Libros indispensables para detener el tiempo, por Manolo García

Casi todo el mundo conoce a Manolo García por su larga carrera musical, primero en Los Burros, después en El último de la fila y, durante las últimas dos décadas, en solitario, pero reducirlo a la categoría de “cantante” sería tremendamente injusto. Eso queda patente en El fin del principio, su tercer libro, que lo descubre de nuevo como pintor y, sobre todo, como poeta. “Cuando me decidí a publicar, en el primer libro hice un cancionero ilustrado, por las ganas de mostrar mi trabajo plástico. En el segundo, El fruto de la rama más alta, ya hay una acumulación de textos que voy escribiendo regularmente para canciones. En esta ocasión me tiro directamente al libro, no ya como contenido musical”, explica a través de “un móvil de estos de cinco euros” a Librotea.

Quien haya seguido su trayectoria no se extrañará de esa querencia por lo poético. “En los últimos dos años y medio he ido escribiendo mucho, en los lugares más insospechados, y he ido acumulando textos”, relata. “Esos textos me han dado una vida plena, en horas de AVE, en horas de bar, en horas de sofá… La escritura me ha ayudado a vivir con plenitud, una plenitud que yo necesito. No me hago a la idea, o no me conformo, con ser un número en Hacienda, o ser un móvil controlado al cual mandan anuncios, o ser una persona filmada por cámaras a su paso por las ciudades. Saber que solo soy, o que somos solo eso, me decepciona”.

El fin del principio – García, Manolo

El fin del principio es un punto y aparte, un viaje de ida y vuelta,«como si de los viajes se pudiera volver», para el que no hay billete de regreso. … 

En El fin del principio hay, en efecto, un espíritu de resistencia, de oposición a la vida alienada e hipertecnificada, repleta de servilismo y rácana con los placeres sencillos. “Yo soy de esas personas que tiene la sensación de que he llegado tarde a un mundo demasiado gastado”, afirma. “Que este mundo frenético, con todas sus modernidades, con altavoces a los que se les puede hablar y suben o bajan persianas, no es mi mundo. Ni lo he vivido ni me interesa. Es más, lo rechazo y me alejo de él todo lo que puedo. Se han ido perdiendo avances sociales, laborales…. ¿Por qué unos trabajan 12 horas al día y otros están tiraos? ¿Por qué no se reparte el trabajo, por qué no se consume de una manera razonable? Cuestionarme todo eso es lo que me lleva a escribir. Si viviese en un mundo equitativo, justo, natural, a lo mejor no haría canciones ni poesías, estaría como Gauguin, en una playa”, bromea.

La situación actual, paradójicamente, puede hacernos reflexionar sobre lo absurdo de nuestro ritmo de vida anterior a la pandemia. “Este tiempo está sirviendo de reflexión para mucha gente, lo que pasa es que nosotros vamos en los vagones, y el problema está en la locomotora”, afirma. “La macroeconomía, la alta política… Ellos tiene otros planes, por eso siempre están frenéticos. Tienen la manía de acumular: poder, dinero, bienes materiales… Ellos son la máquina que nos lleva. En una ristra de vagones estamos la ciudadanía, y estos días de confinamiento nos han servido para reflexionar. Unos han ratificado lo que ya sabían, otros lo han descubierto. En un mundo más justo, en el que las cosas se hiciesen de una manera más conveniente para todos y no para unos pocos, con mucho menos, con menos viajes, menos frenesí, uno también es feliz”.

En estos días, además de presentar El fin del principio, Manolo García ultima una recopilación de canciones en directo, Somos levedad, que se publicará el 3 de julio, y un nuevo disco, que “si todo va bien, saldrá el año que viene”. También, por supuesto, para leer. “Yo empecé muy joven, cuando me encontraba desubicado, en un barrio obrero, donde la gente vive de las empresas metalúrgicas, un trabajo muy duro. Yo veía a mi padre viniendo del campo de pequeño, le veía en esa fábrica trabajando, y empiezo a pensar si la vida es esto… Por eso empiezo a leer, a instancias de un profesor mío de bachillerato, y por una prima que me regala un libro llamado Vidas de grandes jefes indios. Y, como todo el mundo a esa edad, con Salgari, con Verne… El siguiente paso lo doy con Jack London, y a partir de ahí ha sido un no parar”.

García resalta “la compañía que nos han hecho los libros en el confinamiento”, porque él vive entre escritores. “Cuando estoy leyendo a Borges siento que está ahí, que me habla, o cuando estoy leyendo a Faulkner estoy en su condado imaginario, en sus pantanos… estoy en esas vidas. He vivido muchas vidas a través de ellos: estoy en Manila con Gil de Biedma, en el lugar donde guarda sus apuntes Benedetti…. Con eso ya logré salir de allí, estaba en el barrio pero no estaba en el barrio. Ya no jugaba al balón, estaba en el bordillo sentado con mi libro. Me empiezan a tildar de tipo raro, pero yo pienso que lo que soy es un tipo libre. Empiezo, por lo menos, a intentarlo”. Por ejemplo, con esta selección de libros que le han marcado en la vida.

Estantería

Los ensayos – Michel de Montaigne
Para mí son impagables, uno de mis libros de cabecera. Se puede abrir por cualquier página y siempre pescas algo

Memorias de Adriano – Marguerite Yourcenar
Es un libro maravilloso, con mucho calado. Lo he leído tres veces y las tres las he disfrutado, y diría que la última ha sido la que más.

En la frontera – MCCARTHY,CORMAC
Para mí, Cormac McCarthy es un heredero de Faulkner. Más liviano, dicho en el mejor sentido.

Historia universal de la infamia – Jorge Luis Borges
Es un escritor que me ha acompañado siempre, me subyuga, me toca siempre la fibra.

Las personas del verbo – Jaime Gil de Biedma
De la cantidad importantísima de poetas que han dejado una obra magnífica, a mí este hombre y su manera de escribir poesía me dio una visión distinta, fue un punto y aparte en mi modo de leer poesías.

Fuente: El País – ENLACE