En la página web del Ayuntamiento quedaban ayer dos tiques al precio oficial, pero se pueden encontrar decenas en internet a más del doble. «Me indigan la reventa de entradas», asegura el cantante
Conforme pasan los años, Manolo García (Barcelona, 1955) se identifica cada vez más con Antonio Machado, con su vida austera, con su amor por el campo y los pueblos y con un retorno a la infancia perdida. Lector voraz desde la adolescencia, Salgari, Verne, Hemingway, los rusos y Galdós han nutrido al artista catalán, dueño de un universo único capaz de fundir las metáforas más cultas con la música popular de Los Brincos y de Antonio Molina que él escuchaba de niño. Cuatro años después de su último disco, Manolo García regresa con ‘Geometría del rayo’ (Sony), y su gira le llevará el 9 de junio al Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Inicialmente las entradas costaban 42 euros, pero anoche tan solo quedaban dos a la venta en la página oficial del Ayuntamiento, y separadas. Buscando por internet se pueden encontrar páginas en las que hay decenas a la venta, pero por más de cien euros cada una. Publicitan a 73 euros las más baratas, pero no incluyen en el precio ni el IVA ni los gastos de gestión, que tan solo se suman a la hora de hacer el pago.
–Usted se ha puesto a la cabeza de la lucha contra la reventa de entradas por internet. ¿Cómo lo ve?
-Los que revenden entradas son mafias. Soy hijo de obreros y yo mismo fui obrero muchos años y ahora soy obrero de la música, y soy muy consciente de lo que cuesta todo, la compra, las hipotecas, comer, echar gasolina, y en mis conciertos sé lo que ofrezco, luz, sonido… Y quiero que el precio de la entrada sea justo, no me paso ni un gramo. Por eso, cuando veo que alguien compra tropecientas mil entradas y las vende por cuatro veces más de lo que costaban en taquilla, me indigno. Yo solo le puedo decir a la gente que no pague 100 euros por una entrada, es un robo y una tomadura de pelo, y no sé por qué las autoridades no hacen más para pararlo.
–Cuando se separó El último de la fila, había dudas sobre su carrera en solitario.
-Cuando El último… se separó me quedé un poco en fuera de juego. Me alejé de la música, me cogí un año sabático en que me dediqué a pintar y justo al cumplirse un año, volví a coger una guitarra y un amplificador, y en tres meses tenía ‘Arena en los bolsillos’. Y al principio, sí, los empresarios tenían dudas y no me contrataban para grandes conciertos, así que empecé de cero, en salas pequeñas.
–Por cierto, ¿por qué se rompió El último de la fila?
-Es muy sencillo. Hay personas que tienen la capacidad de trabajar de una determinada manera durante muchos años y otros que tenemos que cambiar. Uno, cuando se va haciendo mayor, va teniendo su propio discurso, hace las canciones de otra modo… Quimi (Portet) y yo no tenemos ninguna mala historia, somos gente civilizada y estas cosas, en la música, pasan siempre.
–¿Existe una ‘fórmula’ Manolo García?
-No. A lo largo de mi carrera he hecho saltos, he viajado a Brasil, a Grecia… Yo podría sacar cada año un disco con la fórmula ‘Pájaros de barro’, pero eso sería indigno, aburrido para todos. Yo no hago discos para comprarme un coche nuevo. Hay que jugársela, aunque se pierda.
–¿Le parece que hay hoy más censura que antes?
-Soy pacifista, pero no creo que a la violencia verbal haya que contraponerle otra violencia. Creo que existen maneras más inteligentes de manejar las situaciones, no con palo, sino con zanahoria.
–¿Reescribiría usted alguna de las canciones suyas que tienen contenidos más polémicos?
-Con 19 años compuse una canción que se llamaba ‘Disneylandia’ y que decía algo así como ‘cuando vuelvas, te mataré’. Si pudiera borrarla del disco, la borraría. Era una frase hecha, sin otros sentidos, pero cuando la toco en los conciertos le he cambiado la letra y digo ‘cuando vuelvas, te perdonaré’ o ‘cuando vuelvas, te ignoraré’. Las redes tienen mucha culpa de lo que ocurre. Que opine un filósofo me parece perfecto, pero que opine un psicópata que está en el manicomio y la gente le ponga un dedito para arriba o para abajo… Yo me he alejado de todo eso, no me interesa, no es limpio, no es valiente, no es correcto.
–Barcelonés de raíces albaceteñas. ¿Cómo ve la situación en Cataluña?
-Yo no me pronuncio. Los nacionalismos furibundos me dan miedo, pero entiendo y respeto a los catalanes civiles que tienen una idea de independencia. Estamos en una democracia, eso significa consenso, amabilidad, cariño, entender al otro aunque no estemos de acuerdo y luchar bravamente por conseguir algo bueno para todos.
Fuente: El Comercio – A.Soto – M.Rojo . ENLACE
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