Monthly Archives: noviembre 2012

MG: «La alegría es una forma de resistencia muy poderosa»

Con las entradas a punto de agotarse (ayer solo quedaban 20), el cantante y compositor Manolo García, antiguo integrante de El último de la Fila, presentará su último disco, ‘Los días intactos’, este miércoles en el Auditorio Kursaal a partir de las 20.00 horas.

«El joven que quería comerse el mundo ahora pretende que el mundo no me coma», asegura el catalán, que este miércoles saldará una deuda con el público donostiarra que esperaba verle en la pasada temporada cuando suspendió varios conciertos por problemas de salud.

¿El de músico es un oficio más duro de lo que se cree?

Es verdad que hay una parte de tensión que la gente desconoce. Enfrentarse al público cada noche y dirigir un grupo es estresante. Lo cálido y dulce es componer, sobre todo si no hay prisas. Es algo mágico, una necesidad química.

Es su quinto disco en solitario. Parece que fue ayer cuando cantaba ‘Mi novia se llamaba Ramón’ o ‘El loco de la calle’.

Sí, es una evidencia que constatas cuando vas cumpliendo años, pero no de joven, cuando sigues la vorágine de la vida y la zanahoria delante de la cuerda. Se trata de disfrazar esas zanahorias y de seguir con la ilusión. Es cierto que el tiempo pasa.

Pero nunca es perdido, ¿no? Así lo decía su canción.

No si eres curioso y con ganas de aprender. El tiempo lo pierde quien se dedica a la amargura y al odio, pero si se tiene una actitud de mejorar como persona, no se pierde. En lo musical, el tiempo es una maravilla que te permite compartir tus pequeños logros con mucha gente.

¿En qué se parece y en qué ha cambiado aquel joven con ganas de comerse el mundo?

Soy otro joven que pretende que el mundo no me coma (risas). Las ganas siguen intactas, incluso tengo más ganas de música. Voy a ver más conciertos, me muevo para ver a Wilco o a Dylan, compro más música que antes…

Será de los pocos.

Bueno… compro discos en una tienda en Barcelona y también cometo el «pecado» de la compra en Internet.

¿Sigue vivo el deseo de escribir la canción perfecta?

Siempre. Y la canción perfecta sí existe, pero siempre en otros, lo que es acojonante (risas). Hay que engañarse a uno mismo para exigirte más y estar motivado al 100%. Eso sí, la motivación para componer es algo innato, surge sin más. Anoche estuve trabajando en una canción nueva y fue la perfección del momento.

Su último CD suena más guitarrero que los anteriores…

La gira sí es muy guitarrera pero como siempre. En vivo suelo optar por la parte más eléctrica aunque haya discos anteriores en los que indagué en ritmos étnicos. En esta gira hay mitad y mitad: partes más acústicas y otras con tres guitarras. Llevo una banda de ocho miembros.

Hay espacio para clásicos como ‘Aviones plateados’ y se atreve con ‘Navaja de papel’, de Los Rápidos.

Esta última es la primera canción que compuse en el campo del pop y el rock. Antes hacía cosas infantiles y para orquestas. A Navaja de papel le tengo cariño porque fue la primera que aporté a Los Rápidos. También suenan algunas de El Último de la Fila, aunque son pocas. No quiero engañar a nadie y no me gusta la añoranza. Yo fui solo la mitad del dúo y sería engañoso hacer más canciones. Además, no me hace falta, tengo muchísimas propias. Tres o cuatro sí caen, pero hago casi 30.

En el último disco hay una canción titulada ‘Estoy alegre’. ¿Sigue estándolo? La cosa se ha puesto fea…

Esa canción, que sirve para exorcizar algunos demonios, la incluyo en los conciertos. Es una especie de liberación de principios porque entiendo la alegría como una forma de resistencia muy poderosa, y ellos intentan acogotarnos con el miedo. Eso es dañino, violencia pura. Hay millones de personas en España con pocos motivos para la alegría, ya que están tirados como colillas, pero hay que actuar, de manera pacífica, y no quedarse parado.

¿Cómo se le quedó el cuerpo al ver el Parlamento rodeado y con cargas policiales?

Pues mal. Volvemos a tiempos que no tenían que haber existido nunca. Lo de callar todo Dios y el garrotazo, los infiltrados, la agresión a gente pacífica… Es un tema complicado pero hay muchas lagunas en esta democracia sobre los derechos de la ciudadanía. Los políticos los interpretan según su convivencia.

Sus letras son muy positivas y repletas de mensajes de lucha, no renuncia y de quererlo todo y pelearlo.

Sí, de quererlo todo pero no en el sentido materialista y neoliberal, sino de búsqueda de vida plena, de valores y sentimientos. Eso se ha perdido con la cultura del pelotazo. ¿Y los valores de las zonas rurales y la camaradería? Ahora, entre la tecnología y la economía nos tienen constreñidos, mental y físicamente.

Titula otro tema ‘Creyente bajo torres de alta tensión’. ¿En qué cree?

En las personas, individualmente. Las hay magníficas, gente que se entrega, deja de lado el ego y ayuda a sus semejantes. Me viene siempre a la cabeza la película La estrategia del caracol, la camaradería y no cejar en el empeño de la justicia social. Y luego está el cuidado medioambiental, no se puede seguir con este modelo económico que destroza el planeta para mantener una economía capitalista como la de Eurovegas, por ejemplo. ¿Qué cultura de los cojones es esta? Hay que ofrecer una vida saludable, física y mentalmente. Es todo muy marciano. Si es verdad que hay agua en Marte, me largo para allí (risas).

Fuente: Noticias de Guipuzkoa – Andrés Portero – ENLACE

MG: «No tengo una varita mágica, no soy un ordenador preparado para hacer canciones de éxito»

El músico barcelonés en un reciente concierto en Pamplona.

Llega el próximo viernes a Vitoria en lo que será el penúltimo concierto de la gira de ‘Los días intactos’ antes de la despedida en Madrid.

¿Está ya pensando en el momento de terminar y coger unos días de descanso?

Todo depende de cómo plantees las giras. En los tiempos en los que estaba en El Último de la Fila hacíamos giras muy intensas, muy seguidas, de meses y meses viajando en un autobús, con semanas de seis conciertos… al final era agotador. Pero tal y como lo planteo yo actualmente es muy llevadero. No me entiendas mal, no critico aquello. La energía entonces era mayor. Con los años vas aprendiendo que el exceso también puede ser un poco dañino (risas). En cambio, con mesura y con una medida correcta andas un poco mejor. Ahora, la semana que hago más conciertos realizo dos. Es estupendo, porque al final llego fresco y con ganas. Hombre, ahora, y eso lo comparto con la banda y los compañeros de gira, estamos un poco con añoranza. No hay ganas de que se acabe el tour. Hay gente del grupo que me dice: «¿por qué no hacemos como Dylan, macho, siempre girando?». Así que no, no tenemos ganas de que termine. Pero también es cierto que quiero parar un poco y ponerme a hacer canciones nuevas.

Ésta es una gira que seestá desarrollando por teatros y auditorios (en el Irarier Arena el aforo estará reducido), pero no sé hasta qué punto el espacio importa poco o mucho o esto es música y punto.

Sí, sí que importa, más allá de que estemos en otoño, casi invierno, y bajo techo se está mejor. Además, tal y como está todo, con la crisis de por medio, bueno… es una situación que también influye. Sería suicida pretender estar todo el rato tocando aquí, donde llevas actuando toda la vida, en recintos muy grandes. Pero hay algo más. Mis años de oficio me han enseñado que un concierto en un espacio grande es un gran momento de energía desbordada, de alegría al viento, de tener a 15 o 20.000 personas cantando contigo… eso es estupendo. Pero se pierde en la calidad musical. Aunque no quieras, tocas más fuerte, aprietas más la voz, porque tienes que contrarrestar esa energía que te llega de las miles de personas que tienes delante. En los conciertos que estamos haciendo ahora, tocas mejor. Las fuerzas están más equilibradas con el público, el sonido es mejor, y, además, tienes una cercanía con la gente que genera calidez. En ese contexto, lo que tu pretendes aflora de una manera más nítida.

En esa diferenciación de espacios, ¿el Manolo García espectador, a estas alturas de la película, es de los de primera fila o el concierto mejor desde la barra o al lado de la mesa de sonido?

(Risas) Suelo ir a muchos conciertos, la verdad. El pasado lunes estuve en uno, por ejemplo, y lo que procuro es buscar un sitio donde se escuche bien. Me gusta ver cómo los músicos se mueven en el escenario, su actitud, sus gestos. En un concierto grande te encuentras hasta gente con prismáticos. Hombre, yo también he estado en primera fila dando saltos, pero ahora no. Si me das a elegir, escojo, al 100%, un escenario pequeño o mediano. Las salas para 300 personas me encantan porque el alma musical está ahí. ¿Concierto grande? Voy a pocos. El artista me tiene que interesar muchísimo para que vaya.

Volvamos al Manolo García músico. ¿Él cómo se siente cuando, en una gira como la actual, no para de encontrarse con actuaciones donde no quedan entradas, en algunos casos, desde tiempo atrás? ¿Cómo se controla el ego que eso tiene que producir?

Mira, yo tengo muchísimos defectos, pero tengo alguna virtud y ahí el ego lo tengo muy controlado. Ya queda satisfecho cuando sales al escenario y la gente te aplaude. He tenido una escuela de aprendizaje muy severa. Empecé a tocar muy joven. La primera vez que me subí a un escenario tenía 13 años y tengo una fotografía que lo demuestra (risas). Pero hasta que pude hacer las cosas como yo quería pasaron 19 años de picar piedra, aprendiendo el oficio. Tocar ante gente que incluso le da igual la banda que tiene delante, cargar y descargar, actuar una noche y al día siguiente ir al trabajo porque no vivía de la música… te curte mucho. Cuando El Último de la Fila empezó a ser famoso yo ya tenía 30 años. Nunca he creído que unos cuantos puedan volar por encima de los demás, todos estamos a ras de suelo. Me da igual que te llames Bob Dylan, Bono… Eso lo he tenido siempre muy claro. Soy un ciudadano que es serio con su tarea. Punto. Cuando me bajo del escenario no tengo la sensación de ser nadie especial.

Son muchos años y muchos éxitos. Cuando saca un disco como ‘Los días intactos’, ¿hay que luchar contra todos estos temas pasados para que se escuche lo nuevo?

Tengo un mecanismo interno muy natural, así que cuando me pongo con cosas nuevas no pienso en que tengo que superar el disco anterior o las ventas oay algo, una tecla en mi ordenador de abordo, que hace que no me sienta obligado. Si disfruto con lo que estoy componiendo, avanzo. No estoy pensando en que si hago esto o lo otro voy a vender la hostia. No me sale. Amo la música, aunque te suene tonto. Floto en cuanto me sale algo que me gusta, me dejo ir como en una pista de hielo. Si yo me lo he pasado bien haciendo un disco, si he disfrutado, a tomar por saco la bicicleta. Si no, vaya mierda. Ésa es la clave. ¿Qué gusta? Genial, pero no tengo una varita mágica, no soy un ordenador preparado para hacer canciones de éxito. Esto es algo completamente aleatorio. La música es como un soplo, no hay nada en el aire, no hay nada que agarrar. La única idea básica es que si empiezo a hacer una canción que se parece a otra, la borro. Eso es importante.

A estas alturas de la gira, ¿todavía se pone ‘Los días intactos’ en el equipo de casa?

Cuando acabas un disco, lo has escuchado tanto que yo no suelo volver a él hasta tres años después. O de repente un día, en un bar, te encuentras con una canción antigua y yo, la verdad, hasta me sorprendo. Pero me gusta avanzar porque si no es un poco enfermizo salir de un concierto, llegar a casa y ponerte las mismas canciones.

Y además hay un Manolo García pintor. ¿Las sensaciones son las mismas que con la música?

En esencia, sí porque soy el mismo escéptico, el mismo participativo. Yo, en el día a día, cuando salgo a la calle me quedo como un chiquillo, con la boca abierta. Flipo, como se suele decir, con todo, con lo bueno y con lo malo. Soy una persona que intenta caminar, que no quiere quedarse parada, que busca aprender, mirar, pensar, ver lo que está pasando, este culebrón global político, económico y social. Me asombra todo: Hamas, Israel, la independencia de Cataluña. Rajoy… Ése es el Manolo que luego hace canciones y también cuadros.

Ahora que habla de todo eso, ¿no hay días, como le pasa a mucha gente, que tiene ganas de pedir al mundo que se pare para bajarse?

Bueno, es que lo paro cada noche cuando me subo al escenario, cada vez que me pongo frente al caballete, cada vez que abro un libro… Todos tenemos una forma de parar el mundo. Si no, sería insoportable. Ahora tenemos información a todas horas, información sesgada y manipulada como ellos quieren. Por eso tengo mi palanca de freno como la tienen millones de personas, sea saliendo del trabajo cinco minutos para fumar un cigarro o jugando al dominó o…

En la situación actual de crisis hay muchas voces que dicen que existen cosas mucho más importantes que la cultura.

Vamos a ver, la cultura viene después de que tengas la barriga llena y la salud atendida. Todo el mundo tiene que comer y tener una vida digna. La cultura está luego. La cultura es salud mental. Me puede parecer una putada, por ejemplo, la cuestión del IVA, pero primero diré: qué estáis haciendo privatizando la Sanidad o qué estáis haciendo que hay gente en la calle muriéndose de hambre y de frío… ¿Somos humanos o qué? Vale, estamos en un sistema neoliberal y dicen que tiene que haber gente con más dinero que otros. Pues que se lo queden. Lo que no tendría que existir es la clase baja. Dignidad. Ahí está. La gran mayoría de nosotros somos decentes, trabajamos duro y pagamos nuestros impuestos. Yo no tengo ningún problema en aportar lo que sea, pero no quiero ver a gente tirada en la calle que no puede llevar a sus hijos al médico, que es desahuciada, que no tiene trabajo… Pero ellos van a gravar a los de abajo, a recortarles, cuando lo que hay que hacer es recortar a los de arriba, que van sobrados.

De todas formas, como en diferentes etapas musicales de Manolo García el humor ha tenido mucho peso, ¿en tiempos como los actuales nos hace falta un poco más de eso?

Es una herramienta a la que nos tenemos que agarrar porque si no entramos en un terreno muy pesado. Los antiguos griegos ya lo sabían: tomarte en serio a ti mismo es un peligro. Más que El Último de la Fila, Los Burros teníamos un cachondeo acojonante en este sentido que comentas. Ahí había una parte muy importante de Quimi Portet, que tiene un humor muy concreto que yo también compartí. Pero bueno, puedes poner otros ejemplos como Os Resentidos, Siniestro Total o Las Vulpes con lo de Quiero ser una zorra… Que somos músicos de rock y eso se tiene que notar. Yo, tal vez, con los años aplico menos el humor en la música, pero la ironía, si la buscas, está ahí.

A Gasteiz regresa después de unos cuantos años aunque, en realidad, ¿le queda algún sitio del Estado en el que no haya tocado en toda su carrera musical?

(Risas) Capitales de provincia, no. Luego ya si vamos a poblaciones que no sean capitales de provincia y que cuenten con unas instalaciones adecuadas para conciertos, pues tampoco creo que me quede alguna. Lo de hacer cinco noches en cinco sitios grandes y luego irme a casa, no me va. Yo quería ser un señor que tocaba y que iba por las carreteras y en ello estoy. Soy más de ir puerta a puerta, como los trovadores con su carro de pueblo en pueblo. Es cierto que en la gira anterior me faltó venir a Vitoria y por eso en ésta quería sí o sí volver. Es que me apetece y quiero y siempre hay alguien que me quiere ver.

«La cultura viene después de que tengas la barriga llena y la salud atendida; es salud mental»

«Nunca he creído que unos cuantos puedan volar por encima de los demás, todos estamos a ras de suelo»

Fuente: Noticias de Álava – ENLACE

MG: CIERRA SU GIRA TEATRAL EL 4 DE DICIEMBRE CON UN CONCIERTO EN EL PALACIO DE CONGRESOS DE MADRID, CON LAS ENTRADAS AGOTADAS

 MANOLO GARCÍA CIERRA SU GIRA TEATRAL EL 4 DE DICIEMBRE CON UN CONCIERTO EN EL PALACIO DE CONGRESOS DE MADRID, CON LAS ENTRADAS AGOTADAS

El próximo 4 de diciembre y con las entradas agotadas desde hace semanas, Manolo García cierra su Gira Teatral en la que presenta su último álbum Los días intactos con un concierto en el Palacio de Congresos (Paseo de la Castellana, 99) de Madrid, que será el séptimo de los ofrecidos en 2012 en esta ciudad.

La Gira Teatral comenzó en febrero de 2012 en Roquetas de Mar (Almería) y desde entonces Manolo García ha ofrecido más de 50 conciertos, casi todos (más del 90 %) con las entradas agotadas, lo que obligó a repetir actuación en ciudades como Madrid, Barcelona, Murcia, Almería, Granada, Zaragoza, Bilbao o Valencia. Con siete músicos en el escenario y una cuidadísima producción de sonido y luces (como es habitual en los conciertos de Manolo García), esta gira ha ofrecido el mejor directo del artista con el plus de una cercanía con el público que ha dado muchas noches memorables.

En estos conciertos, Manolo García interpreta casi 30 canciones, con especial atención a su último álbum Los días intactos (nº1 en España y tres Discos de Platino), aunque también suenan temas de Los Burros y El Último de la Fila. En la gira han destacado los seis conciertos celebrados en abril en el Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones de Madrid y los seis del Palau de la Música de Barcelona, todos con las entradas vendidas con meses de antelación (las del Palau se vendieron en menos de media hora).

Antes de cerrar su gira el 4 de diciembre en Madrid, Manolo García actuará el 28 de noviembre en San Sebastián (Kursaal) y el 30 de Vitoria (Iradier Arena).

Fuente: Página Oficial Manolo García – ENLACE

MG: «En escena se te olvidan los dolores»

Manolo García No ha estado ‘intacto’ el catalán sino atacado por lumbalgias, pero tras el traspiés estará ahora en el Kursaal.

Afónico habla Manolo García sobre la gira que le obligó a posponer en primavera su cita donostiarra, primero por apendicitis y después por una lumbalgia. «Es por tirarme un hora hablando con la gente tras el último concierto», comenta quien repudia las redes sociales. «No quiero tener cincuenta mil amigos virtuales. Ya me cuesta un huevo tener dos buenos y conservarlos». La cercanía física y sensorial con su audiencia intergeneracional es lo que Manolo prima en el tour teatral de ‘Los días intactos‘ que, con el papel ya casi agotado, pasará el miércoles por el Kursaal y el viernes por el vitoriano Iradier Arena.

–La gira está en la recta final, ¿con ganas de acabar?
–No, esto no es una obligación. Además de Donosti, Vitoria y Madrid, donde acabaré el 4 de diciembre, llevamos 56 conciertos. Pero como solo hago dos a la semana y me vuelvo a casa, no tengo la sensación de agotamiento de los maratones de verano que se hacían antes. Nunca he tenido ínfulas de grandeza y una gira así es perfecta. Es un tour sostenible en todos los sentidos. Podría hacer la gira interminable, como Dylan.

–¿Has tenido nuevos achaques tras la lumbalgia?

–Con los años de tralla, te salen dolores de espalda y demás. Pero de momento, no hay que rematarme y tras aquella parada obligada no me contengo nada en directo. La gente te transmite una energía que, por tocado que estés, en escena se te olvidan los dolores. Incluso en casos extremos, como en Salamanca; estaba cascado como una visagra y subí al escenario con bastón. Me jodió mucho tener que parar, apenas he suspendido nunca, salvo por inclemencias del tiempo. Pero el médico me dijo: o paras o no acabas la gira.

–¿Haces vida normal?
–Me dedico a pintar entre semana y, de vez en cuando, hago alguna exposición, como la reciente de Tarragona. Pero no con ánimo de venta. Me apunto a iniciativas culturales o propuestas de algún colectivo ecologista y así. Alguna vez he vendido algo, pero para alguna asociación benéfica. Me cabrea el pluriempleo. Si lo practica una persona que se gana bien, pues mal. Y si alguien se ve obligado al acumular infra empleos para llegar a fin de mes, también.

–Pese a tocar en teatros, tu actitud y la del público no difieren mucho de los que ofreces al aire libre.
–Hay una parte acústica con Nacho (Lesko) al piano, sin batería y con los músicos sentados. Pero es cierto, para bien o para mal, me va la marcha y me bajo a la platea o animo a la gente que se levanta y canta las canciones. Y eso que me gustan los conciertos acústicos. Vi el otro día a Patti Smith en Barcelona y me pareció genial. Como ella, tendría que dejar las guitarras eléctricas, pero el cuerpo no me lo pide. Vengo del rock clásico: Led Zeppelin, Eric Burdon, los Stones… y ese sustrato siempre está ahí. Puede que escuche a Camarón, Wilco o Green Day, pero aunque me haya abierto a otras cosas en mis discos jamás he abandonado la rítmica del rock. Aunque nunca me he conformado con ello.

–Como Patti Smith, no puedes evitar presentar las canciones con alusiones a la realidad social o ecológica.
–A veces, me lo pide el cuerpo. Como a cualquier ciudadano de esta sociedad que paga impuestos y no tiene cuentas en sitios raros. Hay muchas formas de conectar con el personal. Claro que, de igual manera, defiendo a quienes se limitan a hacer su repertorio. A mi no me hace falta oír hablar a Calamaro para ver por dónde va, su obra ya me dice mucho. No pretendo predicar ni hacer proselitismo, pero cuando veo las noticias me caliento. Comparto la indignación de mucha gente .

–¿Te interesa la política partidaria? ¿Votarás en las elecciones catalanas?
–Tengo dudas. A veces digo que no iré y otras, como hoy, pienso que significa algo y quiero poner mi granito de arena para contrapesar la política tan estrambótica y alejada de la realidad que vivimos Que cada vez más gente honrada las pase canutas en un país democrático que aspira al bienestar social es completamente injusto. Vivimos un caos muy extraño

–¿Tienes algo en la agenda para después de esta gira?
–No. No tengo ganas de tocar fuera. Sólo de ponerme a pintar como loco y a componer. El músico siempre esta en busca de la canción perfecta que nunca encuentra. No tengo grandes aspiraciones, más allá de mantener la ilusión por lo que hago.

Fuente: Diario Vasco – ENLACE