MG: ´Sigo haciendo canciones por afán de vida, no de lucro´

Manolo García se renueva una vez más con ‘Los días intactos’, que enseñará los días 16 y 17 en Málaga.

Manolo García se define como un nómada, un callejero tecnofóbico a quien le gusta relacionarse con la gente «en tres dimensiones», reírse hasta de su sombra y hacer las cosas por pura pasión.

Su nuevo disco, Los días intactos, estuvo tres semanas en el número 1 de ventas al publicarse y arranca la Gira teatral con entradas agotadas en muchas ciudades –Málaga entre ellas–. La crisis parece que no va con usted.
No me puedo quejar [Risas]. Los días intactos se está vendiendo muy bien y además, por lo que oigo, está gustando; que son dos cosas que no tienen por qué ir unidas. El disco es un producto y es importante la promoción, que es algo que algunas discográficas están dejando de lado. Aunque también es verdad que la mejor publicidad es el trabajo bien hecho y que la propia gente sea quien lo recomiende.

Su anterior trabajo salió a la venta hace tres años y desde entonces parece que todo ha empeorado. ¿Tenía algún miedo?
No soy una persona timorata ni me amedrento con facilidad. Es innegable que estamos en un momento malo, crítico, pero yo sigo teniendo la necesidad de expresarme, de mostrar y compartir mis cosas con la gente. No me rijo por el dinero, hago canciones por afán de vida, no de lucro. Y tengo la suerte de que me gano la vida con ello, pero eso es un complemento. Yo no soy ni político ni banquero, así que lo único que puedo hacer es aportar poesía, sonrisas y sueños.

¿Nos estamos olvidando de soñar, cree usted?
Sí que necesitamos soñar más, creer en la utopía, realizar un viaje existencial –siempre acompañados–. Y en esta gran tribu que formamos todos tiene que haber gente que ayude a eso, a evadirse de una realidad brutal. Las noticias cotidianas son muy duras, necesitamos defendernos de ese sufrimiento y la actitud positiva ayuda; la suma de toda esa energía algo hará… Lo que es innegable es que el miedo es siempre un mal compañero de viaje, es el arma que utiliza el poder para tenernos callados.

Con el 15M se demostró que podemos ponernos de acuerdo y dejar de estar callados. ¿Cree que ha servido para algo?
Sí que ha servido, ha destapado una caja de Pandora llena de posibilidades insospechadas. Con las redes sociales, de las que no soy muy partidario, es más fácil difundir ideas y aunar a la gente para que salga a la calle. No hay que pensar que todo está perdido y ahora sabemos que podemos volver a salir cuando haga falta. Las leyes que los políticos aprueban por decreto van siempre en contra de la gente de la calle, de lo que se habla en las barras de bar. ¿Por qué difieren tanto? Pues quizá hay que volver a la calle a hacer esas preguntas en voz alta a los políticos. Lo que han formado ahora es un puzle tan estrambótico que tienen que aclararlo.

¿Esa realidad de barra de bar es en la que usted se apoya para crear sus canciones?
Mis canciones son fruto de la imaginación disparatada y de ver la vida a pie de calle. A mí me gusta callejear, ir al bar y pedirme un carajillo, charlar con la gente, vivir la vida real. No le dedico ni un segundo a Internet –soy un tecnofóbico convencido– porque entonces me faltaría algo… Me gusta hablar con la gente, pero en tres dimensiones.

Para cada proyecto intenta siempre cambiar de músicos, de lugar de grabación. ¿Siempre ha sido un culo inquieto?
Siempre tengo ganas de asumir retos nuevos e intento no aburrirme para no aburrir a los demás. Me gusta trabajar con músicos con los que no he estado, conocerlos, ganarme su respeto… Todo eso me hace mantenerme alerta y hace que cada disco sea un viaje vertiginoso del que siempre salen cosas nuevas.

El miedo a repetirse es una de las cosas que siempre tiene presentes, ¿no?
Yo soy curioso, soy viajero y nómada por naturaleza y creo firmemente que un disco es como una historia de amor, tiene que ser algo pasional. Tú no puedes estar 16 años yendo al mismo bar en el que conociste a tu pareja y comiendo la misma tortilla de patatas… ¡Y esto es igual! Grabar un disco también es una historia a dos bandas, entre tú y tú mismo. Está claro que no puedes huir de tu propia voz, pero sí de la música, de los instrumentos… En ese sentido, las canciones de uno de mis discos no tienen nada que ver con las de los demás, y eso es lo que me hace estar ilusionado.

Los días intactos también está lleno de ironía. ¿Es una buena arma para luchar?
La ironía y el humor son muy importantes en la vida. No se trata de tomárnoslo todo a cachondeo, pero hay que saber relativizar y eso no está reñido con la pelea y la lucha. En la vida es imprescindible saber reírse de uno mismo y hasta de los peces de colores.

Estoy alegre es uno de sus nuevos temas. Buena reivindicación… Pero, ¿qué es lo que le da alegría?
Pensar que con mi música puedo hacer que los demás también se alegren. Que me pare gente por la calle y me diga que le he ayudado en algo, que se divierte o que simplemente se distrae con mi disco o mis conciertos. La de dar alegría es una posibilidad maravillosa que me han dado los dioses o quien se encargue de todo este lío.

Además de su disco parió también un libro, El fruto de la rama más alta –textos, pinturas y reflexiones–, y una exposición. ¿Cómo es el Manolo García pintor?
Muy trabajador, eso sí. Y no sé, tengo un estilo barroco, recargado; un poco como en la música. Mis cuadros están llenos de colores y de personajes diferentes y tienen un estilo onírico, aunque también intento mantener un trazo realista.

¿Siempre ha pintado?
Desde niño. Guardo un dibujo que hice a los diez años y desde entonces no he parado. Yo estudié Artes Aplicadas y siempre me ha gustado, aunque como hobby. Nunca he pintado con pretensión de vender la obra, pero sí me gusta hacer de vez en cuando exposiciones para enseñar lo que hago.

Apuntes de campo de un escéptico participativo es el título de la exposición que ahora inaugura en Madrid. ¿En qué cree este escéptico participativo?
Creo en las personas una a una, en la buena voluntad, la entrega, la generosidad… En las personas que se olvidan de sí mismas para ayudar a los demás. Y hay muchas.

Fuente: La Opinión de Málaga – ENLACE