El artista catalán ha vendido todas las entradas para su concierto de este sábado en el Bilbao Arena de Miribilla. Y llega con un libro de relatos aún caliente bajo el brazo
No es corriente en el mundillo de las personalidades de la música que cuando les llaman para una entrevista contesten desde su propio móvil, y mucho menos conduciendo, como Manolo García: «Dame 20 minutos, que llego a un sitio, aparco y hablamos lo quieras». 20 minutos después… «Ya estoy, he venido a una tienda a comprar unas telas para pintar, de unas medidas concretas». Aunque tiene ‘sold out’ allá donde va a tocar, sigue concediendo entrevistas sin tiempo prefijado, logrando que periodistas con el culo pelado detecten a través del teléfono una autenticidad difícil de encontrar.
Porque Manolo García (Barcelona, 1955) es simplemente lo que uno espera, lo que parece. Aunque parezca un ‘fake’ que cuenta ya 69 años, porque Manolo García no tiene edad. Como dice él, «cumplo ilusiones, lo otro es una convención social escrita en el DNI». Cuántas generaciones conservan momentos al calor de sus canciones, y cuando suena una de ellas se reconfortan con su voz de terciopelo moruno, «tan lejos los recuerdos de días felices y extraños», cantaba él.
Fue un burro, fue el último de la fila, es el hombre que llena pequeños teatros y grandes recintos, capaz de encender a las multitudes hasta la insurrección, de destinar la taquilla del concierto de Valencia a los afectados por la dana, de cantar en euskera para los niños como denuncia del ‘Prestige’… Que escribe el libro de relatos ‘Títere con cabeza’, donde defiende «dar valor a las cosas más anodinas y sencillas de la existencia»; que bautiza su gira con un título tan comprometido como ‘Cero emisiones contaminantes desde ya’. Ese hombre que llenará de poesía y escalofríos el Bilbao Arena de Miribilla este sábado ha llegado muy lejos llamándose Manolo García, sencillamente, como esas «flores raras que crecen en las aceras para ti».
Lee la entrevista completa en: Manolo García: «Nos han cambiado las cosas sencillas de la vida por baratijas» | El Correo Foto Enric Fontcuberta