vemos los temas ya mentados, aderezados con antropomorfismos para hacer hincapié en cuánto comparten el humano y la naturaleza que lo envuelve. Reconocemos composiciones que enfatizan el equilibrio y las relaciones de poder. También otros elementos más misceláneos como apariciones marianas y abstracciones.

Todo son expresiones del impulso creativo, “intrínseco” y a la par “elegido”. Preguntado por sus rutinas, Manolo García contó que sigue los consejos de su abuelo para dedicar “ocho horas a dormir, ocho a trabajar y ocho a vivir”. Es en este último cajón entra el tiempo consagrado al arte. “Elijo pintar antes que responder mensajes de Whatsapp. Si tengo una hora libre, prefiero escuchar a sabios y leer a Borges o Faulkner muy por encima de la holganza o el cotilleo. Si fuera al revés, no podría regalarme estos momentos de asueto que necesito y me estaría dejando inocular mensajes y modos de pensar que no comparto”.

‘Poetas desafectos, excéntricos romeros’ es un compendio de invitaciones a una vida ralentizada e introspectiva, relajada y creativa como su poliédrico autor. Estará expuesta en la Casa García de Viedma de Armilla desde el 30 de octubre hasta el 30 de noviembre, abierta de martes a sábado de 17h a 21h y además los sábados y domingos de 11h a 14h.

Fuente: Granada en la Red – ENLACE