El músico catalán concluye en Madrid, el 4 de diciembre, su gira de teatros con el disco «Los días intactos». Manolo García afirma que ya tiene ideas en la cabeza para un nuevo álbum.
Manolo García pone este martes, en el Palacio de Congresos de Madrid, punto final a su gira de teatros. Con ella ha presentado en directo, por toda España, «Los días intactos», la más reciente entrega de su discografía.
¿Cuál diría que es el balance de la gira que ahora concluye?
Un balance magnífico, porque este espacio te da una posibilidad de ofrecer un concierto óptimo a nivel de sonido y de luces. No voy a engañar a nadie, el hecho de escoger este tipo de formato medio no es tanto por gusto como por obligación. Todos hemos tocado en sitios grandes otras temporadas, y está bien, pero al final las cosas son así, por la crisis, y todos nos vamos dando cuenta de que hay que tocar para un público más reducido. Hay varios factores que te obligan, supongo, pero también yo he dado giras de invierno en sitios medianos, y la verdad es que me encuentro muy a gusto. Durante años, desde la época de El Último de la Fila, he podido hacer conciertos grandes, en sitios enormes en ocasiones, y sé lo que es eso, pero en cuanto a sonido, iluminación y espectáculo, para mí es mucho mejor este formato, porque hay un acercamiento que humaniza el concierto. A mí, lo de ver al músico en una pantalla gigante porque estás a 200 metros, la verdad es que nunca me ha convencido del todo. Creo que la proximidad física añade emotividad, añade valor al concierto.
El público puede verle la cara. Y el músico, ¿se fija también en los rostros que tiene delante?
Absolutamente. La otra noche tenía una mujer en la segunda fila con unos ojos azules impresionantes, y por un momento pensé «¡Vaya ojazos!». Claro que sí.
En la gira, al menos, no ha habido asientos vacíos. ¿Pero se nota la crisis en el ánimo de la gente?
No. Los que acuden al concierto están ahí, saben el tipo de repertorio que yo puedo ofrecer, y es gente muy bien predispuesta. Son seguidores, y el ánimo está arriba. No sé cómo será ese ánimo media hora antes o tres horas después, pero durante el tiempo que están allí, están contentos, están agarrados, igual que nosotros.
¿Qué tienen sus canciones para seguir emocionando a tanta gente?
Quiero pensar que sinceridad, y que es algo impalpable, no tangible, pero que a nivel melódico, de melodía, de texto, llega. No sé muy bien por qué, porque para mí es difícil analizarlo, lo único que puedo decir es que son sinceras. No hago canciones pensando en vender el disco. Yo hago canciones porque es una necesidad mía de compartir y de mostrar un mundo de quimeras, no ya tanto personal, como mi visión del mundo. Cada artista tiene un discurso, que es como un banderín de enganche, al que cada uno se agarra porque le parece correcto, comulga con esas ideas, con esa forma de sentir, de percibir, y a cada artista nos toca una pequeña, mediana o gran legión de personas que ven el mundo con los mismos colores, o parecidos.
Dentro de ese mundo personal, ¿qué ha aportado «Los días intactos»?
Canciones. El valor que le doy a un disco es el de que contenga nuevas obras, pequeñas, hablamos de obras de tres o cuatro minutos que conmuevan de nuevo, que te hagan mejor persona o más sensible a lo que te rodea, más abierto al mundo, y quiero pensar que mi disco pueda tener algo de eso. La verdad es que la instrumentación, los arreglos son muy, y vuelvo a la palabra, sinceros. Los músicos que están ahí, no es que se dejen la piel, sino el alma, aunque suene grandilocuente. Con cualquier disco que hago me sucede lo mismo. Luego tendrá más aceptación o no, pero no conciboombre, puede haber un disco que haya algún mercenario, que le da un poco igual, pero el porcentaje de músicos tocando de una manera muy entregada y muy sincera es altísimo.
¿Qué le pareció la concesión del Premio de Músicas Actuales a Kiko Veneno?
Bien. Es un hombre veterano ya en el mundo de la música nacional, lleva una cantidad importante de buenas canciones, para mí es un letrista muy ocurrente, muy ingenioso, con mucha chispa. Creo que es merecido.
¿Se está empezando a reconocer la labor cultural de los músicos?
Bueno, el rock ha estado siempre en ese sector de la cultura callejera, popular, donde lo importante era la fiesta, el ruido, el cachondeo. Luego, con los años, han llegado músicos de rock que no solo buscan la parte lúdico, sino también ofrecer una parte más lírica, más poética. Ahí estarían Leonard Cohen, Bob Dylan, Patti Smith, y músicos de todas las nacionalidades, que tienen un interés por el texto, como en ItaliaFranco Battiato. En España se puede citar a Luis Eduardo Aute, por ejemplo, y a Joaquín Sabina, cómo no. Yo he procurado siempre que mis textos sean dignos, que tengan una parte poética importantísima. Que se reconozca es buena señal, porque el mensaje ha calado, y hay gente a la que le llega, no solo gente de la calle, sino que la familia de la cultura empieza a atender a esa llamada musical y le da ese carácter, y ese pequeño trono de poesía musicada al rock.
Ahora cierra la gira de teatros. ¿Cuál va a ser su futuro inmediato?
Quiero empezar ya a componer. De hecho estoy ya con ideas nuevas, y quiero acelerar, no en plan de darme prisa, pero no dormirme, porque el trabajo del músico requiere cierta disciplina. Es un trabajo completamente liberal, un trabajo que nadie te obliga, puedes emprenderlo cuándo y cómo te da la gana. Puedes caer en el peligro del abandono, o la holgazanería, hablando claro. Quiero, entre comillas, obligarme a empezar cosas nuevas, y pintar cuadros nuevos también, para organizar una exposición el año que viene.
Fuente: ABC – Pablo Martinez Pita- ENLACE