Manolo García reina en Córdoba

¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité? y No tengo trono ni reina / Ni nadie que me comprenda / Pero sigo siendo el rey son las estrofas con las que Manolo García ha abierto y cerrado, respectivamente su esperado concierto en Córdoba. Manuel García García-Pérez sabe que empezar con Insurrección, ese gran clásico de El Último de la Fila –banda de muchísimo más que pop-rock que comandó el de Barcelona junto a Quimi Portet entre 1984 y 1998, y perteneciente al álbum Enemigos de lo ajeno (1986)-, es ganarse al público desde el minuto uno del recital.

Si la siguiente canción, como ha sido, es Lejos de las leyes de los hombres -también de El Último de la Fila y primer corte de ese álbum que merece muy mucho revisitar, como toda la discografía de la banda– pues el público se entrega mucho más. Y aún más todavía si el tercer tema, como es el caso, es Lápiz y tinta (del LP también de El Último de la Fila Astronomía razonable). Los tres son, insisto, tres grandes clásicos del pop-rock en español que, como el buen vino, saben mejor con el paso de los años.

La segunda de las estrofas es la última de la ranchera El Rey, del mítico Charro de Huentitán Vicente Fernández, padre del también cantante mexicano Alejandro Fernández, una canción que Manolo García le regaló al respetable, que, acompañándolo, la cantó con todas sus fuerzas en un Teatro de la Axerquía a rebosar. Antes de ello, como si de un coro se tratara, el público ha cantado casi a capela y dirigido por el propio cantautor del Poblenou de nuevo Insurrección. «¿Queréis otra canción? Pues vamos a acabar como empezamos [con Insurrección], y esta vez quiero que la cantéis vosotros», le ha insistido al público tras el segundo de los bises.

Tras esta última estrofa de El Rey que ha cerrado el concierto sería muy fácil tirar de tópicos y titular este artículo Manolo García conquista Córdoba, pero es que ya la conquistó hace décadas.»Recuerdo perfectamente la primera vez que toqué con El Último de la Fila en Córdoba«, ha relatado al respetable después de interpretar Lápiz y tinta. Lo que quizás desconozca Manolo García es que en ese concierto ya conquistó Córdoba. Como bien me recordó Carlos García Merino, periodista y gran documentalista cordobés, ese recital de mediados de los 80 supuso un antes y un después en el Teatro de la Axerquía. Hubo tanta gente que se saltó las tapias del recinto para no perderse ese recital que el Ayuntamiento aprobó tras el mismo una reforma urbanística para subir la altura de esos muros. 

Manolo García, en su concierto en el Teatro de la Axerquía.
Manolo García, en su concierto en el Teatro de la Axerquía. / JUAN AYALA

Que Manolo García reina en Córdoba lo ha demostrado lo vivido en un concierto muy esperado en la ciudad después de que se viera obligado a retrasarlo de mayo a septiembre tras contraer covid. El del Poblenou llegaba también a la ciudad califal después de publicar dos discos a la par, Mi vida en Marte y Desatinos desplumados, algo que muy pocos músicos se atreven a hacer si no se llaman Bruce Springsteen -este último lo llevó a cabo con Human touch y Lucky town en 1992-. Y como Bruce Springsteen ha logrado la entrega del público durante un maratoniano recital, en este caso de más de dos horas y media en un Teatro de la Axerquía en el que no cabía ni un alfiler. Tiene mucho mérito llenar ese recinto, algo que muy pocos consiguen.

En este concierto, «en el que hemos mezclado temas antiguos con modernos, esperando que sea de vuestro agrado», como el mismo músico ha destacado, se ha vivido una experiencia religiosa por parte de los más profanos al manolicismo y una experiencia mística por parte de los fieles al mismo, que ríete tú de los éxtasis de Santa Teresa. Todo ello con un selecto setlist o repertorio muy cuidado encajado como un maravilloso puzle y compuesto por seis canciones de El Último de la Fila -Aviones plateadosInsurrecciónLejos de las leyes de los hombresLlanto de pasiónLápiz y tinta y Sara-, seis de Mi vida en Marte (2022) Diez mil veranos, No lloras y juras, Quisiera escapar, Reguero de mentiras, Sabré quererte y Un poco de amor-, cuatro de Los días intactos (2011) –Estoy alegreUn alma de papelUn año y otro año y Un giro teatral-, dos de Desatinos desplumados (2022) –La Maturranga y Laberinto de sueños (la geografía del rayo)– y tres de Nunca el tiempo es perdido (2001) –Con los hombres azulesSomos levedad y Nunca el tiempo es perdido-.

No han faltado tampoco cuatro de su multiaclamado debut en solitario, Arena en los bolsillos (1988) –Pájaros de barroCarbón y ramas secasPrefiero el trapecio y A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando-, temas que, como los de El Último de la Fila, han encendido al público. Además de la mencionada ranchera El Rey. Todo ello en un espectáculo ofrecido por un músico al que su grandeza no le ha restado ni un ápice de humildad, como demuestra el hecho de que durante todo el tiempo ha interactuado con ese público entregado que le da todo y al que él le da todo, al que incluso le ha regalado botellas de agua para combatir las altas temperaturas desprendidas también por tanto calor humano. «Córdoba, sois la hostia, gracias por ser así, por hacernos sentir tan felices», ha gritado en un momento al respetable que comulga, y muchísimo, con él; respetable que le ha devuelto un «tú sí que eres la hostia, Manolo».

Anécdotas aparte, buena parte de culpa del éxito de los conciertos del de Poblenou la tiene la banda que lo acompaña. Manolo García siempre ha sabido rodearse de buenísimos músicos. Una banda que lidera en la dirección musical Ricardo Marín (guitarras) -quien llegó a telonear al mismísimo rey del blues, B. B. king- y que completan el gaditano de La Línea de la Concepción Juan Carlos García (teclados), Íñigo Goldaracena (bajo), Victor Iniesta (guitarras), Olvido Lanza (violín), José Ordóñez Josete (guitarra española y laud) y Charly Sardá (batería).

Con ellos, parafraseando el título de un disco de otro rey, el del rock, Elvis Presley, Manolo García demuestra concierto tras concierto que miles y miles de fans no pueden estar equivocados al admirar sus recitales y su música. Y con ellos Manolo García ha vuelto a demostrar, el día del fallecimiento de la Reina Isabel II de Inglaterra, que él reina en Córdoba. Dios salve al Rey. Larga vida al Rey.

Fuente: El Día de Córdoba – F.J. Cantandor – Fotos Juan Ayala – ENLACE