El Último de la Fila, el éxito con rostro humano

El dúo formado por Quimi Portet y Manolo García actúa mañana por la noche en La Monumental, con todo el aforo ya vendido.

Manolo García, natural de Por ble Nou, es ligeramente miope, moreno, de verbo fácil, aparentemente extravertido y de mirada convincente. Quimi Portet, natural de Vic, es más bien castaño, también un poco miope, rostro anguloso, y tirando a tímido. Aquél canta, éste le da a las guitarras, a las que pone siempre nombre de mujer. Los dos transpiran sencillez, afabilidad y claridad de ideas, y juntos forman, quizá, quizás, el dúo más aclamado por la crítica y el público rockems. Además, tienen sentido del himor. Son El último de la Fila.

Mañana por la noche ofrecerán una generosa muestra de sus habilidades en la barcelonesa plaza de toros Monumental. Un coso taurino que estará a reventar: desde hace dos días no queda ninguna entrada a disposición del público, ya que 18.000 personas no han dudado en prepararse para saborear lo que se supone una gran noche rockera. Durante unas ,dos horas Quimi y Manolo intentarán ofrecer lo que ellos saben hacer mejor: música de calidad, textos inteligentes. interpretación carismática. «Hay que tratar a la gente que viene a los conciertos de rock tal como se merecen. Con respeto, ofreciéndoles lo mejor que uno puede dar», sentencia Manolo García. Como sanos perfeccionistas. El último de la Fila procuran supervisar al máximo estos extremos. «Una de nuestras mayores obsesiones es que la gente disfrute, que la participación sea recíproca entre nosotros y ellos. Para esto se han de sentir a gusto, que no paguen precios desorbitados por asissitir a nuestros conciertos, que esas 800 o 600 pesetas —nunca más de mil— las hayan gastado con gusto», coinciden. «En fin, cosas de ese estilo que para muchos no tienen la mayor importancia pero que para nosotros son indispensables, porque si no no valdría la pena seguir.»

El dúo, una fórmula ideal

A las escasos meses de la aparición de su último disco en el mercado discográfico, «Como la cabeza al sombrero», Quimi y Manolo han confirmado que el suyo es un maridaje modélico: «El dúo es una fórmula ideal para nosotros. Hemos pasado por la experiencia de formar grupo, como en la época de Los Rápidos, pero no era lo mismo mirándolo ahora». Quimi Portet se acuerda perfectamente: fue el 15 de febrero de 1982 cuando se cruzaron sus caminos y, claro, «seis años hacen que haya una simbiosis creciente, especialmente en lo que hace referencia a los textos». El camino, como parecen exigir los cánones de los triunfadores, nunca se les presentó libre de piedras. Ya fuera formando parte de los susodichos Rápidos, ya como Los Burros. Vaya nombre: «Lo pusimos como una muestra de humor; lo que pasa es que nos dimos cuenta de que era absolutamente anticomercial, de que había gente, generalmente responsables de ayuntamientos y cosas así, que nonos contrataban por culpa del dichoso nombrecito».

Desde entonces parece que la cosa ha variado sustancialmente. Exito, giras multitudinarias, dinero, fama. «Somos básicamente escépticos. Nuestra experiencia en Los Burros fue como un cursillo de escepticismo. Eso no quita que seamos conscientes de lo que es el éxito: lo asumimos porque ésta es la situación que nosotros queríamos y, además, porque tenemos el carácter para hacer lo que estamos haciendo. Decir lo contrario sería una mentira. Pero esto no implica lo que la gente conoce comúnmente por ‘subirte el éxito a la cabeza’. La gente que nos conoce lo sabe, los chicos y las chicas que van a vernos actuar también lo saben. La manera de conseguirlo es tener siempre presente que lo importante no somos nosotros sino nuestras canciones.»

Se estrenaron como dúo hace ya cuatro años con un elepé que marcó un hito en la historia del rock español de los últimos años: «Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana». Este impacto, lleno de atractivos sorprendentes en medio de un panorama musical francamente desalentador, vio su continuación con «Enemigos de lo ajeno» y, cuando cada vez eran más lo que habían llegado a la sabia conclusión de que aquello no era un sueño, sacaron el año pasado «Nuevas mezclas», antología de temas punteros con nuevo tratamiento de estudio. Con el último de El Último, «Como la cabeza al sombrero», la cosa puede adquirir ribetes escandalosos: 160.000 discos en escasas. semanas. Ya lo dicen ellos: «Artísticamente acabamos de empezar nuestra carrera». Van fuertes estos chicos.

Luz y sonido para setenta citas con el público español

Setenta conciertos desde el pasado 1 de junio hasta mediados del próximo octubre, y ya llevan entusiasmando al público de siete ciudades españolas. Se patearán los cuatro puntos cardinales de la geografía peninsular, más Canarias y Baleares.

Procuran evitar en su recorrido las grandes aglomeraciones urbanas – «Barcelona quizá sea una excepción: actuar en la Monumental flipa mucho» – y le quitan la menor importancia al despliegue técnico, realmente notable, con que rodean sus actuaciones: 120,000 watios de luz y 40.000 de sonido. «No pongas eso, que es una tontería., a la gente no le interesa si les das 25.000 o 40.000 vatios sí disfrutan con lo oyen; sólo nos interesa a nosotros, que creemos que hay que ofrecer la música en las condiciones más idóneas posibles», puntualiza Quimi Portet.

Luz, taquígrafos y buena música: El Ultimo de la Fila afronta este maratoniano verano respaldado por un combo de excelentes músicos, la mayoría colaboradores del último elepé: Juan Manuel Cañizares (guitarra española), Angel Celada (batería), Antonio Fidel (bajo), Juan Carlos García (teclados y percusión) y Marc Grau (guitarra eléctrica).
Fuente: La Vanguardia – ESTEBAN LINÉS