El espíritu de El Último de la Fila revive en Madrid en una ocasión única

Cuatro únicas fechas. Así de excepcional se presentaba la oportunidad de ver a Manolo García y Quimi Portet juntos y, casi 30 años después, con las dos bandas que sirvieron de sustrato a El Último de la Fila, esto es, Los Burros y Los Rápidos, revividas hoy temporalmente en su primer concierto en Madrid.

Bajo esas premisas y la larga sombra que aún proyectan entre sus fervorosos seguidores los responsables de «Insurrección», no es de extrañar que esos conciertos singulares agotaran hace meses todas sus entradas, de forma que el aforo completo de la sala La Riviera (unas 1.800 personas, según la organización) aguardara expectante la cita.

«Canciones de factura rápida, inmediata y sincera», como las ha llamado el propio García, han protagonizado las dos horas de concierto, ante una parroquia entregadísima que en su mayoría superaba los 40 y estaba versada en unos temas que, en sus dos terceras partes, apenas trascendieron al gran imaginario colectivo.

A los menos fieles o doctos, al menos les cabía solventar la curiosidad de encontrarse al intérprete de «Pájaros de barro» en una onda más vívida que la de sus discos en solitario, exultante, como ese hombre que revive por un momento las pretéritas sensaciones de juventud junto a sus primeros compañeros de correrías.

«¡Esto es una celebración de 35 años de una banda!», proclamaba García al inicio, tras hacer acto de presencia ataviado como el resto con una chaqueta plateada que, superada la broma, apenas le ha durado puesta un par de canciones, las del arranque roquero con «No, no, no» y «Septiembre».

Según cuentan, este reencuentro surgió en una charla en un bar, comentando que estaría bien reunir a Los Rápidos y grabar aquel segundo álbum que quedó pendiente, después que la compañía de discos rechazara la maqueta, al no superar las expectativas de ventas puestas en su debut.

Como no hay nada mejor para entender las cosas que ponerlas en contexto, esto es, bien bonito en un caja con 5 CD, en noviembre se lanzó un álbum llamado «Historia de una banda».

Dicho pack, que hoy mismo se ha lanzado en vinilo, incluía el primer disco homónimo de Los Rápidos de 1981, ese segundo álbum grabado 35 años después del primero y con canciones nuevas, 11 temas escogidos de Los Burros y el único directo de El Último de la Fila, que sirvió para su despedida en 1995.

García y Portet, que no estaban interesados en revivir su mítico dúo, sí mostraron cierta voluntad en recuperar sobre el escenario a Los Rápidos. Así llegó esta fórmula, lo más cercano que tendrán los nostálgicos de El Último de la Fila de ver a sus artífices reunidos.

Sobre el escenario, los dos grandes, acompañados por la banda original de Los Burros: Antonio Fidel, al bajo, y Josep Lluís Pérez, a la guitarra eléctrica, así como Lluís Visiers, batería, y Esteban Martín Hirschfeld, teclados, integrantes ambos de Los Rápidos.

De lo escuchado, cabe destacar «Navaja de papel», el tono oscuro de «Misa de cinco», la fuerza contagiosa de «Ruta del sur», la urgencia de «No estoy hecho polvo», la ironía divertida de «Mi novia se llama Ramón» o «Portugal», sin olvidar los ramalazos casi punks de «No puedo más» o de «Conflicto armado», tras la que García se ha atrevido incluso a proferir: «¡A tomar por culo!».

El público, que celebraba cada guiño de complicidad entre este y Portet con gritos al únisono de «último, último» y «que se besen», han recibido su recompensa en el tramo final de las tres decenas de canciones interpretadas, cuando han rescatado cortes de los primeros discos de El Último de la Fila, probablemente por ser los más influidos aún por los cimientos previos.

Eso sí, la celebración de «Llanto de pasión», «Aviones plateados», «Sara», «Querida Milagros» o «Insurrección», que ha cerrado la velada, han dejado a las claras la vigencia de un grupo que marcó época y al que, 20 años después de su disolución, el público ansía ver de nuevo en directo sin excusas ni prolegómenos.

Fuente: Diario.es – ENLACE