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Juerga con Albert Pla

El cantautor festejó su 25º aniversario de carrera con un recital que combinó el surrealismo y
el desvarío, y en el que tomaron parte colegas como Estopa, Sílvia Pérez Cruz y Gerard Quintana.

Fiesta grande, el sábado en Figueres, con un Albert Pla que recorrió sus 25 años de carrera a su libre y descocada manera, entre la fantasía onírica, el one man show de deslenguados contornos y, en la recta final, el desvarío y la Juerga catalana que relata una de sus canciones. Cumpleaños sin formalismos, generoso, con una decena de invitados que aportaron acentos de genio al clímax de Acústica. El festival cerró su 13ª edición con 90.000 personas según la organización, 10.000 más que en el 2012.

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Hace 25 años que Pla desmontaba el canon del cantautor tradicional con Ho sento molt, un disco que le dio a nuestra escena un meneo muy necesario, y la pieza de la que extrajo el título, La sequia, abrió el recital, tras la presentación de Tortell Poltrona, con sus refinadas formas («tens paper de vàter enganxat al cul…») en una plaza de Gala y Salvador Dalí abarrotada. El trovador, con su túnica milenaria, y una banda en la que figuraba, a los teclados, un Pascal Comelade que se hizo notar en los momentos más vaporosos de la primera parte: el tramo que corrió de la mano de Maria Rodés, con Mirall, Somiatruites y Pipí. Esta, con unos The Pinker Tones que se aliaron con Pla en Flor, pieza de su espectáculo infantil.

Deleite con Antònia Font, un Pau Riba un poco descoordinado en Cançó 7a en colors, de su Dioptria («una persona que va marcar un abans i un després», saludó Pla), y el medley Albert, de Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernández Miró, ejecutado después de que la cantante superara un brote de risa. Pla se lo miraba a distancia, sentado en el sofá.

Destrucción total

Pero el festín y el desbarre llegaron en la segunda parte, después del interludio virtuoso de Diego Cortés. Irrumpió Quimi Portet (bigote, camisa floreada, trago largo colorista en mano) entonando su himno a la destrucción del verano, Sunny day, y Pla procedió, en La colilla, a calcinar uno a uno los estados de la Unión para convertirse en juglar marciano en El ciego, que cantó entre el público con su casco de focos. Luego fabuló con el asesinato de banqueros, policías y políticos en su monólogo de Manifestación. Es Albert Pla. Ya le conocemos.

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En pleno crescendo desfasado, Gerard Quintana y el cantante y bailaor Tomasito en Insolación, y sin aguar la fiesta pero imprimiendo dominio escénico y sobriedad, Estopa en un Joaquín el Necio que merecería ser incluido en su repertorio a partir de ahora, con Quintana entonando «lolailolá-lolé…». Se quedaron ahí en el asalto a Lou Reed de El lado más bestia de la vida Pérez Cruz y Rodés, sumándose a Judit Farrés en los coros. Y el efecto incontrolado de un Pau Riba en sujetador y bragas, bailando y culminando el número con lo que popularmente se conoce como «un calvo». El Riba del Canet Rock de los 70, resucitado, con Isaki Lacuesta filmándolo todo. No sabemos qué saldrá, pero promete.

Imposible superar semejante performance, pero aún hubo bises con Papa, jo vull ser torero y la jocosa road movie de Bona nit (Juerga catalana), con Portet como compañero de correrías desde Tortosa hasta La Seu d’Urgell. Muchos kilómetros recorridos por Pla durante casi dos horas y media, y en esos 25 años, y muchos más que le quedan por recorrer.

Fuente: El Períodico – JORDI BIANCIOTTO – Ferrán Sendra

Nuestro gran juglar (Albert Plà)

Albert Pla celebró sus 25 años de carrera en Figueres junto a una lujosa nómina de invitados.

A finales de los años ochenta, la canción de autor en Catalunya atravesaba una severa crisis en cuanto a difusión y prestigio. Fue un tiempo horribilis para el género. Entonces llegó un muchacho de Sabadell llamado Albert Pla, que apadrinado por Quico Pi de la Serra y Sisa (Ricardo Solfa en la época), irrumpió en el mercado discográfico con un álbum revolucionario (Ho sento molt, 1989). Pla yel atípico pelaje conceptual de sus canciones, conectaron con nuevos públicos, iniciando una brillante carrera que suma ya veinticinco años.

El Festival Acústica de Figueres albergó el sábado el espectáculo con el que Albert Pla conmemoraba su primer cuarto de siglo de trayectoria. Fue la guinda del pastel de un ciclo centrado en la música catalana que, desde el jueves 28 y hasta el domingo 31, ha animado la ciudad con más de treintay cinco actuaciones de todo signo. Ayer por la tarde, la organización señalaba que la decimotercera edición del festival ha registrado 90.000 espectadores.

En la plaza Gala-Salvador Dalí, y con todo el papel vendido, Albert Pla ofició un intenso montaje, arropado por una banda de gran categoría (Pascal Comelade, Diego Cortés, Judit Farrés, Jordi Busquets, Iván elefunken…), y con una impresionante e intergeneracional nómina de artistas invitados: Pau Riba, Quimi Portet, Estopa, Gerard Quintana, Sílvia Pérez Cruz & Raül Fernandez Miró, Maria Rodés, Tortell Poltrona, The Pinker Tones, Tomasito…

La operación no estaba exenta de cierto riesgo, ya que algunas veces este tipo de propuestas caen en el exceso de rigor por apego al guión, al tiempo que también pueden inclinarse hacia algún tipo de autocomplacencia. Nada de eso ocurrió, donde Albert Pla fue generoso en el reparto de protagonismo (al punto de fomentar que varios invitados incluyeran temas de cosecha propia en el programa), mientras que un ambiente felizmente anárquico se fue adueñando del escenario con el transcurrir de los minutos.

Por más de dos horas, nuestro juglar punk armó una celebración ciertamente irrepetible, con un repaso a su discografía en el que, por cierto, hubo bastante lugar para temas pertenecientes a su primer trabajo (La sequia, El llegat del pastor, Papa, jo vull ser torero como primer bis de la noche…).

El catálogo de grandes momentos de la velada es largo, empezando por el paródico dúo junto a Quimi Portet en Sunny day, y culminando con la performance que se marcó Pau Riba en el all together de la versión planiana del Walk on the wild side de Lou Reed. A sus 65 años, Riba se transvistió (bragas rojas, sostén negro, peluca lila), sin olvidarse de mostrar sus letradas posaderas a un público encantado.

Entre lo uno y lo otro, más estampas memorables: una hilarante interpretación de La colilla, la desaforada Insolación construida juntoaGerard Quintana y Tomasito, el épico mano a mano con Estopa en Joaquín el necio, o el buceo de Pla entre el público, cantando ciego con cornamenta luminosa. Repertorio sólido y espíritu irreductible: ¡a por otros veinticinco, maestro!

Fuente: La Vanguardia – Donat Puig – Inma Sainz