Bienvenidos a la nueva expedición musical de Manolo García

Hay que decirlo: Manolo García no pasaría un casting si un reality de televisión buscara contar con un cantante de rock.Imposible:ni melenas ni pelo facial ni tatuajes visibles. Manolo lleva ropa anónima, no muy diferente de la que usaría un currelante. Ni siquiera alardea sobre su oficio: guarda enseguida en la mochila el libro que estaba leyendo, como si temiera dar pistas. Es Viajando con los Rolling Stones, de Robert Greenfield.

Sin embargo, resulta que Manolo, dentro de las dimensiones españolas, es una genuina estrella del rock; vean sus cifras de ventas y el público que arrastra a sus conciertos. Y aún más: diría que Manolo es el paradigma del músico de rock inquieto. El músico que se la juega con cada disco, que se lanza sin paracaídas sobre territorio desconocido.

AMANTE DEL RIESGO PRODUCTIVO
Este es su modus operandi: cada tres años, cuando ya ha acumulado un montoncito de canciones nuevas que exigen ser plasmadas, Manolo viaja a un rincón lejano, sin séquito, solo con su técnico de grabación. El objetivo consiste en trabajar con unos músicos a los que, atención, no conoce personalmente. Del encuentro se espera que surja magia. La magia de la música fresca.

Toda una audacia. Se me ocurren pocos músicos españoles que se atreverían a hacer lo mismo. En todo caso, acudirían con toda una tropa a su alrededor: la novia, el manager, el teclista, el secretario personal, el empleado de la discográfica, el fotógrafo, el equipo de video para retratar el «making of», etc.

No es el caso de Manolo. Se las ha visto con músicos muy puñeteros, en Grecia o en Brasil, geniales en lo suyo pero desconfiados. Profesionales de los que se deleitan en poner pequeñas trampas, para ver si ese recién llegado aguanta el tirón. Y Manolo ha salido con la cabeza alta.

Claro que pocos músicos, de cualquier sitio, tienen la cintura y la ética del trabajo de un Manolo García. Ha interiorizado la regla de oro de cualquier productor –«time is money»- y saca el máximo beneficio a cada viaje. Hay días de descanso, faltaría más, pero nada de hacer turismo cuando la misión es grabar un disco. Como demostró en ‘Los días intactos’, su lanzamiento de 2011, puede funcionar a la vez con dos bandas integradas por algunos de los mejores músicos de California. Una y otra banda se van alternando; así se mantiene la tensión creativa.

EN TERRITORIO AJENO
Manolo ha descubierto una verdad inesperada: los mejores músicos de alquiler del mundo están disponibles si la propuesta viene de alguien serio, con historial y ambición creativa. No hay que esforzarse mucho por convencerles: ellos mismos se meten en el ordenador y averiguan si ese señor simpático que les llama desde España está a la altura requerida.

Para Todo es ahora, Manolo reservó tiempo en The Clubhouse Studio, en Rhinebeck, estado de Nueva York. Una zona rural pero accesible a los músicos que viven en La Gran Manzana o en la cercana reserva bohemia de Woodstock. Un estudio especializado en grabación analógica, que también recurre a la tecnología digital si es preciso. Su propietario, Paul Antonell, es un coleccionista de amplificadores nuevos y vintage, para atender especialmente a los guitarristas. Y eso le venía perfecto a Manolo, que ansiaba grabar un disco de rock. Con mucha guitarra.

Como en California, Manolo organizó dos grupos, para que el trabajo no parara. »A ellos les gusta así: tocar con músicos que les complementan, con lo que aquello suena a banda». El primer grupo estaba encabezado por los guitarristas Earl Slick y Gerry Leonard, con la sección rítmica de Zachary Alford y Jack Daley. En el segundo, Sara Lee estaba al bajo, Sterling Campbell a la batería y el doble ataque de David Torn y Jack Petruzzelli a las guitarras. Todo muy fluido: los músicos de un equipo podían complementar lo que hacían los del otro.

BUSCANDO AFINIDADES
Otros visitantes más mitómanos se habrían quedado paralizados. Son instrumentistas que figuran en los créditos de discos clásicos de David Bowie, John Lennon, Robert Fripp, Bruce Springsteen, Patti Smith, Michael Jackson y mil más. Pero eso constituía un plus para Manolo: ya sabía de lo que eran capaces. Y ssssh, que no se entere nadie: una vez establecida la complicidad, les podía extraer esas anécdotas que no figuran en los libros y que valen su peso en oro.

Músicos, además, muy valientes. Manolo se había llevado pistas grabadas en España con la guitarra de Juan Manuel Cañizares, al que los amantes de de El Último de la Fila recordaran como colaborador ocasional. Obligar a unos yanquis a seguir a un tocaor flamenco podía haber provocado una rebelión. Ellos se quedaron pasmados pero, tras la sorpresa inicial, aceptaron el reto de crear alrededor de la sonanta de Cañizares. Y funcionó. Igual que, al revés, se añadió a posteriori, sobre tracks ya acabados, la imaginación salvaje de Mike Garson, teclista de Bowie y Billy Corgan.

COSECHA DE 2014 (CON DOS RESCATES)
Y estos son los resultados, comentados por el propio Manolo.

1. CAMINARÉ: «canción que retrata mi momento personal: ‘caminando se me aclaran las ideas/ hoy espero no errar/ y si yerro, salga el sol por Antequera’. Suenas unas guitarras espléndidas y mi voz está muy tratada.»

2. CAMPANAS DE LIBERTAD: «hay partes habladas, partes cantadas, efectos. Pero la estrofa central es la que habla de Nueva York, de Lou Reed y Lorca. Efectivamente, en Nueva York me siento como en una estación lunar».

3. ES MEJOR SENTIR: «una melodía pop a la que añado mis detalles personales a la hora de cantar. Se añadió una guitarra con slide, recuerdo quizás de aquel rock sureño que tanto escuchábamos en los setenta. Bueno, tocan cuatro guitarristas…¡no dejaron hueco para que yo metiera mi guitarra!».

4. PAN DE ORO: «hay mucha filigrana de guitarras pero todo controlado, con sonido de grupo. Resulta muy emocionante para mí, incluye una frase de mi padre, que murió recientemente: ‘todo en esta vida tiene su momento.’ Mi padre tuvo una infancia tipo Los santos inocentes pero se empeñó en mejorar su existencia y la de su familia».

5. ARRASTRÉ LA NOCHE: «canción de amor total, de un amor atormentado y nocturno; durante un tiempo, se llamó Yo te veneré, no te digo más. Ya estaba a gusto con los músicos y me atreví a meter mi guitarra».

6. SUBO ESCALAS, BAJO ESCALAS: «otra vez la paradoja. Se trata de una canción muy arisca, marcada por la furia que me crea el estado de las cosas, con el desmantelamiento de la educación universal. Pero le metí unos coros muy pop. También tuvo otro título alternativo, Diapasón perfecto».

7. ESTA NOCHE HE SONADO CON DAVID BOWIE: «¡es verdad, soñé con Bowie! Pero en el sueño no me atrevía a hablarlr. A pesar de la letra, es la que suena más española, y no solo por la guitarra de Cañizares. Creo que todavía no he superado el impacto de la primera vez que vi a Triana en directo, en Gijón, mientras estaba haciendo la mili.»

8. EL CLUB DE LOS AMANTES DESAIRADOS: «quizás la más melancólica del disco. De repente, te encuentras con una mujer a la que no has visto en 18 años y que entonces era una diosa. Los músicos insistían en que les tradujera cada letra y sudé para que entendieran lo de ‘tocados pero no abatidos/ valientes pero arcabuceados/ bregados, más por empezar’.»

9. CANCIÓN DEL SOLITARIO QUE SE RECONCILIÓ CON EL MUNDO:«parte de la vivencia de un amigo. No, no me estoy escaqueando: si fuera algo mío, te lo contaría. Hay un gran riff y mucha guitarra. Estoy orgulloso del final: «hay otras formas de amar, pensé/ digamos no monoteístas/ de amar en varias direcciones/ expandiendo, expandiendo onda».

10. VOLVEREMOS A ENCONTRARNOS: «sí detectas que suena algo diferente del resto, estás en lo cierto: pertenece a la anterior cosecha, las sesiones de Los días intactos en Music Lan, en Girona. Me hacía ilusión recuperar algo tan ligero, tan acústico. Como tiene un aire tan rural, al final se añadió la zanfonía de Efrén López.»

11. IRMA, DULCE IRMA: «bueno, pues sí. Puedo decirlo: la balada más guarrindonga del álbum. Es un retrato de un arquetipo femenino. Descubrí también que a estos maestros del rock anglosajón les encanta meter un poco de onda latina…si es por ellos, la coda hubiera durado aún más.»

12. TODO ES AHORA: «otra de las canciones spanish, como decían los músicos. Con la guitarra de Cañizares como punto de partida. Una canción que invita al carpe diem, que evoca los carnavales o la noche de San Juan. Como suele ocurrirme cuando hago algo muy optimista, al final termino sufriendo para acabarlo.»

13. ES TIEMPO DE RETORNAR: «aquí sí que necesitaríamos un psicoanalista. Puede hablar de un desdoblamiento de personalidad, de alguien que es capaz de empezar de nuevo ‘tras quince años de mala vida.’ Hay que estar muy atento a todos los detalles. Pero también contiene la esencia del disco: sonido rock, tarareo, el placer de hacer música por encima de lenguajes y nacionalidades. Y hay una gamberrada final que sería mejor no adelantar».

14. EXPRIMIR LA VIDA: «expresa mi alegría por poder ser músico y tener un público tan fiel: ‘hoy es un logro seguir en esas.’ Viene de las sesiones de Los días intactos, así que es una canción a la que me he acostumbrado pero tengo la sospecha que cambiará con la catarsis, con el desmelene del directo.»

REMATANDO LA FAENA
Esperen, que todavía no se acabó el trabajo. Las mezclas se realizaron a través de Skype, con Manolo conectando desde Barcelona con Michael Brauer, frente a una mesa de los hendrixianos Electric Lady Studios, en Nueva York (en otras cinco canciones, el mezclador fue Andrew Scheps). Apunta Manolo: «no me vas a pillar como propagandista de las nuevas tecnologías pero Skype funciona si te fías de quién está al otro lado y tienes una idea clara de cómo quieres que suene tu disco».

¿Y el segundo disco, la colección de maquetas? «Pues responde a un doble motivo. Creo que los artistas debemos revalorizar el objeto disco. Cuidar su envoltura, algo que yo siempre he hecho, y añadir algo más a las doce o catorce canciones que presentas. También es una forma de invitar a los oyentes a tu intimidad. Yo no soy un demo master, como decía Andrés Calamaro, distingo muy bien entre lo que es una maqueta y lo que es un disco de acabado profesional. Pero hay un goce especial en crear música en tu casa. Estar solo con Antonio (Fidel) o Iñigo (Goldacerena), al bajo, y yo debo meter todo lo demás. Disfruto como un niño con juguetes nuevos.»

Manolo va recogiendo sus cosas: hoy no se queda en Madrid, quiere dormir en casa. Y vuelve a sacar su lectura para el viaje: la edición española de ‘Viajando con los Rolling Stones’, de Robert Greenfield. «El libro cuenta la pura verdad. Salvando las distancias, he vivido las mismas anécdotas, he visto los mismos disparates. Gracias a que siempre me ha salvado el pudor, el sentido del ridículo. Cuando estaba grabando en Rhinebeck, recordé que invitaron a El Último de la Fila para tocar en Woodstock ‘94, el festival que celebraba los 25 años del Woodstock original. Y decidimos que allí nosotros no pintábamos nada. Otro día te cuento la historia completa…»

Fuente: Diego Manrique – El Tiramillas – ENLACE