En 1982 se disolvieron Los Rápidos, el primer grupo importante de Manolo García, y poco después, el catalán vivió en Gipuzkoa una aventura que pudo cambiar la historia e incluso frustrar el posterior nacimiento de El Último de la Fila. «Fui a Donostia porque mi admirado Jaime Stinus había salido de la Orquesta Mondragón y necesitaba un cantante para montar una banda de rock. Estuve unas tres semanas viviendo en Gros y otras tres en un pueblecito cercano a Zarautz», dice.
El cantante no es capaz de recordar el nombre del municipio, pero todo apunta a que habla de Aia, cuyo párroco les cedió amablemente un espacio para ensayar en la rectoría. No llegaron a poner nombre al grupo, pasaron varias semanas componiendo pero la historia «no cuajó». «Y es una pena porque en mes y pico me empapé lo suficiente del país como para amar Euskadi. Aquella pudo ser una banda estupenda», sostiene García, que a su regreso a Cataluña montó Los Burros con Quimi Portet.