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Manolo García: «Sigo con la misma ilusión y respeto por la gente que el primer día»

De Luisja García; La música toma protagonismo en el último fin de semana de la Feria y Fiestas de San Julián 2022 con un doble concierto. Hoy con Manolo García y este sábado con la actuación de Robe, ambos conciertos se celebran a partir de las diez de la noche en el Estadio de La Fuensanta.

Esta noche es el turno de Manolo García que llega a Cuenca dentro de su Gira 2022 y donde va a presentar sus dos últimos trabajos: Mi vida en Marte y Desatinos desplumados. Será el cuarto concierto que haga en Cuenca, una ciudad que le gusta que ha visitado como turista en otras ocasiones.

Fuente: Cadena Ser – ENLACE

Manolo García conquista Cuenca

El artista catalán ha ofrecido un recital de casi dos horas y media en La Fuensanta ante 3.500 espectadores

A pesar de la abundante lluvia de la tarde, el tiempo ha dejado y Manolo García ha podido ‘escaparse de Marte’ este viernes para actuar esta noche en el campo de fútbol de La Fuensanta en el marco de la Feria y Fiestas de San Julián 2022. El artista catalán ha ofrecido ante 3.500 espectadores un recital de casi dos horas y media en el que ha presentado canciones de sus dos últimos discos, ‘Mi Vida en Marte’ y ‘Desatinos Desplumados’, que ha ido intercalando con clásicos de trabajos más antiguos de su carrera en solitario y de su etapa en ‘El Último de la Fila’.  

A las diez y media de la noche -con media hora de retraso respecto al horario previsto- y ataviado con una colorida chaqueta, el músico ha abierto el concierto con el emblemático ‘Insurrección’, que ha dado paso a una veintena de temas que el público ha coreado entregado de principio a fin.

«Hace fresquete», ha bromeado Manolo García con los espectadores, a los que ha dicho que es un «placer volver a esta ciudad bonita donde las haya». 

El flamenco ha tenido un gran protagonismo en el concierto de la mano de las canciones del disco ‘Desatinos Desplumados’, uno de los dos trabajos nacidos en pandemia aunque el compositor ha demostrado que no se dejó llevar por la tristeza a la hora de escribir, tal y como reconocía el propio músico en una entrevista con ‘Las Noticias de Cuenca’.

No han faltado clásicos como ‘Pájaros de barro’, canción tras la cual el artista se ha dirigido al público celebrando que, tras la Covid-19, la gente está más cariñosa que nunca y con más ganas de «abracicos», haciendo un guiño a sus orígenes albaceteños.

Estas palabras daban paso a ‘Un poco de amor’, uno de los temas de ‘Mi Vida en Marte’ que ha sonado en la segunda parte de un concierto en el que, como acostumbra, el artista ha bajado en más de una ocasión del escenario para saludar al público.

Hacia la recta final de la actuación, en la que ha deslizado una crítica a las energéticas, han sonado grandes clásicos como ‘Nunca el tiempo es perdido’ y ‘A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando’, hasta cerrar el recital como había empezado, con ‘Insurrección’, aunque esta vez ha sido el público el que ha cantado animado por el artista, que también ha dirigido unas palabras en su despedida final a Eric de Witt, guitarrista que ha acompañado a Manolo García en gran parte de su carrera y que ha fallecido unos días.

Fuente: Las Noticias de Cuenca – Dolo Cambronero – Fotos Saul Garcia – ENLACE

“La infancia es la patria. En mis discos meto música que me despertaba cuando era niño»

El compositor y músico Manolo García recala este viernes 26 de agosto en La Fuensanta dentro de su gira de presentación de sus dos últimos discos en solitario

Se declara enemigo acérrimo de la vida acelerada que generan las nuevas tecnologías. “Mi móvil cuesta 29 euros. Me dicen que me abra perfiles en redes. Vamos, ni loco”, asegura el barcelonés Manolo García en una pausada entrevista telefónica. El cantautor y compositor, cuya familia es originaria de Férez, un pueblecito de la Sierra del Segura albaceteña, actúa este viernes 26 de agosto en el campo de fútbol de La Fuensanta de Cuenca (22:00 horas), donde presentará sus dos nuevos trabajos, ‘Mi Vida en Marte’ y ‘Desatinos Desplumados’.    

¿Cómo va a ser el concierto? 

Mis giras siempre van de la mano de un nuevo disco, en este caso son dos. Hago una presentación de las canciones nuevas y las mezclo con otras más antiguas de mi repertorio y también me gusta tocar alguna de ‘El último de la fila’. Sería un disparate intentar tocar 27 nuevas canciones. Y el público quiere oír también antiguas, que han calado en su vida, que forman parte de su imaginario.

Háblenos de ‘Mi Vida en Marte’ y ‘Desatinos Desplumados’, nacidos en pandemia.

‘Mi Vida en Marte’ está hecho en lo peor del confinamiento, en los meses de la incertidumbre, las multas, los guantes, el gel… Me desbordaba tanto miedo, tanta gente enfadada, y eso me ha dado canciones aunque eso no quiere decir que hagan alusión a la pandemia o a momentos duros. No, son canciones con mi búsqueda de luz, de brillo, de vida. Al tener más tiempo por el confinamiento y menos sociabilidad, salieron canciones. El segundo, ‘Desatinos Desplumados’, fue un impulso final. Ya tenía el primer disco, que era mi idea primera, pero tenía ganas de hacer algo diferente. Quería escribir otros textos porque cuando estás con un disco, llega un momento en el que estás saciado de esas letras. Hasta el último momento corriges un adjetivo, un estribillo, una frase… O esa guitarra que hice hace un mes hoy no me convence tanto. Por la pandemia, estuve más tiempo de lo normal trabajando. Y llegaban momentos de saturación. Pensé: ‘Estoy dándole demasiadas vueltas al potaje, se va a quemar ya’. [Risas] Hay que comérselo ya.

Al final, por limpiar, por airear mi mente, pensé en hacer unas canciones nuevas y me propuse el reto de hacerlas en cinco minutos. La gente me decía que era difícil hacer un disco en un mes. Pero hice ‘Desatinos Desplumados’. Es un desatino. Lo he hecho muy contento. Me he tirado por otro lado, he cantado de otra manera. Mandan las guitarras españolas junto a mi voz, el texto, que es más poético. Yo siempre tengo una pretensión lírica, luego el resultado… hago lo que puedo. Pero en este pensé que quería buscar cosas románticas, muy bonitas, palabras en desuso. Ha sido un divertimento para mí. 

Los nombres son muy significativos. ¿Qué mensaje quiere mandar con ellos?

Hay mucho de humor, de alegría y de tirarte el rollo. Porque a veces creo que todos nos sentimos un poco marcianos. Después de tantos siglos de pretendida civilización, de una búsqueda, de etapas oscurantistas y de años de barbarie, en este mundo hiperinformado o desinformado, con mucha noticia perturbadora, falsa, te sientes un poco de otro planeta y tú solo buscas paz, tranquilidad y trabajar, aunque no mucho. Sería interesante repartirlo, que todo el mundo trabajara un poquito, esa utopía de los años setenta. En la prehistoria, los cazadores recolectores, gastando muy pocas kilocalorías, comían. Nosotros gastamos muchísimas más no para comer, sino para tener un móvil, un coche, irnos de vacaciones a Benidorm… Qué lío estamos montando. Vamos de culo. Ahí me siento como marciano. Hacemos cosas muy extrañas. Sobre todo los que pretenden dirigirnos y nos llevan siempre fuera de juego.

Y el nombre del segundo disco es porque me he quedado muy desplumado al ser todo tan deprisa. Hacer una canción es algo dificilísimo que llega cuando quiere. A veces te pone y no llega. Y luego otro día o a las horas, vuelves y parece que llega algo que te gusta. El reto de decir voy a hacerme de jueves a lunes cuatro o cinco temas era difícil pero lo he hecho. Hay que componerlas de arriba abajo. Me quedé desplumado. Y a la siguiente semana ya estaba grabando. Estaba como delirando. Pero estoy muy contento. A mí me gusta, me lo he pasado bien, ha sido fresco. El otro me encanta pero ya estaba hecho.        «Las canciones son un diario de vida. Son mi asidero, mi bastón para andar el camino. La música y el arte en general porque yo tampoco puedo vivir sin pintar»

Tiene una larga carrera a sus espaldas. ¿Cuántas canciones ha compuesto?

Paso de las 300. Desde Los Rápidos, pasando luego por Los Burros y El Último de la Fila hasta ahora yo en solitario, que he hecho mi noveno disco. Componiendo o en solitario o con otros, haciendo melodías, arreglos, melodía, texto, de una manera u otra, paso esa cifra.     

¿Cuáles son las más significativas?

Las canciones son un diario de vida. Son como el cuaderno de bitácora de ese adolescente que va apuntando reflexiones, vivencias, angustias, alegrías… Son mi asidero, mi bastón para andar el camino. La música y el arte en general porque yo no puedo vivir sin pintar. Mi madre me compró un caballete, cuatro tubitos de pintura y pincelitos cuando tenía 13 o 14 años. Ha sido imprescindible. Debo tener bastantes más de 1.000 cuadros y dibujos. Es para buscarle sentido a la vida y salir un poco de lo prosaico. Los que hacemos canciones, intentamos aportar un poco de luz a los demás, tocarles una fibra. Esto es un viaje. El arte es una herramienta para mejorar. En cuanto a mis canciones, son muchas. ‘San Fernando’, ‘Reguero de mentiras’, ‘Azulea’, ‘A quien tanto he querido’…. canciones de ahora y otras más antiguas. Si las pongo en los discos es porque tienen una magia para mí. Intento no meter castañas. Nunca me he movido por ser un oficial en mi oficio, me he movido por un instinto hacia la emoción. En esa ingenuidad he sido a veces un poco naif y también pintando puedo ser inocente pero le pongo toda mi alegría y alguna te llega igual. A día de hoy, me sigue entusiasmando cantar ‘Pájaros de barro’ o, de El Último de la Fila, ‘Llanto de pasión’. Escribí el texto hace muchos años pero es emocionante. Es una canción de adolescente. Para mí son limpias y bonitas y las sumo a las de otros artistas nacionales e internacionales que me gustan y son mi maletita de música que me llevo de viaje. «Yo no le pido lujos a la vida. Quiero un botijo, una guitarra, unos pocos buenos amigos y que perdure la amistad»

¿Cómo ha cambiado el Manolo García que empezó con Los Rápidos?

En lo esencial, no ha cambiado mucho. Lo que llevo dentro es el cariño a lo natural, a lo básico. Yo nací en un barrio humilde muy cerca del mar. Mis recuerdos de niño son los baños en la playa y los veranos en la Sierra de Albacete. La infancia es tu patria. Para mí es el desdoblamiento entre la playa y el pueblo, con una vida más salvaje. Yo soy ese. Recuerdo que la música me despertaba allí. Por eso en mis discos meto un laúd, la guitarra española… que era lo que me despertaba en las siestas en Albacete. Es lo que me hacía emocionarme.  

¿Próximos retos?

Seguir bañándome en el mar, cantar, hacer canciones, pasear, pintar. Yo no le pido lujos a la vida. Quiero un botijo, una guitarra, unos pocos buenos amigos y que perdure la amistad. Eso le pido a la vida.

Fuente: Las Noticias de Cuenca – Dolo Cambronero – ENLACE

«En mis canciones siempre hay una búsqueda de esperanza»

El músico ofrece un concierto esta noche en La Fuensanta en el que presentará los temas de ‘Mi vida en Marte’ y ‘Desatinos desplumados’ además de repasar sus canciones más conocidas

El músico Manolo García ( El Poblenou, Barcelona, 1955) es un trovador del alma que exprime al máximo las pequeñas cosas y se esfuerza a diario para mostrar la cara amable de la vida. Así lo hace a través de una entrevista telefónica con La Tribuna, en la que de manera cordial se abre en canal para hablar de sueños, amor, sentimientos, naturaleza, arte o música. Lleva cuatro décadas compartiendo con el público sus creaciones, canciones  que ofrecen esperanza. Este viernes llega a Cuenca (Estadio de La Fuensanta, 22,00 horas), dentro de la Gira 22, en la que además de presentar Mi vida en Marte y Desatinos desplumados, sus dos recientes trabajos, animará al público a cantar juntos esas canciones de siempre. Son las otras, esas canciones que ponen a flor de piel la emoción de vivir y que demuestran a Manolo García en cada escenario que pisa que lo bueno que se da luego se recibe. Tal vez la explicación esté en que el niño que quería ser músico no ha perdido un ápice de ilusión y cada día que pasa ama más la vida.  

¿Cómo se vive en Marte?

Marte puede ser un rincón en cualquier parte de tu propio planeta para sobrellevar esto. Porque en la era de la información, de la sobreinformación, necesitas un hueco donde descansar y hacerte tu propio Marte, amainar las tormentas, buscar agua, regar el jardín, cuidar el bancal, seguir haciendo habitable tu interior porque… los terrícolas atacan mucho. Necesito canciones, libros, películas decentes, teatro, danza, darme un baño si estoy cerca del mar, que me dé la brisa, escuchar el viento, silbar entre las ramas de los pinos. Ese es mi Marte.

Ahora sales de ese planeta, te metes en la vorágine de una gira y aterrizas en Cuenca. ¿Qué vas a ofrecer al público?

Voy a intentar ofrecer lo que me da Cuenca cuando voy. He levitado  varias veces en la Fundación Antonio Pérez y he levitado en ese entorno o cuando he paseado por la ciudad. Lo que me da la vida es lo que intento ofrecer, la emoción de vivir. Voy a ofrecer a la gente que acuda al concierto lo mismo que me ha dado a mí la ciudad y la provincia cuando he ido. La gente acude a los conciertos con ganas de cariño, y voy con ganas de cariño, de cantar, de una sonrisa… y más ahora después de salir de esta barbaridad de los confinamientos a causa de la pandemia.

Es algo que se necesitaba tras las restricciones, las mascarillas…

La gente más que nunca quiere sonreír y mostrarle la cara amable a la vida. Es lo que he hecho siempre. Siempre ha intentado buscar lo vital de la vida, en una canción, en un concierto. No quiero que suene grandilocuente. Y en Cuenca busco lo mismo que en cada ciudad, ese abrazo, esa efusividad, esa cosa bonita de compartir canciones un rato y olvidarnos de que la vida es finita, de que estamos contaminando el planeta. A mí, a veces esa ideas me dan tristeza. En mis cuadros siempre hay colores vivos y en mis canciones siempre hay una búsqueda de esperanza. En este caso la gente de Cuenca me va a ayudar a vivir, como la semana pasada la gente de Palma de Mallorca, y yo a cambio también les ayudo.

Es lo que escribió Paul McCartney, aquello de «el amor que recibes es igual al amor que das»…

Totalmente. Es así y no hay otra forma de estar en el mundo. No sé si la gente que hace daño a sabiendas es insensible al dolor ajeno, pero la gente que da algo bueno sí que es sensible y lo bueno le vuelve.

Desde niño tenías muy claro que querías ser músico, no?

Sí, clarísimo. Empecé como músico de orquesta y sólo con tocar canciones de otros que hacían bailar era feliz.Veía una rato de felicidad en la gente. Porque la vida es dura para todos, hay que madrugar, hay que levantar tropecientas cosas. Desde que era jovencito y me gustaba trasladar esa idea a los demás.Al acabar la mili ya pensé que estaba bien de copiar canciones de otros y necesitaba escribir mi música, y así lo hice.

Pues van cuatro décadas y centenares de canciones. No te ha ido mal…

Desde que empecé hice muchas, algunas en comandita con otros compañeros, en Los Rápidos, Los Burros, El Último de la fila o en solitario. Estoy en trescientas y pico canciones.

Mi vida en Marte y Desatinos desplumados son un derroche creativo. ¿Es una consecuencia de la dichosa pandemia?

Es una consecuencia de que cada vez amas más la vida, conforme van pasando los años y vas soltando lastre. Tienes más tiempo para la emoción más pura, hasta apuntas en la dirección más correcta. El amor a la vida, el despertar cada mañana que es inherente a uno. La otra mañana amanecí en Palma y en una playita me dí un simple baño. Estuve una hora… ¡Un baño! Y si no es el mar, estamos en Cuenca y es la montaña, un río o un paisaje que es patrimonio de toda la humanidad. Con el tiempo me he ido quedando con esas pequeñas cosas.

¿Eso es lo que hace seguir en primera línea a veteranos músicos?

¿Por qué siguen los Rolling Stones, Paul McCartney, Bruce Springsteen…? La gente comenta eso de ‘no tendrá bastante dinero ese hombre… si no le hace falta’. Pues lo que le hace falta es seguir sintiendo la emoción de la vida. Que tenga más o menos dinero es cosa suya, nos importa un pepino. 

¿Cuando empezaste tu carrera pensabas en el dinero o en la fama?

Jamás. Eso no existía, al contrario. El músico era un peludo, drogata… Hasta la familia se ponía en contra. En mi época era ser el garbanzo negro. 

¿Cómo es tu relación con esas canciones que todo el mundo conoce, las que te piden en los conciertos y nunca faltan. Y no me refiero sólo a Insurreción.

Para mí, lo importante es cantar. Y te voy a contar una anécdota que no he contado nunca. Hará tres giras o por ahí sufrí una apendicitis galopante y me operaron de urgencia. Al salir de la anestesia le pregunté a la enfermera si había dicho muchas tonterías al despertarme. Y ella me dijo: ‘Has dicho exactamente, qué bien, podré volver a cantar’. Es la importancia de cantar, de la vida, de avanzar y de alejarnos de lo negro porque todos los días nos están machacando. Quiero cantar esas canciones como Insurrección, Pájaros de Barro… Me encantan y me encanta que las cante el público. No me cansaré jamás porque me permiten cantar a la vida. Tengo mis pequeños trucos, ya de veterano, de artesano, y es que puedo cantar un millón de veces esas canciones, pero siempre hay un trocito de melodía que cambio, una palabra que muevo, una cuerda de la guitarra que suena de otra manera.

Otra vez, esas pequeñas cosas…

Exactamente. Siempre buscándonos la vida y buscando la vida, porque la hay en todo. Si apagamos las cuerdas la negación nos arrastra a una sensación un poco gris. La afirmación y el ‘sí, sí, vamos a hacerlo’ es mucho más bonito. Volviendo a esas canciones me gusta que la gente las cante porque voy a caballo ganador. Las cantan y están contentos.Quiero que la gente esté contenta porque de la gente contenta se sacan cosas buenas. De la gente quemada, amargada, lo que se puede sacar es una coz.

¿Cómo haces compatible la intimidad que se necesita para crear con el frenesí de las giras?

En alguna ocasión he tenido alguna sobredosis de energía y en mitad de una gira, en algún día libre, he seguido componiendo porque me apetecía. Generalmente no es así. De estos dos últimos discos, sobre todo de Mi vida en Marte, hay cinco o seis canciones, de las catorce, que ya estaban hechas de la gira anterior, en los días libres. Pero cuando acaban las giras vuelvo a mi vida normal, en mi ciudad. Busco libros que me han recomendado en librerías, busco esa parada para tomar un café, ese bar en el que el camarero o la camarera son amigos de hace veinte años o el domingo vuelves a ir a un museo porque hay una exposición. Poco tiempo después notas cómo la capa freática, el pozo, vuelve a tener agua limpia. Echas el cubo y vuelve a salir agua clara. Si lo agotas o intentas sacar el agua a destiempo sólo sacas barro. A mí las ganas no me faltan nunca. Intuyo que nunca me van a faltar y cuando leo a Gil de Biedma pienso: ‘Qué lástima, ¿por qué no siguió?’. Un día decidió que ya no seguiría escribiendo poesía. Me gustan los poetas que han escrito hasta el final, los pintores que han pintado hasta el final o los músicos que han hecho música como han podido, tal vez sin tanto concierto, pero discos hasta el final. Me encanta la gente que ha tenido esa vitalidad hasta el último aliento. Yo quiero ser de esos. La vida normal no es aislarse, no es estar todo el día pintando ni estar todo el día en el estudio. Soy bastante callejero y en la normalidad vienen las canciones, vienen los cuadros.

¿Hablando de cuadros y de tu afición a la pintura, si estuvieras delante de un lienzo qué te inspira a pintar esta gira?

Pues estoy pintando y de hecho estoy delante de un lienzo. Paso horas delante de las telas, con mis pinturas. Tengo un mundo propio, bastante onírico, sueño con los ojos abiertos. Mis telas son bastante surrealistas. Ahora mezclo abstracción, configurativo y surrealismo. Es una triada extraña, a mi manera, y me lo paso muy bien, la verdad. Es una manera de alejarme de una realidad que no me complace. Me alejo, un rato, luego vuelvo y, como todos, sacamos pecho.Ahora estoy trabajando con colores muy cálidos, con rosas. Me gusta el verde, el verde un poquito apagado, y de repente también trabajo con amarillo oscuro. En cuanto a  la gama de colores soy muy de Van Gogh, de Gauguin. Es una propuesta de libertad total.

Al fin y al cabo eso es lo que buscas: libertad. ¿Es así?

Sí. Es lo que busco en las telas, en los discos cuando compongo y lo que buscaré en Cuenca en el concierto.Ser libre y que no que me hagan bailar bajo el son de un baile que no me gusta nada.

Y el público de tus conciertos creo que lo sabe…

A todos se nos ve el plumero (risas). 

Fuente: La Tribuna de Cuenca – José Luis Enriquez – ENLACE

Manolo García: «Llevo la Sierra del Segura en el corazón, con recuerdos y vivencias para siempre»

Manolo García continúa con su exitosa Gira 2022 en la que vuelve a los escenarios después de su exitosa gira “Geometría del Rayo” de los años 2018 y 2019. El polifacético artista se encuentra inmerso en la presentación de su último trabajo de estudio que está compuesto por un doble álbum y que incluye los títulos Mi Vida en Marte y Desatinos Desplumados, pulverizando todos los records llegando al Número 1 y Número 2 en las listas oficiales de venta, respectivamente.

El esperado tour recalará en la Plaza de Toros, en el marco del 66º Festival de Albacete, el próximo sábado, 27 de agosto, desde las 22.00h, presentando en directo ‘Mi Vida En Marte’ y ‘Desatinos Desplumados’, sus octavo y noveno discos de estudio.