Manolo García: «Yo me siento fuera de lugar en este mundo industrial y tecnológico» (20Minutos)

Manolo García acaba de publicar ‘Geometría del rayo’, el séptimo disco de su carrera en solitario.

El cantante y compositor ha hablado con ’20minutos’ sobre su pasión por la cultura y las artes.

Justo cuando cumple dos décadas de trayectoria en solitario, el cantautor catalán Manolo García lanza Geometría del rayo, un nuevo disco compuesto por 16 canciones dedicadas «a todos aquellos que no pueden vivir sin arte en cualquiera de sus manifestaciones o modalidades, y que no se quieren conformar con la cultura del entretenimiento fácil de nuestro tiempo».

El lanzamiento del disco ha coincidido casi con el incio de una nueva gira que comienza el 6 de abril en Girona y que llevará al cantante, compositor, poeta y pintor por toda España.

¿A qué se refiere cuando habla de entretenimiento fácil?
A ver, yo creo que los entretenimientos deben ser fáciles pero han de ser útiles también, han de servir para que tú llegues a un estado de calma, de placidez, de no ego.

¿Por qué Geometría del rayo?
Es una licencia poética por mi afán, recalcitrante a veces, de encontrar el lirismo, de buscar la poesía a todo. Y mira que nos lo ponen difícil, porque la sociedad está siempre convulsa, sufriendo, pero yo busco la pequeña cosa esa que te salva el día. Es una necesidad de sacar cabeza, de no asfixiarte, porque si te descuidas es un machaque total.

Hay que vivir y hay que luchar denodadamente para que los espíritus salgan a flote y tiren para arriba y no estar siempre contra las cuerdas. La música, el arte en general, es una buena herramienta para ello. A veces pienso el ser humano sin cultura, sin arte, no es ser humano, es humano, sin más, que se dedica a comer cada día, a sobrevivir como puede, la cultura nos da el ser. Sin eso, nuestra vida consiste en ganarnos el sustento y con mucho sufrimiento, porque todo lo organizan para que todo sea más difícil cada vez en vez de más fácil.

Parece que no le gusta lo que ve a su alrededor.
En un mundo donde el dinero es el principal motor tiene que haber para todos, no ya en forma de dinero sino de vida digna. Y el empeño parece que es el contrario, machacar a la gran mayoría para que una minoría viva cada vez mejor.

Además, irónicamente, ahora cada vez es más difícil acceder a cierta cultura que está en las catacumbas. Parece que volvemos a tener que hurgar en rincones recónditos para sacar la cultura del pensamiento, la cultura donde se busca lo importante, la libertad. La cultura y el arte son el vehículo perfecto para ser libres.

Según lo define usted, la música y la poesía están muy unidas.
Absolutamente. Me parece genial el Nobel de Dylan por ejemplo. Claro que es un literato, claro que escribe con sabiduría. Y supongo que si ahora mismo viviera, Borges –que a mí Borges poeta me gusta–, no estaría descontento de que un buen músico hiciera con alguno de sus poemas una obra musical. Creo que es un vehículo perfecto para llegar a la gente.

La música popular, que es la que yo hago, está muy bien, es algo sencillo pero que puede llevar la emoción, crear sentimientos en la gente. La música puede poner a las personas en estado de felicidad, por minutos, por horas, y eso es muy bonito, y muy útil, y más en los tiempos que corren, que vivimos casi en la cultura del miedo y de la multa.

En el disco habla mucho sobre el paso del tiempo, ¿piensa mucho en eso?
No, pero siento que el aprendiz que soy tiene menos tiempo para aprender tantas cosas como querría aprender.

Dice en su primer single que nunca es tarde, ¿para qué?
Nunca es tarde para todo, para empezar a vivir, para abrazar a quien tienes que abrazar, para decir lo que tienes que decir, para luchar por tus derechos, para querer a todo el mundo, para no odiar a nadie, para vivir en paz contigo mismo y con los demás, para ser feliz y buscar la dignidad en tu vida, para luchar por la naturaleza y disfrutar de ella.

Y dice también que es mejor reducir las necesidades de uno que tratar de satisfacerlas, ¿usted lo hace?
Sí, siempre. Yo soy una persona bastante austera, con lo que tenga estoy contento, no quiero más. Yo doy gracias de la suerte que he tenido, primero de trabajar en lo que me gusta. Yo a cambio, para cumplir de alguna menera con esas deidades o quien se cuide, lo hago con todas mis ganas. Soy trabajador, soy currante. Ya que trabajo en lo que me gusta, no soy nada haragán.

Y luego, no me gusta ni la ostentación, ni ese tipo de situación en la que alguien apuesta por una posición como de superioridad. Yo hago una cosa siempre en los conciertos, me bajo al público. Sé que lo hacen más músicos, yo lo hago de toda la vida. ¿Por qué? Porque somo iguales, ese es mi mensaje. Somos todos iguales y estamos en el mismo barco.

Cuantas más necesidades te creas o dejas que te creen –el mundo del egoísmo–, peor vas a vivir, más infeliz vas a ser, menos tiempo vas a tener para lo esencial. Todo el mundo dice eso de que con poco se vive, pero luego todos intentamos ir a más. Estamos en esea dicotomía en nuestra sociedad, por eso a veces es bueno volver a la Antigua Grecia.

De esas escasas necesidades, ¿cuál diría que es imprescindible para usted?
Los libros. Yo leo y releo mucho. He releído a Pío Baroja bastante, 2666 de Bolaño lo he leído tres veces, leo mucho a Cormac McCarthy, Faulkner…

Habla mucho sobre los elementos, el mar, el cielo, la Antigüedad… ¿a qué se debe?
A mi amor por la naturaleza. Yo me siento fuera de lugar en este mundo industrial y tecnológico, no me interesa nada. No lo digo para ir de guay. Desde niño me he sentido como alguien que ha llegado demasiado tarde a un planeta demasiado gastado.

Ahora estoy leyendo la vida de Casanova. Venecia, 1700. Quiero eso por favor, quiero ese tiempo y más atrás. De acuerdo, la vida debía de ser dura, pero más pura, más limpia: el aire, las aguas, la naturaleza… Nos la estamos cargando, estamos contaminando a toda máquina. Claro que echo en falta la naturaleza. ¿Quiero que todo vuelva atrás?, ¿soy una persona inmovilista? No, claro que hay que progresar, pero hay que mirar cada centímentro que se va a tocar de la naturaleza, pensárselo muy bien. Si es útil para todos y es necesario y urgente, se hace, pero no es así la cosa, se machaca todo por intereses.

¿En qué época le habría gustado vivir?
El continente americano antes de que llegaran los hombres blancos, lo tengo clarísimo. Grupos tribales, territorio inmenso, naturaleza, comida. ¿Vidas más cortas? Lo acepto, puedo aceptar una vida mucho más corta por vivir en un mundo menos cruel. Yo sería chamán y pintaría, me pasaría el día entero pintando las tiendas con búfalos.

Adora la pintura, ¿qué significa para usted?
Es una conexión mística, cósmica, es un salirse de uno mismo y entrar a un nirvana de calma, de colores, de formas. Es ser un pequeño y ridículo dios que hace mundos, mundos que no sirven para nada, solo a él para viajar en su viaje personal y quizá puedan servir a otros para soñar. Yo pinto por eso, porque necesito salirme, lo que yo llamo hacer vacaciones de mí mismo.

Tengo la idea de que mi yo en 1.100 en América, o en La Coruña, hubiera sido mejor, no hubiera necesitado pintar ni hacer canciones, ya con el vivir le hubiese bastado. Ver el mar, ver una ría, el desierto, caminar… la pureza del planeta. Y la dificultad de sobrevivir, sí, pero hubiera preferido esas dificultades que estas, porque estas son feas, son artificiales. Estamos todo el día trabajando para hacer cacharrería que no necesitamos. Es absurdo, somos esclavos, necesitamos sueldos magros para hacer y comprar cosas que en realidad no necesitamos. Es una perversión total.

Se lleva muy mal con las nuevas tecnologías.
No me interesan. No es que me lleve fatal, es que paso en moto de ellas. Mis libros, mi macuto, mi cabeza, mis ojos, miro, sueño, hablo… Al final voy a coger fama de huraño, pero me da igual. Hay personas que, en la vida de hoy, no pueden vivir sin estar conectadas. Todos mis respetos, nada más lejos de que yo pretenda adoctrinar a nadie o decir «vais mal». Si ellos son felices, van perfecto, todo el mundo va por donde quiere. Yo lo único que pido es ir por donde yo quiero. Esto no me hace mejor que los demás.

Entonces, nada de redes sociales, ¿verdad?
Esto de que cualquier cosa que hagas, millones de personas puedan decir me gusta o no me gusta, no me interesa, porque yo no opino nada sobre nadie. Como mucho en petit comité. Y ni eso, nunca me ha gustado ni hablar del vecino de enfrente. Allá cada cual con su vida. Yo no soy un correveidile ni soy una persona que le interese la vida de los demás, ni explicar la mía. Siempre he sido una persona muy discreta, porque creo que hay que respetar a todo el mundo y dejar a todo el mundo libre, que haga lo que quiera, que sea feliz, en cualquier dirección. Siempre que no le haga daño a nadie, él decide. Todo esto es tan de cajón…

Se le ve un hombre culto y habla mucho de arte pero, ¿se atreve a reconocer algún placer culpable?
El chocolate, como demasiado.

Eso no es malo.
Si te comes siete tabletas al día es horrible (risas).

¿Algún placer culpable cultural?
Me gusta Torrente (risas). Es un tío infame, machista, cabrón, mala persona, casposo, pero mira, me he visto todas las pelis. Me mola. El personaje gusta a todos pero repugna por igual. Ahora Santiago Segura ha hecho una de chicas, ¿no? Voy a ir a verla.

¿Nota el ambiente enrarecido en su tierra, en Cataluña?
Lo que noto allí, igual que aquí, es que la gente lo que quiere es que se acaben las injusticias, trabajar, que todo sea más fácil, que no nos machaquen por todos lados. Por encima de la política, la gente lo que quiere es respirar. Luego ya cada cual tiene sus ideas, y son todas respetables.

Fuente: 20Minutos – ENLACE