«A mí el rock me ha salvado de depresiones. Cualquier canción de AC/DC va estupendamente para levantarse»
«El Zaidín Rock ha pasado de ser un gigante con pies de barro a convertirse en un mito viviente»
El Zaidín Rock es tan fuerte que sobrevivió a la muerte de su alma: el recordado Isidro Olgoso, que falleció en 2013. Cuando conoció la mala nueva, Paco Burgos, que nació en el populoso barrio granadino en 1977 -el año en que al mundo le estalló en la cara el punk rock de los Sex Pistols o los Clash-, lloró durante horas. Luego se pasó siete noches borracho para amortiguar el dolor. Pero él y todos los que trabajan en la organización del veterano festival, que promueve la Asociación de Vecinos del Zaidín, se sobrepusieron al golpe y siguieron adelante. Los días 7, 8 y 9 de septiembre, Mago de Oz, Chambao o ‘El Drogas’, entre otros, darán continuidad a una tradición sin parangón en España.
Hijo del cantaor zaidinero ‘El Cele’ y dueño de una voz de locutor de radio profunda y ligeramente cazallosa, Paco Burgos cuenta en esta entrevista su historia y la del Zaidín Rock, tanto monta, monta tanto.
–¿De dónde le viene la afición por el rock and roll?
-En los años 80, ya veía muchos vídeos musicales en la televisión. No había otra cosa. Entonces veíamos mucha más música en la televisión que ahora.
–¿Pero fue un flechazo instantáneo o un envenenamiento progresivo?
-Fue progresivamente. Empecé a escuchar cintas de ‘cassette’ con trece años o catorce. La primera cinta que tuve fue de Simon and Garfunkel. Y después me compré el ‘ Works’ de Queen. Y también me fui envenenando con Elvis.
–¿Qué es para usted el rock?
-Un estado de ánimo. El rock es algo que te puede sacar de problemas, de depresiones. A mí el rock me ha salvado de depresiones.
–Pues elija una canción para levantarse.
-Cualquier canción de AC/DC va a estupendamente para levantarse. Y si tienes problemas o dudas, escucha a Elvis.
–¿Y para acostarse?
-Depende de cómo te quieras acostar o con quién, ja, ja, ja. El estado de ánimo cambia mucho si te acuestas solo o acompañado.
–Ha sido locutor de programas musicales en Radio Contadero durante más de 15 años, DJ, organizador de conciertos… En el rock ha hecho de todo menos subirse a un escenario para tocar, ¿por qué?
-No, tocar no he tocado. Me hubiese gustado, pero no tenía paciencia.
–¿Qué hay que estudiar para hacer lo que usted hace?
-Yo con los colegios siempre he tenido una relación bastante insana. Pero cuando empecé a aficionarme a la radio, hice un máster de 500 horas de formación profesional, que es algo que la Junta de Andalucía ya no hace. Prefiere gastarse el dinero en la productora de Juan y Medio.
–¿Cuántas veces le han dicho que por qué no se dedica a algo de provecho?
-Muchas veces. Me lo han dicho novias que he tenido, me lo han dicho en mi casa… Pero es que, insisto, he tenido una relación pésima con los colegios y me quise dedicar a esto del rock, aún sabiendo que es un trabajo precario.
–Trabaja en la organización del Zaidín Rock desde 2002 y ha conocido a un buen número de artistas, ¿son caprichosas las estrellas del rock o es un tópico?
-Todo el mundo tiene sus manías, pero no es para tanto. Yo pensaba que iba a ser más. Ian McCulloch, el cantante de Echo & the Bunnymen, nos pidió dos espejos, un paquete de marlboro light y otro normal y dos botellas de un brandy concreto… También nos sorprendió que Barricada pidieran yogures y cerveza sin alcohol, pero también es verdad que ya tienen una edad.
–Recuerde los incidentes más ‘éxoticos’, por decirlo de alguna forma, que han ocurrido en el Zaidín Rock en sus 36 años de historia, que se dice pronto.
-En 1985, la Policía detuvo a Manolo García del Último de la Fila porque lanzó una presunta blasfemia mientras actuaba. Él e Isidro Olgoso se pasaron una noche en la comisaría. Manolo lo pasó muy mal. No se le ha olvidado. Después, en 1995, vinieron los Mano Negra de Manu Chao y, cuando vieron el escenario, dijeron que les habíamos engañado y que no querían actuar en un sitio grande, que querían hacerlo en la caseta de la Asociación de Vecinos, pero es que había 10.000 personas esperando para verlos. Al final, salió bien. Y en 2004, Dover, que era la banda más cara, no dieron el concierto completo porque estaba lloviendo un poco. Llegan Ilegales y, cuando faltaba media hora para que acabase su concierto, empezó a caer una tromba de agua impresionante. Allí estuvieron aguantando estoicamente bajo la tormenta. Y la gente se quedó. Fue alucinante. También fue surrealista cuando la Policía Local cortó las luces y el sonido durante una actuación de O’funk’illo. Eso también ocurrió en 2007. Tocaban Burning y Obús y la Policía cortó la actuación de Obús. Los antidisturbios llegaron a entrar en los camerinos.
–El Zaidín Rock ha tenido que superar todo tipo de obstáculos para perdurar, pero aquí está, a punto de cumplir 37 años. ¿Vivirá para siempre?
-El Zaidín Rock ha pasado de ser un gigante con pies de barro a convertirse en un mito viviente. Si en su día, en los años ochenta o noventa, se hubiera pensado en hacer un auditorio, pues no estaríamos así. Pero Granada no entiende septiembre sin el Zaidín Rock. Si llegas a septiembre y no está el Zaidín Rock, se altera la vida de la gente, el pulso de esta ciudad. Es el principio del curso.
Fuente: Ideal de Granada – ENLACE