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Manolo García lleva a miles de personas a la insurrección contra la tristeza en Cuenca

Con un repertorio entre su último disco y las canciones de siempre, el artista supo meterse en el bolsillo a sus incondicionales que demostraron tener ganas de volver a verle en una ciudad en la que siempre será bienvenido

Manolo García es uno de esos cantantes que a lo largo de sus años se ha ganado una legión de incondicionales y que con un estilo propio ha sabido ir ganando nuevos seguidores como quedó demostrado anoche en La Fuensanta donde se dieron cita más de 4.000 personas de todas las edades que vibraron, enloquecieron por momentos y, sobre todo, disfrutaron. 

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La tarde comenzó con tensión. La tormenta que se desencadenó por la tarde en la ciudad hacía temer por la celebración del concierto. Algunos consultaron las previsiones del tiempo más veces que en Semana Santa con las procesiones. Pero finalmente la cita se celebró con normalidad con un ambiente refrescado por la lluvia que Manolo García se encargó de caldear con sus primeros acordes. 

A las 22:30 comenzaba situando alto el listón con uno de sus temas más conocidos llamando a la ‘Insurrección’ recordando que público y artista se necesitaban mutuamente. Lo había anunciado en la entrevista a eldiadigital.es, que un concierto es un intercambio de sensaciones, que quería ver a la gente cantar, disfrutar y sonreír, y vaya si lo consiguió. 

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Gente de todos los rincones de la provincia llegaron a la cita para saborear una puesta en escena que demuestra que Manolo no tiene edad, tiene ilusión y sabe transmitirla. Bajó en varias ocasiones del escenario. No tiene miedo a acercarse a la gente y palparlos para recuperar las sensaciones que la pandemia nos privó durante un tiempo. 

Ya lo había advertido, “en mis conciertos no hay reloj” y cumplió. Con una energía propia de un joven que inicia nueva gira y la sabiduría de quien ya ha recorrido el camino en múltiples ocasiones, García supo meterse al público en el bolsillo, hacerles cantar, chillar cada vez más fuerte para pedir otra, y otra, y otra hasta las dos horas y media de concierto. 

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Siempre emocionante con un micrófono en la mano, el cantante versó las bellezas de Cuenca, las sensaciones que siempre ha recogido y tuvo un emotivo recuerdo para Eric de Witt recientemente fallecido que estuvo a su lado desde los inicios al mando de las guitarras y para el que pidió una gran ovación que resonó más que los truenos. 

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Pero todo lo bueno tiene que tener un final y el del concierto lo tuvo por todo lo alto. De su disco Arena en los bolsillos, cantó ‘A San Fernando’ sabedor que los allí presentes le hubieran seguido andando hasta donde les hubiera pedido. Y cerró el círculo con la misma canción que comenzó donde el estadio de La Fuensanta enalteció consciente de que era el final. Aunque antes tuvo tiempo para terminar recordando y cantando que Manolo García, “sigue siendo el Rey”. 

Fuente: El Digital – D. Guijarro – ENLACE

Manolo García: “En mis conciertos no hay reloj, voy a compartir un rato con el público y si se alarga, mucho mejor”

Manolo García es un cantante, un artista, un creador. Quizás por ello le guste tanto Cuenca a la que considera una ciudad que invita a la cultura y a la que ha visitado en varias ocasiones, aunque no tuviera actuación en ella. Esta noche regresa dispuesto a disfrutar de su gente porque no entiende un concierto sin ese intercambio de emociones entre el público y el artista.

Un día antes de viajar a Cuenca, Manolo García nos atiende por teléfono en una entrevista en la que se muestra tal como es, cercano, amable lamentando no poder hacerla con un café de por medio y cara a cara. Reacio a que le llame de usted, algo que no se puede evitar ya que a los que tenemos una edad nos enseñaron que a los maestros hay que tenerles un respeto. 

Alejado de las modas actuales, de las prisas y el consumismo hace gala de una personalidad que le ha llevado a forjarse una de las carreras musicales del país más respetadas y admiradas destacando que las canciones que ha creado “las necesitaba como el aire que respira” y recuerda que cuando dejó de imitar a otros contantes algo cambió en él y forjó esa personalidad que considera algo imprescindible para un artista que quiera forjarse su propio camino. 

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A falta de pocas horas para el concierto en Cuenca, ¿qué nos va a ofrecer en él?

Mi ilusión y emoción por la música. Yo no acudo a los conciertos como quién va a trabajar. Yo voy a ellos como quien busca alivio para sus riñones, su hígado, sus entrañas. Ofrezco ilusión, alegría, sonrisas. Yo acudo a Cuenca así. Tengo gratos recuerdos de mis conciertos en la ciudad y cuando un animalico como yo tiene un recuerdo bueno, lo trataron bien, le dieron bien de comer y lo agasajaron y fue feliz, pues vuelve muy contento. 

Ya ha tenido la ocasión de visitar la ciudad en varias ocasiones. ¿Qué recuerda con especial cariño?


Tengo un recuerdo muy vivo de mi visita a la Fundación Antonio Pérez. Es un museo muy lindo, no solo por el edificio, sino por su propuesta artística. He estado en un par de ocasiones y alguna de las veces viajé a propósito para conocerlo. Cuenca es pura vida, tiene una inclinación y una propuesta cultural que te invita al arte y para mí eso es básico. He actuado en muchísimas ciudades españolas, pero siempre hay ciudades que tienen algo más monumental y Cuenca es una de esas. Yo siempre intento buscar en todo la belleza, posibilidades de luz, pero en Cuenca no hay buscarla para encontrarlo. Parece que estoy haciendo un catálogo turístico de la ciudad… (se ríe)  

«Yo la vida de las prisas, una canción de usar y tirar no me interesa nada. Es un engaño»

¿Compaginará en el concierto sus temas clásicos con los trabajos de su último disco?


Temas clásicos sí, pero el último disco que es doble son 27 canciones y sería una desmesura, saldría un concierto de cuatro horas y eso no hay humano que lo aguante. Lo que presento son entre siete y nueve temas nuevos y el resto de las más conocidas. A lo largo de la gira voy añadiendo y quitando otras para que esté vivo. 

En tiempos del Tic-Tok y los vídeos de 30 segundos, ¿Cómo se le ocurrió sacar un disco doble?


Yo vengo de otro tiempo. Me estimuló mucho la época en la que bandas como The River o Bruce Springsteen lanzaba un disco doble o dos discos. Me gusta paladear obras completas de un artista que si me seduce y me atrae quiero escuchar lo que me propone, el disco entero. Es cierto que habrá canciones que me gustarán más y las escucharé más, pero quiero tener el disco entero, saber de ese tiempo del artista, de lo que me propone, sus emociones…. Yo la vida de las prisas, una canción de usar y tirar no me interesa nada. Es un engaño. Estas modas de consumismo que solo buscan que cada año compremos un móvil nuevo de 1.500 euros no las comparto. Yo hago discos y pongo en ellos las emociones de mi vida, de unos días, meses o años y he comprobado que siempre hay alguien que disfruta con ello. Y yo disfruto de ellos cuando los veo cantar conmigo en los conciertos. Son un intercambio de emociones y las emociones son de largo recorrido. Por eso hago discos dobles y por eso no hay reloj en mis conciertos. Cuando voy a un sitio quiero quedarme, no mido el tiempo, voy a compartir un rato con el público y si ese rato se alarga, mucho mejor.

¿De todas las facetas de músico, compositor, trabajo de estudio, actuaciones en directo… en cuál se siente más cómodo?

Son diferentes momentos, pero yo los disfruto todos. El escenario tiene unas posibilidades muy directas, es un fogonazo muy vívido. La composición es un trabajo que haces a solas es una felicidad total en la soledad donde te acompañas a ti mismo y te acunas con los acordes que escribes. Pero el estudio también es maravilloso. Estás con otras personas, músicos, amigos, en los que surgen ritmos. Yo me siento cómodo en todo, por eso lo sigo haciendo. El día que no esté cómodo dejaré de hacerlo. No todo se hace por dinero. El esfuerzo emocional de una canción por muy bien que te paguen no compensa. Una canción o una actuación es un viaje muy intenso que cuando terminas acabas exhausto, pero hasta que llegas es un viaje maravilloso y compartido porque no estás solo.  

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Fotografía de Manuel Rubiales

Comentaba antes que los conciertos son sensaciones compartidas con el público. ¿Ha notado diferencias en la forma de relacionarse tras la pandemia?

He notado un cambio brutal. La gente acude mucho más contenta que antes. Hemos estado muchos meses encerrados y con dudas de lo que iba a pasar y en cuanto nos han abierto la jaula está todo el mundo como locos de contentos. Los conciertos que llevo en esta gira se nota que sonríen más, claro que no llevar mascarilla ayuda a verlo (bromea). Lo cierto es que se ríen, cantan más y están más participativos. La pandemia ha cambiado la percepción que tenemos de la vida y la sensación de que tenemos que aprovecharla porque no sabemos lo que nos puede caer. Eso lo noto para bien.

«He pisado mucho el bancal como mi abuelo y tirado de azadón y montado en la trilla. Es una vida muy dura pero donde eres muy libre»

A usted se le define como pintor, músico, poeta… ¿Si no se hubiera dedicado a la música, a qué lo habría hecho?

Quizás la pintura, de hecho, yo fui diseñador gráfico muchos años y me ganaba la vida diseñando juguetes y material escolar. Yo he dibujado muchas Hello Kittys (vuelven las risas…). Pero la vida urbana yo la sentía cada vez más lejos y me atraía la vida hortofrutícola con huerto y ganadería de baja intensidad. Me hubiera tirado por ahí porque mi vida la he paseado entre la ciudad y el pueblo. He pisado mucho el bancal como mi abuelo y tirado mucho de azadón y montado en la trilla. Sé que es una vida muy dura pero también eres muy libre. Es cierto que últimamente se les aprieta mucho a los pequeños agricultores y me duele ver como la macroeconomía se lleva todo el pastel y a los pobres no les llega nada. 

A pesar de que tiene una de las carreras más dilatadas del país siempre ha mantenido un estilo reconocible. ¿Cuál es su secreto?

No hay secreto, o es así o no. Es una condición ‘sine qua non’ para que un artista tenga un recorrido, tener una personalidad propia. Las copias, los refritos no llevan a ningún sitio. Te puede dar de comer algún tiempo, pero no te llevará lejos. No es algo que puedas controlar. Cuando yo era músico de orquesta era un buen ‘copión’, imitaba las voces de Miguel Bosé, de Gurruchaga, Freddie Mercury, Miguel Ríos …  pero fue dejar esa práctica y plantear montar una banda, Los Rápidos, propia y perdí esa capacidad y comencé a cantar como Manuel García. Fue algo extraño, pero ahí comencé a formar mi propia identidad. Tengo dos referentes, la voz y, sobre todo la manera, de Jesús de la Rosa de Triana, y la de Pepe Robles de Los Módulos me aportaron datos que les agradeceré infinitamente toda la vida porque me hicieron ser un poco más yo. 

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Ahora que está de moda sacar musicales homenaje a los grupos míticos, ¿le gustaría uno sobre el Último de la Fila o sobre Manolo García?

En absoluto. No me interesa nada. El Último de la Fila lo que tuvimos que hacer lo hicimos. Fue un tiempo maravilloso con un montón de canciones, de noches con un público entregado y para mí no es digno de teatralizar. Yo prefiero un buen musical inédito. Ha habido alguna ocasión que me lo han propuesto, pero me niego, saco los cuernos del rockero y les digo que me dejen en paz. Nuestras canciones no son cuestión baladí. No están hechas al hilo del negocio para ganar dinero, las hicimos porque si no las hubiera hecho no tendría sentido mi vida en este planeta. Las necesito como el aire que respiro y no entendería que se teatralizara para hacer negocio de ello, sería un desdoro. Con ello no quiero decir que los musicales sobre otros artistas sean un desdoro, si la gente va a verlos y disfruta con ello y el artista está de acuerdo, lo respeto y lo acepto, pero a mí no me gustaría que lo hicieran conmigo. 

«Mientras una canción mía, una pintura, un sentir aporte no lo dejaré. La misión del creador, darlo todo hasta el final»

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Acaba de cumplir los 67 años, edad de la jubilación para muchas personas, ¿piensa usted en la retirada?

Sobre la jubilación creo que todo el mundo tendría que trabajar un poco menos y disfrutar más y no que te tiren al embarcadero cuando te quedan dos días en esta vida. Debería repartirse mejor el tiempo, trabajar menos horas, pero todo el mundo para poder tener más tiempo para pasarlo al sol. No entiendo por qué los parlamentarios y ministros con ochos años trabajados tienen sueldo vitalicio y se pueden retirar y el españolito de a pie tiene que trabajar tropecientos años y encima vivir bajo la amenaza de si luego no va a haber dinero para las pensiones. Todo el mundo tendría que colaborar y no dejar que unos pocos echen el hígado trabajando más horas que un reloj explotados y otra parte importante de la población angustiada por estar en el paro. Poner una edad de jubilación me parece un manejo, una pantomima. Por qué unos señores que no conozco me tienen que poner una edad que yo no tengo. Yo tengo ilusión y no quiero jubilarme. Quiero sentirme útil para mí mismo y para los demás en la medida que pueda. Mientras una canción mía, una pintura, un sentir aporte algo por qué tengo que dejarlo. Admiro el tesón de un Antonio López, un Picasso, Dalí, personas con una energía para el trabajo hasta el último momento que no abandonan. Para mí esa es la misión del creador, darlo todo hasta el final. 

Deducimos por sus palabras que tenemos Manolo García para rato…

Por supuesto, siempre como se dice, mientras el cuerpo aguante… 
 

Nos despedimos agradecidos de la oportunidad de poder conocerlo un poco más y con la promesa de intercambiar esas sensaciones, cantar esas canciones y, sobre todo, sonreir mucho en el concierto. 

Fuente: El Digital – D. Guijarro – ENLACE

«En cada disco buscas una vía nueva»

La Plaza de Toros de Albacete acoge hoy 27/8/22, a las 22 horas, uno de los conciertos de la temporada con Manolo García que regresa en su Gira 22 con dos nuevos trabajos, Mi vida en Marte y Desatinos Desplumados.

La Plaza de Toros de Albacete acoge hoy, a las 22 horas, uno de los conciertos de la temporada con Manolo García que regresa en su Gira 22 con dos nuevos trabajos, Mi vida en Marte y Desatinos Desplumados. El músico comentó a La Tribuna de Albacete sus sensaciones ante esta cita y la publicación de estas nuevas joyas del pop-rock.  

Actuará hoy en Albacete. Prácticamente, viene a su casa, para ofrecer ese concierto en la Plaza de Toros.

Sí, yo estoy dividido, tengo el corazón partío, como decía Alejandro. Soy catalán, pero claro tengo mi vivencia también importante en la Sierra de la provincia, tengo mucha familia y conocidos y para mí es una alegría volver, adoro Cataluña y adoro Albacete, es así de sencillo. Vas a ciudades que te gustan, voy al norte al sur, pero claro Albacete es un punto y aparte, muy aparte. Me siento muy en casa, como cuando toco en Barcelona, para entendernos. 

¿Por qué dos discos en un año?

Porque ha habido tiempo. Al estar confinados meses, por todo el lío de la pandemia, tienes más tiempo. Cuanto más vida social haces, menos tiempo tienes para trabajar en lo tuyo. Es como el que va en un autobús, lleva un libro y le gusta, va a leer. Estábamos confinados y es se sumó a que tenías ganas, lógicamente. Por muy confinado que estés, si no tienes ganas, puedes estar en el balcón, viendo pasar las golondrinas. Bueno, ha habido tiempo y he podido hacer más canciones, porque me apetecía.  

Nada menos que 27 más una.

Bueno, hice el primer disco y bien, pero en el último momento pensé que tenía tiempo de hacer otro disco y me apetecía y me puse con el siguiente, tenía ya algunas ideas grabadas, las recuperé, me gustaron, y compuse otras cuantas, seis o siete. Ha dado resultado, lo he pasado muy bien y, por lo que me llega, los discos han gustado. Aún se puede hablar de discos pero ya estamos en el vagón de cola, disco, CD, todo está ahí en las plataformas, me da un poco igual. Yo hago las canciones con la pretensión de que las disfruten. Lo he pasado muy bien haciéndolas, y cuanto más tengamos, más posibilidades de felicidad para el que las disfruta. Yo nunca he sido una persona de hacer un disco con 10 canciones y cortar; me gusta dar más. 

Sus canciones enganchan. ¿Cuál es el secreto para no dejar a nadie indiferente, si lo hay?

No hay secreto ni fórmula, es algo que viene dado; la fórmula es la vida que te toca. Hay excelentes ebanistas o pilotos de avión, por ejemplo, bueno, en música hay gente que está tocada por la varita, no sé muy bien que explicación dar, te llega, es un pulso, un latido y hay personas capacitadas para hacer una melodía bonita y un texto. ¿Cómo hizo Serrat Mediterráneo?, seguro que ni él lo sabe, hizo una obra de arte, una joya, un texto maravilloso, que llega a todo el mundo. ¿Cuál es la fórmula?, tener los ojos abiertos y evidentemente, tener una capacidad. Bueno, yo hago canciones, no hay ningún secreto, ni hay plantilla, es una magia que es ajena a mí, me he encontrado con esto, me gusta y ya que tengo esta facilidad para hacer canciones, que pueden gustar más o menos, sigo ahí con toda la ilusión y ganas trabajar, porque es un placer. No hay secreto, cuanto más sepas mejor, pero al final está la intuición, un instinto creador salvaje, es algo etéreo, no tiene corporeidad. De repente te roza una melodía, un texto.

Tres formas distintas de trabajar en estos proyectos. 

Sí, tres formas distintas. A veces trabajando solo con un músico, con la canción ya muy clara y compuesta.  Es muy divertida la diversidad, no hay una única manera de trabajar y disfrutar de tu profesión. En cada  disco buscas una vía nueva, para no aburrirte y aburrir a los demás, para no estancarte con fórmulas ya manidas y autoplagiarte. 

¿Hay que plantearse en música siempre nuevos retos?

Claro, la vida es un reto. Cuando empiezas a aburrirte, cuando entras en una rutina, en cualquier panorama de tu vida, en cualquier pasaje, vas a menos y claro que buscas diversidad, diversión. El cazador prehistórico era feliz, nunca seguía la misma ruta, las piezas, la caza se movía, la estación del año era cambiante. Pienso que el ser humano, cuando se hizo sedentario y se inventó la propiedad privada, empeoró bastante en calidad de vida, es una intuición mía. Cuando la gente se movía y no vivía en la rutina y en el día a día igual, con algún invento como Navidad, vacaciones para salir de la rutina, cuando el ser humano era nómada, cazador, estaba contento haciendo cosas diferentes. 

Después del Grammy con Geometría del rayo, otros dos trabajos que son número uno, Mi vida en Marte y Desatinos Desplumados. ¿Son importantes los premios?

Primero, a nadie le amarga un dulce, por supuesto, pero cuando trabajas, es mi punto de vista personal, nunca piensas en hacer un disco para que te den no se qué premios. Yo soy feliz haciendo canciones y cuando el disco llega a la gente, gusta más o menos, pero se ha ido de tus manos, es de ellos, luego, hay un entramado profesional, de compañías de discos, que buscan unas ventas. Claro, los discos se venden, aunque ahora lo bajes, lo tengan en los móviles o estén en plataformas, hay unos líos  que los músicos no controlamos un pijo. Yo no pido que me nominen, ni he ido a ningún sitio a nada; lo único que pido es que la vida me de canciones, conciertos y seguir con ganas de componer, cantar, pintar, ese es mi premio, luego, si me dicen que tengo que ir a Los Ángeles a recoger un premio o a Las Vegas, estupendo, si te dan un Grammy, doy las gracias, pero no hago discos para que me den un Grammy, los premios no me hacen feliz, me hace feliz la gente y la música. El premio es cuando me dicen que lo han pasado muy bien en el último concierto; sin duda es una buena noticia que te premien, pero no estoy loco por eso; mi objetivo en la vida no es ese.  

De paso, pintura y fotografía. 

Últimamente estoy pintando más, nunca lo he dejado y siempre he suspirado por hacer exposiciones; siempre he intentado tirar la caña al Museo de Albacete, pero nada, no me quieren, no pasa nada; el Museo Antonio Pérez de Cuenca, nada. Siempre hay ganas de colgar los cuadros y que la gente acuda y cada año hago, mínimo, una exposición, en Granada, Málaga, Valencia, voy haciendo cosas que me gustan y es muy importante el contacto con la gente.

Fuente: La Tribuna de Albacete – Antonio Díaz – ENLACE

Incombustible Manolo García en Cuenca

Dos horas y media de concierto ofreció Manolo García en La Fuensanta y todavía se marchó con ganas de rumba. Nunca el tiempo es perdido cuando se disfruta. Se lo pasa bien el de Barcelona sobre el escenario y le cuesta abandonarlo, tanto como el crío que es reclamado por sus padres para volver a casa cuando mejor se los está pasando en el parque. Sus feligreses conquenses le aguantaron el ritmo en el que era el primer concierto multitudinario desde la pandemia en el que permanecer sentado era una opción y no un mandato.

Hay mucha frescura en la propuesta de Manolo García, desde el escenario decorado con motivos de chiringuito de playa al sonido pop aflamencado de la banda. El artista desafía a los tiempos grises con el color de sus chaquetas y de los diseños y pinturas que se proyectan en la pantalla. Los más de 3.000 espectadores recibieron un pinchazo de optimismo y se marcharon con una sonrisa que les debería durar, como mínimo, hasta que termine el verano.

Insurrección abrió los 210 minutos de concierto de Manolo García en Cuenca, con muchas canciones de su último trabajo, pero sin que faltaran las imprescindibles de su repertorio. En los tramos más tranquilos el artista, sentadito, se dejaba llevar por las palmas y las refrescantes rumbitas. En otras canciones García se desmelenaba y bajaba al césped a cantar entre el público. Envidiable derroche de vitalidad de un cantante que se sentía a gusto en Cuenca, como si no hubieran pasado varios años desde la última vez que actuó en San Julián.

En los bises, Manolo García tuvo un recuerdo para el fallecido Eric de Witt, guitarrista que le acompañó cuando inició su carrera en solitario. Después se apoyó en los espectadores para que toda La Fuensanta coreara insurrección, con el objetivo de demostrar “lo que podemos conseguir juntos”. El recitar terminó a golpe de rachera, con el Sigo siendo el rey escrito por José Alfredo, que le sirvió al de Barcelona para demostrar que le quedaba voz en el depósito y que, si de él dependiera, todavía nos habíamos quedado un ratito cantando y dando palmas en el campo.

Fuente: Enciende Cuenca – Jesus Huerta – ENLACE y Galería de Fotos