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MG: «Hay que morir con las botas puestas»


El ex Último de la Fila lanza su quinto discoen solitario a la vez que un libro de pinturas, fotografías y reflexiones.

«Yo empecé en esto como alguien que gustaba del rock, quería ser como Pink Floyd o los Rolling, no como Camarón, por ejemplo. Luego me di cuenta de lo que era Camarón, descubrí a Kiko Veneno, Ketama, Triana, Pata Negra… y ya me dije: “Bueno, King Crimson me encantan, pero esto tiene algo”. Fui cambiando de gustos, pero en este disco vuelvo a ese origen rockero del que nunca voy a olvidarme». Así presenta Manolo García «Los días intactos», un álbum grabado a caballo entre Gerona y Los Ángeles, sin experimentos ni nada ajeno a su lado más reconocible.

Fuente: ABC – ENLACE

—Pasa de un disco de inspiración mediterránea y experimental a un disco sin trampa ni cartón. ¿Actúa por impulsos?

—Es lo bueno de estar en solitario. Cuando estaba en El Último de la Fila había que debatir todo… nos peleábamos, nos reconciliábamos… y ahora digo: «Voy a hacer esto», y lo hago cuando quiero y como quiero. Lo que sí he mantenido es las ganas de buscar nuevos horizontes. Por eso, aparte de tocar con mi banda de aquí, con la que sigo encantado, me he ido a conocer nuevos músicos en Los Ángeles.

—¿Cómo se puso en contacto con ellos?

—Escribiendo mi carta de los Reyes Magos, ja, ja. Me explico: leí sobre ellos en el libro «Vida», de Keith Richards, y puse en marcha una maquinaria de contactos para localizarles. Les escribí preguntándoles si les interesaría trabajar conmigo. Escucharon algunos temas míos y accedieron.

—Dice que el disco es muy rockero, y sin embargo el resultado no es tan festivo, es más para escuchar en carretera.

—Sí, yo siempre hago música de carretera, este disco es para escuchar en el coche, algo tipo Costello, Wilco, que por cierto pienso ir a verles… Este disco es 0,5 por ciento cinismo, 20 por ciento juerga y 79,5 por ciento surrealismo.

—Esto me lleva a su nuevo libro, «El fruto de la rama más alta». Ha añadido el subtítulo «Apuntes de campo de un escéptico participativo». Suena a que ya no se cree nada ni a nadie, pero que sigue intentándolo.

—Yo hace mucho tiempo que no me creo nada de lo que nos cuentan. O casi nada, que no quiero parecer tan radical. Pero hay que morir con las botas puestas. Ese es el espíritu del 15-M, no podemos dejar el mundo en manos de políticos y empresarios. Eso de que no se puede parar de crecer porque si no se desmorona todo es un cuento. Tenemos que parar, no nos hace falta tanto para vivir bien.

—Hay algunas reflexiones más naïf, pero otras son pura magia poética, y entre las pinturas hay cosas realmente inquietantes. ¿Qué quiere causar en los que observan su obra?

—Precisamente eso, que observen, pero que observen bien. Quiero darles trabajo. No quiero darles las cosas masticadas. Quiero misterio, la búsqueda de la nada.

—¿Hay algún logro personal pendiente que le obsesione?

—Buena no, buenísima pregunta… Que los años no sean años, que sean ilusiones.