Manolo García en el Tívoli “Una hermosa vuelta de tuerca a un cancionero universal”

Es difícil de creer que en los casi cuarenta años de trayectoria musical (contando sus aventuras con Los Burros, Los Rápidos y El Último de la Fila, además de sus veintiuno en solitario), Manolo García jamás haya hecho una gira acústica hasta ésta.

Es por eso que andaba un servidor con muchas ganas de ver un poco más desnudas y en esencia, parte de esa maravillosa colección de joyas musicales con forma de canción, que ha ido creando ininterrumpidamente a lo largo de su trayectoria este artesano musical, en cada una de sus épocas.

Manolo García es sinónimo de alma, de amor a cualquier tipo de expresión artística. Sinónimo de amor a la vida, a lo cotidiano, a lo humano. Amor a la belleza de lo intangible. Sinónimo de emoción,  y respeto a la naturaleza, a lo esencial, a los orígenes, al aquí y ahora por si no hay mañana. Un “disfrutador profesional” en este bello sueño que es vivir (como dice nuestro querido amigo común y su director musical en esta gira, Ricardo Marín).

Otra cualidad innegable es su respeto por la canción. Esa representación musical que perdurará a través del tiempo, y donde Manolo cual orfebre antiguo, cuida cada uno de los innumerables matices musicales que definen cada una de sus canciones en hermosos paisajes sonoros que envuelven emotivas historias, gracias a unos textos que rezuman emoción y calidad por igual.

García es reconocido además de por sus canciones, por sus directos.

Al igual que “The Boss” Bruce Springsteen (con el que compartió escenario el 9 de septiembre de 1988 en el concierto de Amnistía Internacional por los Derechos Humanos) la pasión desmedida, entrega, calidad de sus músicos y la duración de sus conciertos, genera una comunión con su público difícil de comparar al de cualquier otro artista. Algo que trasciende mucho más allá del fan. Algo difícil de explicar que hace que  muchos Manoleros/as (como ellos/as se definen y a los que conozco personalmente) lo hayan visto más de cien ocasiones en directo por todo el país.

El teatro Tívoli de Barcelona, con una cuidadísima escenografía diseñada por el propio García, sería testigo de una noche inolvidable para el público, que agotando las localidades desde hace meses, iba a  presenciar casi tres horas de un concierto mágico. Un viaje emocional para todos los allí presentes.

Fotografía: Eva Ortiz

Comienza el espectáculo con la maravillosa y polifacética Olvido Lanza tocando una introducción con su característico violín, atravesando la platea entre el público hasta llegar al escenario donde la espera Manolo con su guitarra acústica rascando los acordes de “Exprimir la Vida”. Mientras Manolo interpreta el tema a guitarra y voz, Olvido lo acompañó de forma magistral, únicamente con un instrumento muy desconocido y dificilísimo de tocar: el Theremin, en una declaración de intenciones de lo que sería el concierto.

Para esta gira acústica, García cuenta con su banda de siempre: Ricardo Marín, todas las guitarras habidas y por haber; Víctor Iniesta, guitarra acústica y española; Juan Carlos García, teclados y percusión; Charly Sardà, percusiones; Olvido Lanza, violín y viola; Josete Ordóñez, bandurria, laúd y Íñigo Goldaracena, Contrabajo.

A diferencia de otras giras en esta ocasión también vemos a Manolo tocar la percusión, harmónica, un platillo y la guitarra acústica.

Fotografía: Eva Ortiz

Otra particularidad del repertorio fueron sus numerosas visitas de canciones de su época de Los Rápidos y El Último de la Fila: “San Gennaro”, “Navaja de Papel”, “En los árboles”,  “Llanto de pasión,“Ya no danzo al son de los tambores”, “Sara”, “A veces se enciende”, “ Lápiz Tinta” o “Canta Por Mí”, provocando así el delirio de los más nostálgicos.

Innumerables momentos sublimes como: la versión de “Sabrás que andar es un sencillo vaivén” con una increíble introducción de percusión por parte de Charly y Juan Carlos que llevan la canción a otro nivel, el “improvisao tablao flamenco” en “La sombra de una palmera” con fiesta gitana incluida, “Océano Azul” con el primero de los numerosos paseos entre el público por parte de Manolo, una versión zen del conocidísimo “Pájaros de barro”, o la divertidísima versión de “Si te vienes conmigo” donde todo el público, a modo de surrealista coro, acabó “maullando, ladrando y piando” en una escena digna de un film de Kosturica.

Fotografía: Eva Ortiz

Pero si he de sobresalir un momento, sin duda alguna me quedo con la versión de “Ardió mi memoria” donde Olvido me maravilló con una performance a modo de improvisada danza (me confirmó después que cada día es totalmente diferente) regalándonos un hermoso ejercicio de vida, libertad, fuerza, raza, sensibilidad y donde se crea una perfecta y armónica conjunción entre tres disciplinas artísticas: música, danza y poesía, ante lo que no puedes más que rendirte a tus emociones y agradecer lo afortunado que eres presenciando semejante regalo para tus sentidos y tu alma.

Reflexiones vitales, invitación a mirarnos, tocarnos, pararse, respirar, y cervecera con amigos dan paso a una preciosa intro de Juan Carlos al piano para regalarnos “Sobre el oscuro abismo en que te meces”  donde a mitad de canción pasa a un tumbao rumbero, para acabarla con un final de rock n roll clásico.

Una fiesta mozárabe con la versión de “San Fernando”, recuerdos de Somorrostro, suciedad, ratas, pero a la vez, solidaridad entre sus vecinos, dan paso al medley de “El Último de la Fila”. El Tívoli en pie canta cada una de las canciones olvidando donde están y viajando en el tiempo como si estuvieran en un concierto en una cálida noche de verano al aire libre en un campo de fútbol, o en la Sala Zeleste , a finales de los ochenta.

Fotografía: Eva Ortiz

Llegan los bises y  la hora de disfrutar del grandísimo Ricardo Marín con un increíble momento de guitarras y efectos donde nos lleva a sumergirnos en Led Zepellin, Pink Floyd o en alguna joya no muy conocida, pero de obligatoria escucha, como “Dónde los ríos se hacen Mar” de su propia creación. 

Fotografía: Eva Ortiz

Clásicos ya, en la carrera de Manolo como “Carbón y ramas secas”, “Somos Levedad”, “Una tarde de sol”, “Para que no se duerman mis sentidos” y “Un giro teatral” dan paso a un segundo bis donde por supuesto no podía faltar por petición popular el himno generacional “Insurrección”.  Por que sí, por que le apetecía, y porque estaba a gusto, nos deleitó para echar el cierre con la mítica ranchera del maestro José Alfredo Jiménez, “El Rey”.

Quiero remarcar especialmente, el increíble estado de forma  a nivel vocal de Manolo. Simplemente ES_PEC_TA_CU_LAR y lo digo como cantante que soy, con conocimiento de causa. Treinta y una canciones, tres horas de concierto e interrelación total y directa con el público durante todo el show, y ni un solo ápice de reserva.

Fotografía: Eva Ortiz

Por eso solo puedo desearte muchas más giras para que dentro de otras cuantas, vuelvas a darle otra vuelta de tuerca y nos dejes otra vez boquiabiertos como has hecho con este espectáculo….y es que no hay nada más sabio que aquella frase de una de sus canciones y que aplico constantemente como modus operandi vital….”Es mejor sentir que pensar”….gracias por hacerme sentir Manolo.

Fuente: WeliveMusic – Fotos Eva Ortiz – José Masegosa: https://www.welivemusic.es/manolo-garcia-en-el-tivoli-una-hermosa-vuelta-de-tuerca-a-un-cancionero-universal/

Galería de fotos de Eva Ortiz: https://www.flickr.com/photos/148288577@N03/albums/72157712211352828