Quimi Portet: «He hecho este disco para olvidarme de todo»

El cantante y guitarrista, excomponente de El Último de la Fila, publica ‘Festa major d’hivern’

Quimi Portet reaparece con ‘Festa major d’hivern’, un disco en el que toca casi todos los instrumentos y que presentará en el festival Strenes, de Girona, el 20 de abril, y en Apolo, Festival del Mil·lenni, el 15 de mayo.

 

Las fiestas mayores se asocian al verano. Sí, pero en los pueblos de Catalunya hay también fiestas de invierno, donde la gente intenta igualmente ser feliz y practica una deportividad intentando divertirse, y las orquestas son más baratas… Este es un disco que contiene canciones de una época concreta y con un estado de ánimo.

¿Qué estado de ánimo? Me cuesta saber cuál es. Me han dicho que parece desencantado, no sé si es la edad.

Ha cumplido 60 años. Sí, es una edad específica, que no es mejor ni peor que 59. Es un número, aunque los que terminan en cero imponen.

Hombre, ¿está seguro de que 60 no es siempre peor que 59? Bueno, sí (ríe), de todas maneras también puede ser que hayas pasado una mala época a los 50 y que a los 60 estés encantado de la vida Tampoco me preocupo demasiado. La edad tiene una importancia, nunca la he escondido, y acepto con deportividad del paso del tiempo.

La canción que abre el disco, ‘Petita vida’, tiene un aire trascendente. Quizá sí, es la primera letra que escribí de este disco. Me costó abrir el grifo de las letras. Es una canción sin muchas pretensiones, filosofía cotidiana y todo eso.

«Con 18 años, mi generación teníamos la ilusión de que el mundo iba a mejor, que la justicia social avanzaba, y la igualdad, y la cultura, y con los años no solo ves que va hacia atrás sino que todo se desintegra»

¿Le contraría esa sentencia lapidaria de que “la terra et sigui lleu”? Sí, a todo el mundo, ¿no? Porque, ¿hay alguna posibilidad de que la tierra no te sea leve? Si estás muerto… Hay que ver la cursilería que a veces gastamos. Esta canción habla también de la trascendencia que puede tener una cosa minúscula como la música, que te conecta con tus sentimientos auténticos.

En ‘Bestiar sentimental’, ¿habla de una comunidad humana? Tiene un punto de conexión con la situación política del país, que es delicada e inquietante. Con 18 años, mi generación teníamos la ilusión de que el mundo iba a mejor, que la justicia social avanzaba, y la igualdad, y la cultura, y con los años no solo ves que va hacia atrás sino que todo se desintegra. Y ahora ya no me refiero solo al país sino a la humanidad.

“Som un bestiar sentimental, mil voltes humiliat”, dice. Es una obviedad, ¿no? No voy a decir nada sobre la situación política, solo diría obviedades. He hecho este disco para olvidarme de todo. Necesitamos estar vivos, y no fingiendo normalidad, sino actuando, cantando, tocando, haciendo discos… Este disco se escribió en momentos en que me costó mucho que la política no fuera omnipresente.

«Nunca he sabido hacer canción política. Yo me hice músico para evadirme de la realidad. Como Sisa. No soy apolítico, pero cuando hago música es así»

¿Dudó sobre si reflejar pensamientos políticos en las canciones? No, porque nunca he sabido hacer canción política. Yo me hice músico para evadirme de la realidad. Como Sisa. No soy apolítico, pero cuando hago música es así.

Ha recuperado al productor David Tickle. Sí, con él produje ‘Astronomía razonable’, de El Último de la Fila. Siempre hemos mantenido el contacto. David es técnico, comenzó como ingeniero y tiene una sensibilidad increíble.

En su sonido siempre ha habido un componente primitivo: ¿rock de garaje? ¿Glam? ¿Bo Diddley? En el fondo, yo vengo de la música negra, que es lo que escuchaba mi madre cuando era pequeño. Y sí que confieso que siempre me han gustado las cosas musicalmente primitivas. Como Redbone, aquel grupo de indígenas americanos. O el rock alemán, sobre todo Can, que era muy tribal. Aunque también hay una parte romántica en mí, esas baladas que me salen de vez en cuando.

Y hay un contraste entre ese punto crudo y ese sonido suyo técnico y elaborado. Sí, eso me cuesta analizarlo, pero tengo una voluntad de que las cosas sean limpias, claras, diáfanas… Que no haya una dejadez. Soy ordenado por naturaleza. De hecho, creo que el músico es un ordenador de sonidos.

El único músico invitado del disco es nada menos que Phil Manzanera, guitarrista de Roxy Music. ¿De dónde viene su relación? Nos conocimos coproduciendo un disco de Elefantes (‘La forma de mover tus manos’, 2003), nos hicimos amigos y siempre hemos mantenido el contacto. Toca en ‘Pedalada popular’, que es un tema bruto, con una batería casi ’amateur’ y un ‘riff’ de bajo que se te lleva, con la guitarra por encima como volando.

No suele hablar de influencias. ¿Lo fue Roxy Music? Me encantaban: el primer disco, con canciones como ‘Re-make / Re-model’, fue muy impactante. Pero nunca he sido fan de nadie porque no soy mitómano. Aunque, bueno, los Beatles fueron algo muy serio. Hicieron sonidos que nunca habíamos escuchado. La primera vez que oí ‘Day tripper’… Era un descubrimiento constante. O la guitarra de Led Zeppelin, o de Deep Purple…

«Tenemos claro que nunca volveremos a ser El Último de la Fila, porque no solo somos nosotros dos: es una época, un estado de ánimo, una forma de funcionar… «

Hace un par de años se reencontró con Manolo García en los conciertos de Los Rápidos y Los Burros. ¿Se plantearon que fuera el comienzo de algo? No. Con Manolo nos vemos muy a menudo. Un día, comiendo un arroz, nos dijimos que podríamos hacer eso y ya está. Tenemos una amistad a prueba de balas. Pero tenemos claro que nunca volveremos a ser El Último de la Fila, porque no solo somos nosotros dos: es una época, un estado de ánimo, una forma de funcionar… Podemos colaborar en muchas cosas, pero no volveremos a intentar reeditar aquello, porque entre otras cosas estamos satisfechos con nuestras carreras en solitario.

En solitario, y en catalán, el mapa de lugares en los que puede actuar es mucho más reducido. Sí, sintonizo la televisión y hay 70 canales en los que nunca saldré. Hay incluso canales hostiles a tu cultura y tu lengua. Lo normal sería que hubiera al menos 35 en los que pudieras salir. Pero todo eso ya lo sabemos. No me dedico a la sociopolítica. Me hice músico para huir de los problemas de la humanidad.

Saldrá de gira de nuevo con Jordi Busquets (guitarra) y Ángel Celada (batería). ¿Qué pasa con el bajo, quizá nos dirá que es un instrumento sobrevalorado? No, no, me encanta el bajo, el disco está lleno de ellos, los toco yo. En directo ese trabajo lo hace Busquets con un octavador o yo mismo tocando una guitarra de jazz que puede sonar muy grave. Pero no es que repudiemos el bajo  para siempre. Solo es un experimento que hacemos con ilusión.

Fuente: El Periodico – Jordi Bianciotto – Fotos, Ferran Sendra – ENLACE