El Último de la Fila desveló recientemente una de las incógnitas que había estado gravitando sobre el mundillo del rock español. Tras un año 1988 apoteósico a todos los niveles, el dúo catalán, integrado por Manolo García y Quimi Portet, se tomaron un largo periodo sabático cargado de rumores. Ahora, al acabar uno de los ensayos que están prodigando estos días en Barcelona de cara a la gira que pronto inician, Manolo García aseguró que la luz de gas no sirve para iluminar a El Ultimo de la Fila.
—Después de esta etapa de silencio, sin ninguna actuación en España, de pronto reaparecéis con un nuevo disco y rompéis con la discográfica independiente con la que habéis cosechado vuestros grandes éxitos discográficos. La gente puede estar sorprendida por ello.
—Es un tema complicadísimo. De entrada, estar intentando moverte con una propuesta artística, poética y de otras cosas en medio de señores que sólo piensan en el dinero, pues es un poco duro. Esto no es de ahora, es de toda la vida. Esta sensación de trabajar en algo que te gusta durante muchas horas te crea una serie de problemas que tienes que resolver: tú lo que pretendes es hacer canciones, grabarlas, hacer discos, que éstos se vendan, ganar un dinero y poder ser feliz con lo que haces. Yo no pretendo vivir bien; eso lo dejo a otras personas. En general soy bastante austero, ya que no necesito demasiado. Siempre nos hemos movido, Quimi y yo, bajo estos parámetros: cuando entregamos un disco o vamos a montar una gira siempre nos hemos encontrado con que todo el mundo quiere ganar mucho dinero. No digo dinero, digo mucho dinero. Eso no nos pasa sólo a nosotros, mal iríamos si no. Salvo honrosas excepciones, en este negocio. hay un culto desmesurado al dinero que nos duele un poco. Ahora hemos llegado a un momento en que no tenemos la necesidad de estar discutiendo con nadie sobre lo que queremos hacer y es por ello por lo que hemos creado un pe9ueño sello que sólo producirá lo que hace El Ultimo. Junto a ello hemos llegado a un acuerdo con una compañía, Emi, que se encargará de poner en las tiendas nuestros discos y nos ayudará en nuestra promoción, porque, claro, si en el escaparate de una tienda, sólo caben veinte discos es importante que uno de ésos sea el nuestro.
—Supongo que las. grandes compañías se disputaron vuestros servicios.
—Cuando entregamos nuestro anterior elepé, “Corno la cabeza al sombrero”, nosotros creímos que habíamos cumplido como caballeros nuestro compromiso con PDI. Según mi código moral hemos cumplido porque les hemos dado unos discos y un dinero a ganar. Insisto: con ellos siempre ha habido buen rollo a nivel creativo y artístico. Por otro lado, se da una paradoja: nosotros el año pasado cerramos la gira en Madrid con una serie de seis conciertos y allí la gente, las grandes compañías, vieron que estábamos libres y que ade más éramos un grupo que llenó seis noches el pabellón del Real Madrid y que llevábamos 400.000 copias. Y claro, nos llovieron las ofertas. Para nosotros fue algo muy ‘heavy’ porque lo único que hicieron fue ofrecernos dinero.
—Vosotros siempre habéis vendido una imagen de honestidad, de buena gente, de integridad. ¿Todos estos acontecimientos no pueden haber afectado esta imagen?
—En absoluto, porque a nosotros nos ofende que haya personas que crean que nuestro trabajo se basa sólo en el dinero. Trabajamos con personas y no con máquinas.
—Vuestra anterior discográfica, PDI, en cierto modo os catapultó. Vuestra decisión de iros ahora puede haber desconcertado al personal.
—Habría que saber quién catapultó a quién. Nosotros queríamos trabajar totalmente a nuestro aire; es muy goloso no tener que dar cuenta de tus actos a nadie,y, dado nuestro carácter, era lo ideal. También está el factor de que con una independiente la distribución y la promoción no pueden ser muy generosas. Si las cosas al final se han torcido en parte es muy lógico, porque nosotros somos como un caramelo y a nadie le gusta que le quiten un caramelo de los labios.
—¿No tenéis un punto de mala conciencia?
—Alcontrario, tenemos una buenísima conciencia. Nosotros hemos devuelto 200 por 20 y eso me deja un gran sabor de boca.
—Una de las cosas que más llama la atención del nuevo disco y de la promoción que le rodea es vuestra dedicación a las causas ecologista y de defensa de los derechos humanos.
—El tema, en concreto, de la ecología lo queremos tratar de un modo serio y no como moda. Me cago cien veces en las modasy en los que dicen ‘ser ecologistas porque está de moda. Hay que serlo de corazón y consecuente con las convicciones de cada uno porque sabemos que nos movemos en unos terrenos peligrosos. La parada está muy mal montada y eso es público: es el reino de la opulencia para unos y de la’ indigencia para otros muchos. Yo puedo hacer dos cosas: o quemar mi coche, no hacer discos de vinilo y retirarme a cuidar ovejas, o influir en el mayor número posible de personas, hacerlas cómplices de estas ideas, que, en definitiva, son beneficiosas para todo el mundo.
—Pero no deja de llamar la atención que sea ahora cuando exteriorizáis vuestro ímpetu ecologista, que ya hace algunos años pusieron en boga otras estrellas de la canción.
—No necesitamos subirnos a ningún carro, porque ya tenemos un nombre en España y unos mínimos asegurados. A mí no me interesa ser famoso; a mí me interesa ser feliz. Ahora bien; tenemos una personalidad y una imagen que son inevitablemente públicas y, en segundo lugar, procuramos canalizar la energía que se desprenden de nuestros discos y actuaciones hacia unas ideas en las que creemos totalmente.
—Después de finalizar vuestra última gira de invierno, se comenzó a especularconias ra zones deestesilencio tan prolongado…
—Qué puedo decir. ,En el llamado orden real, después de cerrar aquella gira con la tanda de conciertos consecutivos en Madrid, hicimos algo de televisión y decidimos salir fuera. A mí me interesaba mucho tomarme un año sabático en España, porque me horronza hacemie pesado: habíamos vendido el disco. antenor (“Como la cabeza al sombrero”), todo el mundo que quiso lo compró y vino a escucharnos en directo, y una vez hecho eso decidimos cortar. Había que descansar, nosotros y el público.
—Llegó incluso a hablarse de que las relaciones entre tú y Quimi Portet no atravesaban un buen momento.
—No es cierto. Sólo nos dejamos de ver en agosto del año pasado, que fue el primer mes de vacaciones que nos tómamos después de estar cinco o seis años dándole duro al tema. Quimi y yo nos llevamos de puta madre; somos ya personas adultas y eso quiere decir que nos respetamos. Puede que algún día dejemos de trabajar juntos, pero nunca dejaremos de ser amigos. Es de dominio público que nos respetamos y que no nos peleamos. Una de las claves de nuestra buena relación es que nos reímos de las mismas cosas. La envidia es muy mala: hay mucha gente que no es capaz de mantener este tipo de situaciones con sus compañeros o amigos y por eso van diciendo por ahí esas tonterías.
—Pero muchas veces el protagonismo sobre la escena de El Ultimo de la Fila recae casi totalmente sobre ti, y eso podría originar situaciones anómalas.
—Nosotros somos lo que somos porque queremos serlo. Manolo tiene un carácter extrovertido; Quimi, introvertido. Quimi es inteligente; Manolo es espabilado. Pero, en definitiva, somos dos personas muy enrolladas. Que yo chupe cámara o que pegue saltos en el escenario y me meta entre la gente, mientras Quimi se queda en un segundo plano tocando la ármonica, no tiene nada que ver.
—¿Dónde está vuestro límite?
—Está en los ejecutivos de las compañías discográficas, en la mala saña que puedan tener o en las situaciones raras que nos puedan crear.
—Tu voz, que es uno de los elementos más característicos de vuestro sonido, ¿podría llegar a convertirse en un límite infranqueable?
—No estoy de acuerdo. Creo que el límite está en mi voz y en la manera de componer de Quimi, en la mezcla que hemos conseguido. Pero si algún día creo que mi voz es un obstáculo y que no tengo nada que aportar, me retiro. Lo que no voy a hacer es estar chupando del bote por la cara.
Inocencia perdida – ANÁLISIS
Mucho tendrán que apretar Manolo y Quimi para volver a subir alpedestal que hicieron suyo en aquella gloriosa temporada 88/89: venta masiva de sus discos, aclamación popular en una gira que les acercó a los cuatro rincones del país, respeto de la crítica y, como espectacular guinda, el honor de compartir escenario con Bruce Springsteen, Sting o Peter Gabriel en aquella memorable tarde/noche de contenido humanitario. Este retiro ahora abandonado, argumentan ellos, ha sido el precio para acceder a una libertad siempre anhelada. Sin embargo, y olvidando quizá que los inicios de El Último de la Fila no fueron precisamente esplendorosos, algunas voces les echan en cara su.pérdida progresiva de inocencia.
Fuente: La Vanguardia – Esteban Linés – Fotografía: Patricio Simón – ENLACE