Hace semanas que no quedan entradas para ver mañana a Manolo García en el Kursaal, donde presentará ‘Geometría del rayo’ (2018)
Con todo el aforo agotado desde hace semanas, Manolo García (Barcelona, 1965) desgranará mañana jueves su último disco en solitario y alternará sus nuevos temas con viejos éxitos y alguna incursión en el repertorio de El Último de la Fila.
– ‘Geometría del rayo’. ¿Qué se esconde tras esa sugerente imagen?
– Es una licencia poética, una alegoría sobre el chispazo interior que sentimos quienes nos dedicamos al arte y disfrutamos con él a diario y a todas horas. Para mí la música y la literatura son como el aire necesario para vivir, y no sólo hablo de mis canciones, sino de las de artistas que me gustan mucho. Cuando era crío vi que la música me arrebataba y con los años no sólo no he perdido esa pasión, sino que ha ido a más.
– Dedica usted el álbum a quienes «no pueden vivir sin arte en cualquiera de sus manifestaciones» y «no se quieren conformar con la cultura del entretenimiento fácil de nuestro tiempo». ¿Qué es para usted el entretenimiento fácil?
– El entretenimiento que no aporta y que lleva una carga de adocenamiento, de alienación. No quiero generalizar ni apuntar a nadie porque no soy quien para juzgar y hay músicas con afán lúdico que me parecen maravillosas. Sin embargo, creo que estamos en la peor etapa de la historia desde que comenzó el rock: abunda la oferta repetitiva y facilona que busca sólo el interés comercial. Desde la irrupción de Internet, el negocio ha pegado un bandazo extraño: las empresas que manejan las plataformas virtuales nos manipulan como quieren para lucrarse. Por suerte, también hay gente trabajando a su bola y que no se conforma con algo repetitivo y adormecedor.
– «No durmáis, no os durmáis», «Nunca es tarde para echarse a la calle»… El disco está salpicado de invitaciones a la movilización…
– Más bien son invitaciones a vivir… Desde que comenzó la crisis parece que estamos paralizados por el miedo y todos andamos pendientes de por dónde nos va a caer la siguiente. Es triste porque todo el mundo tiene derecho a tener una vida digna.
– También canta «Me gustas porque sabes vivir un poco cada día»…
– Claro, cuando hablo de echarse a la calle no estoy haciendo ningún llamamiento político sino invitando a la gente a quedar con un amigo, a ilusionarse con pequeños proyectos, a sacar a pasear al perro, a tomar el sol y abandonar ese mundo paralelo de las pantallitas: nos pasamos todo el día charlando con desconocidos en las redes sociales haciéndoles el caldo gordo a los propietarios de corporaciones internacionales… Esto quizá suene muy cristiano, muy de manual de autoayuda, pero lo siento así: es importante encontrar la sonrisa de las personas, intentar alegrar la vida a los demás desde primera hora de la mañana. Deberíamos ayudarnos unos a otros y propagar una epidemia benefactora. Necesitamos un poco de brillo, de vitamina interior.
«¿El tema catalán? A palos, empujando al otro en una pelea constante, no se consigue nada»
– Hay un tema más político, ‘Urge’, en el que llama a «abolir lo impuesto por mentiras», «dejar de escuchar a los necios», «hacer el vacío a los que incumplen las promesas»… Parece casi un manifiesto contra la casta…
– Sería maravilloso que los políticos de cualquier rango fuesen buenas personas, gente razonable, gente ilustrada, sabios, filósofos, humanistas… Viviríamos mejor, como en los países nórdicos que organizan una votación hasta para hacer una rotonda.
– Precisamente, cuando habló usted del ‘Procés’ se preguntaba «por qué no se puede escuchar la opinión del pueblo catalán» y decía que la humillación, la violencia y la intimidación «nunca» son el camino. ¿Cómo ve una cuestión cada vez más enquistada?
– Lamentablemente, está más enquistada porque unos y otros están enrocados. No hay voluntad luminosa y habría que empezar de cero. Diálogo político, no queda otra. Es necesario el entendimiento, para lo cual debe haber muestras de voluntad. No hay que ir con mala leche porque se cazan más moscas con miel que con vinagre: a palos, empujando al otro en una pelea constante, no se consigue nada. Si somos un país civilizado, hay que demostrarlo y dejar de lado el enroque.
– En Cataluña habrá quien le acuse de equidistante…
– No me acusan de nada. Mi familia es del sur y soy catalán, vivo en Cataluña y amo este país, pero no tengo idea nacionalista de ningún tipo. Los estados son fruto de intereses geopolíticos y mi propuesta es muy sencilla: hay que escuchar a todo el mundo, hablar hasta la extenuación -si hace falta, que se sienten y tomen 200.000 cafés- y adoptar una solución que sea la mejor para la mayor parte de la sociedad. Los políticos no le pueden pasar la pelota a la ciudadanía, deben resolverlo ellos, que para eso viven muy bien con el sueldo que les pagamos con nuestros impuestos.
– En ‘La gran regla de la sabiduría’ recurre a las enseñanzas de un personaje, el doctor sueco Axel Munthe, que predicaba: «Mejor que tratar de satisfacer más necesidades, las reduciré»…
– La canción habla de la austeridad tan necesaria en un mundo neoliberal y ultracapitalista que convierte en esclava a la gente que quiere tener más y más cosas materiales. No quiero adoctrinar, pero ya que tengo la suerte de ser escuchado con mi música, me gusta decir cosas. Yo también me agarro como una lapa a cineastas o grupos de música que me encantan, es una manera de hacer piña para no sentirme solo en este planeta. No quiero disuadir a nadie de que no trabaje para tener una casa mejor, pero sí invitar a la gente a culturizarse, a buscar la libertad por medio de la filosofía, la música, la literatura… Ilustrarnos y labrar nuestro intelecto nos hace mejores personas.
«Culturizarse es la mejor lucha contra el oprobio, el adocenamiento y el machaque político»
– Un buen punto de partida pueden ser las letras del disco, que incluyen palabras como ‘basal’, ‘abrojo’, ‘azogue’, ‘posidonia’… Para escuchar diccionario en la mano…
– Soy un gran amante de la lengua y me gustaría tener la capacidad de hablar cinco idiomas, porque ello me permitiría acceder a otros tantos mundos. Es maravilloso cuando una palabra te explota en la mente: te abre a un juego brillante, te trae colores, olores… Me emociona la cultura de las palabras, de las costumbres, la gastronomía… Eso es lo que no hay que perder ni homogenizar… Hay que mantener el tipo de lo local, de lo pequeño… De ahí procede mi amor por recuperar palabrejas en desuso. Y me encanta que la gente tenga que coger el diccionario: culturizarse es la mejor lucha contra el oprobio, el adocenamiento y el machaque político.
El concierto
- Cartel: Manolo García.
- Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia)
- Fecha y hora: 17/11/2017 (mañana) a las 21.00.
- Entradas: Agotadas.
– Cumple 20 años de carrera en solitario desde la publicación de ‘Arena en los bolsillos’ (1998) y en las primeras fechas de esta gira está llenando todos los auditorios. Supongo que el balance es inmejorable…
– Las cosas me van de maravilla porque puedo hacer lo que quiero y cuando quiero: soy libre en lo musical. Yo no quería ser famoso ni millonario, sino músico, y no me he desviado ni un milímetro de mi camino pese a los cantos de sirena…
– ¿De qué tipo?
– Me han ofrecido varias veces convertirme en ejecutivo de una casa discográfica, en productor y otro tipo de negocios que no me interesan. Yo soy músico, hacer canciones es para mí una fuente inagotable de felicidad, lo disfruto como un chiquillo.
«El Último de la Fila fue una experiencia maravillosa pero mirar atrás no va conmigo»
– En 2016 Quimi Portet y usted dieron cuatro conciertos puntuales pero siempre han desechado la posibilidad de reunir a El Último de la Fila en plan serio.
– Hemos recibido ofertas descomunales para, por ejemplo, dar cinco conciertos a lo grande en España y otros tantos en América, pero no estamos en esto por el negocio sino porque amamos la música. Quimi y yo somos grandes amigos pero ahora cada uno tiene su guía y su camino en lo musical. No sería propio de nosotros volver por una oferta económica, y al decir esto no quiero criticar a los grupos que practican este tipo de retornos: si ellos son felices y hacen felices a la gente volviéndose a reunir, ya tiene sentido. Pero nosotros no tenemos interés: el Último de la Fila fue una experiencia maravillosa pero mirar atrás no va conmigo.
Fuente: Diario Vasco – Juan G. Andrés – ENLACE