Manolo García: «Córdoba es una ciudad caliente, y no solo en lo meteorológico»

El inagotable Manolo García llega este jueves al teatro de la Axerquía de Córdoba para presentar dos discos de una tacada publicados este mismo año: ‘Mi vida en Marte’ y ‘Desatinos desplumados’. Leyenda viva del pop y rock en español, es autor de más de 300 canciones recopiladas en nueve discos de estudio en solitario y otros tantos en grupos como Los Rápidos, Los Burros y El Último de la Fila.

-¿Cómo se encuentra? Tuvo que reprogramar la gira por culpa del covid…

-Bien, ya lo he pasado dos veces. Pero bueno, como muchísima gente. Con afonía, dolor de pecho… Tuve que tomar medidas drásticas y no deseadas, pero ahora llevo ya bastantes conciertos y la gira está yendo muy bien.

-En todo caso, parece que la pandemia le ha resultado muy fructífera, a la vista de que este año ha lanzado dos discos con 27 canciones… ¿Cómo ha vivido este tiempo?

-Con mucha incertidumbre, temor, sorpresa… Esto nos ha pillado a todos a traición, aunque uno intenta tirar para adelante porque no puedes dejarte arrastrar. En mi caso, como ompongo en un lugar cerrado, he intentado sacar algo bueno de lo malo. He trabajado mucho, he pintado y escrito mucho. He intentado dar luz a la oscuridad que se cernía sobre nosotros. 

-¿Nunca se cansa de componer o de crear?

-No, porque a temporadas soy compositor, a temporadas músico y de pronto me convierto en pintor. Voy mutando. Intento no cansarme. Lo importante para mí es tener ganas de componer, porque a la fuerza es imposible. Puedes conducir un autobús a la fuerza, pero crear de la nada no es fácil, no hay pedales que apretar. Aquí todo surge de la emoción. Siempre utilizo el símil de la gota del pozo. Cuando empieza a salir lodo, hay que parar para que el agua se regenere. No soy un enfermo ni de las giras, ni de grabar… Ahora esta semana tengo conciertos en Córdoba y en Puertollano, y me ilusiona mucho siempre, ahora más que nunca, pero cuando vuelvo a casa ya no ejerzo de músico. Hoy, por ejemplo, soy otro, soy pintor. 

-¿Lleva la cuenta de cuántas canciones ha compuesto?

-Desde el año 81 que empecé a componer, con Los Rápidos, Los Burros o El Último de la Fila, más de 300,  tirando a 400…. De algunas te olvidas completamente. Tengo que buscarlas, mirar los acordes, las letras… Sería un superman musical si las recordara todas. A veces me pasa que estás en un bar y suena una canción tuya y, coño, ya no me acordaba.

-¿Qué le inspira a la hora de crear una canción?

-Lo fascinante de la vida, nosotros como seres pensantes somos una fuente de canciones. El comportamiento humano es fascinante. Somos ángeles y demonios. Tocamos los cielos y caemos en la sima más profunda. La emoción de vivir, y no quiero parecer pedante.  

-¿Es un proceso solitario? Cuenta que en ‘Mi vida en Marte’ incluso la grabación se hizo a distancia…

-Cuatro o cinco canciones se hicieron a distancia y no quise más porque no me gusta. No me gustan los mensajes ni el whatspp… Y no te contaré lo que es grabar con personas que están a 10.000 kiómetros de distancia. Yo quiero tocar junto a mis compañeros, sentarnos juntos, ver las miradas, el gesto que es tan importante. Esa energía fluye. Y luego quiero irme a tomar una cerveza con el guitarrista, eso es vida. Y si te tomas un carajillo, hasta puedes descubrir una cuarta dimensión. Además, cuando grabas cara a cara, das vida a mucha a gente. Es algo prosaico, pero hay que tenerlo en cuenta. 

-¿Se imagina viviendo en Marte? ¿Le gustaría?

-Ni aunque me pagaran, ni harto de vino. Rebañamos el plato aquí y nos vamos allí. El rollo futurista siempre lo he detestado. De Marte, lo que me gusta son las canciones de David Bowie… ¿Qué coño hacemos en un pedrusco, sin vegetación y sin agua? Necesito comemerme unas lechugas, unos rábanos… Y luego está la necesidad de huir de las marcianadas que hacemos, algo que ha ocurrido desde que el mono bajó de los árboles.  

-Alguien le propone añadir un bonus track y entrega un disco entero. ¿’Desatinos desplumados’ es una especie de reto personal? ¿Un desatino en sí mismo?

-De ‘Vivir en Marte’ se habían quedado algunas canciones en el tintero, había una rumba por ahí, otras que estaban pespunteadas y me puse en serio. Voy a hacer una parte nueva del disco para que sea doble, me dije, porque ee crecido escuchando música de los Class o de Bruce Springsteen… Y me hacía ilusión. Todo consiste en tener ganas y en emocionarte. Te creces. Avanzas y escribes textos. Más de la mitad de las canciones las hice en cuatro días intensísimos. Prima la guitarra española, con alguna guitarra eléctrica muy sencilla, que son mías. A la hora de poner el título, estaba desplumado y desatinado. Proponerte esto es de locos, porque las canciones no salen cuando tus quieres, sino cuando los dioses te las lanzan. Es un desatino pretenderlo. Casi no comía… Unos bocadillos de salchichón, dos dedos de vino con agua y cuatro olivas. Fue un reto y un disfrute.

-Suena mucho más aflamencado de lo habitual…

-Flamenco es una palabra mayor porque yo soy músico de pop. Es una amalgama de sonidos. Ahí están Los Chichos, Los Chungitos, Las Grecas, Lole y Manuel, Triana… Es una forma sonora patria, muy del Sur, que ha calado en otros territorios. 

-¿Qué se van a encontrar los seguidores que vayan al concierto de Córdoba?

-A un sevidor ilusionado, alegre de volver a Córdoba, donde desde El Último de la Fila siempre me han recibido muy bien, fue apoteósico. Siempre que he vuelto a Córdoba me siento como en casa. Y, además, Córdoba es una ciudad muy caliente, y no solo en lo meteorológico. Y yo siempre intento ofrecer lo máximo. Presentaré canciones nuevas, no todas, porque son 27, y algunas de las de antes.

-¿Alguna canción que nunca pueda dejar fuera del setlist?

-Pájaros de barro nunca se puede quedar atrás. Y, además, yo no soy de esos músicos que se cansan. Yo las reciclo, las canto diferentes, las toco de manera distinta… En cada gira la cambio. Además me gusta, estoy muy a gusto con esa canción.

-¿Alguna vez se ha cansado de cantar ‘Insurrección’? La compone, ¿y qué piensa…?

-Siempre la toco encantado. Éramos un grupo nuevo y nadie apostaba por nosotros. Aquel disco lo grabamos todo muy barato, muy humilde. La propuse como single y me la tiraron para atrás. Y ahora la conoce todo el mundo. Quimi Portet y yo la compusimos y grabamos en dos horas. Y dije, esta canción está bien… El creador sabe que un tema puede tener potencial. Es como Diez mil veranos, que abre Mi vida en Marte, que sabes que puede gustar. O como Reguero de mentiras, que sabía que la voy a tocar mucho porque desde el principio llega a mucha gente. 

-¿Podría vivir sin libreta, sin guitarra…?

-Difícilmente. Me faltaría algo emocional, vital y básico. Lo intentaría sustituir con un mundo en la naturaleza. Me dedicaría a pintar y quizás sería pastor, pero jamás me iría a Marte.

Fuente: El Día de Córdoba – Angel Robles – ENLACE