QP: Gran noche de Rock y Rape

Una pareja explosiva, Quimi Portet e Isma Prados, miércoles pasado en la penúltima sesión del Gastromusical del restaurante «El Molí de l’Escala». La combinación resultava irresistible y «El Molí» vivió uno de los grandes plenos de la temporada, tanto dentro del restaurante como a las gradas reservadas para los espectadores que asistian solo al concierto. El buen rollo entre el rockero y el cocinero era muy perceptible, entre otras cosas porque al primero le gusta la buena mesa –aunque el concepto gastro le recuerda a “sal de frutas”– y el segundo tiene también en su corazón de rock’n’roll. Tan pronto Portet entró en la cocina para ayudar a preparar uno de los platos del menú concebido por Prados, y el xef salió a el escenario al final del concierto para substituir el bateria titular de la gran banda de Quimi, Xarli Oliver, para tocar «La Rambla».

Acompañado también por la guitarra de Jordi Busquets –“el mejor guitarrista del mundo y el segundo más guapo”, dijo Portet, y no hace falta decir quién lidera el segundo rànquing– y el bajo de Antonio Fidel, que acompaña des de los tiempos heroicos de Los Burros, ahora hace treinta años, Quimi Portet ofreció uno de sus imponentes conciertos basados sobretodo en unas canciones tan singulares com maravillosas; la contundencia de un grupo de rock clásico, con dos guitarras, bajo y bateria, y un sentido del humor también inimitable. En «el Molí», utilitzó recursos ya habituales, como su petición entusiasta al público porque grite con conceptos clave para un buen cantautor com ahora “libertad” o, más cuestionable en este contexto, “Sabadell”. La gente le sigue el juego y, cuando la palabra “Sabadell” aparece no se sabe como en el medio de una canción, todos gritan con pasión no fingida, com si la capital vallesana no fuera una ciudad, sinó un símbolo cargado de sentido por la audiencia. La ironia és una de las grandes armas de Portet, que no duda a presentar «El meu hàmster va anar a Cuba» (Mi hamster se fue a Cuba) como una canción nacionalista. Com ya deja claro des del primer momento, Portet tiene una béstia en su interior, pero la sabe dominar bastante bién.
El gran misterio de la banda de Portet és que puede sonar como Santana (Vida interior d’un lluç- Vida interior de una merluza), com unos Pink Floyd revolucionados con un apoteseonico solo final de Busquets (Ràdio Infern – Radio infierno) o, casi siempre, como un grupo de peludos electricos muy bien conjuntada. Hasta recordaron Toti Soler (Em dius que el nostre amor – Me dices que nuestro amor) y para interpretar la veraniega Sunny Day , ya en los biscos, Portet se quedó solo con Busquets, com si fuese un crooner tan excesivo com hilarante. Una gran noche de rock… y de rap (langostinado) y pies de cerdo, en la parte gastro del bateria Prados. Salut!

Fuente: El Punt Avui – ENLACE