Monthly Archives: junio 2019

Eterno Manolo García

La versión más cercana de Manolo García encandiló a los zamoranos que llenaron la Plaza de la Catedral para disfrutar de un concierto en un marco incomparable que se extendió durante más de dos horas.

Espectacular concierto del eterno Manolo García este viernes en Zamora dentro de la programación de las Ferias y Fiestas de San Pedro. Con la Plaza de la Catedral llena, Manolo García actuó en la noche de este viernes con un marco incomparable de fondo en el que tuvo rendidos a sus fans durante todo el concierto, que se extendió durante más de dos horas.

A lo largo de la noche, Manolo García desgranó sus mejores temas y también algunos de los más recientes, en un concierto precioso que encandiló al público. Todo dentro de su Gira Acústico, un estilo que prueba por primera vez en su carrera y que acompaña a su séptimo y último álbum de estudio, Geometría del Rayo.

El formato acústico contó con gran cantidad de guitarras, percusiones, contrabajo, violín y un laúd, junto con una gran banda que hizo el acompañamiento perfecto a una voz inimitable y eterna.

Fuente: Zamora24h – ENLACE


Entrevista al músico Manolo García | «Los creadores hemos dejado de ser artistas para pasar a ser contenidos»

«Yo busco libros, busco pintura, busco cultura que es cultivarse frente a lo que impera en el mundo actualmente, y creo que supone ir hacia un erial en las mentes»

El músico Manolo García vuelve a Zamora esta noche en la plaza de la Catedral dentro de una gira que le está llevando por capitales de provincia. Con verdadera pasión habla tanto de sus múltiples vertientes creativas como de los desafíos sociales actuales.

Regresa a Zamora dentro de una gira en acústico, ¿qué le mueve a decantarse por este formato?

–He elegido acústico por dos cuestiones. La primera porque después de bastantes años de trabajo discográfico y de giras nunca había hecho conciertos en acústico siempre eran en eléctricos, en formato rockero. En segundo lugar, la gira del año pasado acababa y me di cuenta de que había muchas capitales de provincia en las que hacía mucho tiempo que no tocaba y realmente me apetecía, dado que era una práctica que me inventé en tiempos de El Último de la Fila, cuando a los managers que nos llevaban les pedía tocar en cada capital de provincia. Eran giras mucho más largas en las que existía una euforia «concertil», mientras que ahora el interés ha quedado en festivales de verano. En aquellos momentos todas las bandas giraban por España y todo eso cambió tras la aparición de la temible palabra crisis. Me apetecía volver a tocar en ciudades pequeñas donde hacía tiempo que no lo hacía y que para mí resultan simpáticas.

–¿Por qué esa simpatía?

–Los conciertos me gustan todos, pero si me das a elegir prefiero teatros y marcos más pequeños con capacidad para 1.500 ó 2.000 personas, aunque he llegado a tocar ante 240.000 personas en Barcelona en unas fiestas. A este respecto tengo un palmarés que no está mal, (risas) pero cuando tocas para tantísimo público el concierto es un chicle que se estira demasiado, has de luchar con todas tus energías para que los que están situados a más de 150 metros sigan atentos. Un concierto grande es una exhibición de fuerza, mientras que uno pequeño es más bien un mimar la canción, un tocar cuidando más los sonidos, matizando más, teniendo cuidado en las dinámicas…

–Quizá este último planteamiento va más acorde con su concepción de la música.

–A tiempo, a temporadas y a impulsos. Yo soy un poco todo. Me gusta mucho lo cañero, pero los conciertos grandes te agotan más y conseguir levantar a esas masas de gente requiere un esfuerzo hercúleo, te conviertes en una máquina de levantar gente a base de decibelios y haciendo piña con tu banda sin un momento de relax. En los conciertos más pequeños eres más humano y estás mucho más cerca del público.

–Alude a la banda como una piña que le acompaña sobre el escenario.

–Es una banda que yo cariñosamente llamo «de rondalla». Los que hemos vivido de críos y de adolescentes en los pueblos recordamos al amanecer, tras noches de fiesta, a la rondalla que pasaba por las calles tocando guitarra española, acordeón, bandurria… Era un despertar emocionante, sonoramente hablando, cuando a lo mejor habías dormido solo un par de horas. He optado por el formato rondalla con guitarras acústicas, guitarra española, acordeón, violín, viola y percusión… Todo eso que hace que la música pueda sonar muy amable y muy matizada, unos matices que llegan al público.

–¿Qué precio ha pagado la música tras la crisis?

–El sector ha cambiado por la crisis, por los manejos de la gran industria y la irrupción de las nuevas tecnologías. Si pudiera escribir una carta a los Reyes Magos, lo primero que pediría sería que a los músicos, a los escritores y a los creadores nos dejen decidir porque ahora nos roban en un porcentaje muy alto, manipulando absolutamente todo. Estaría muy bien que el público decidiera si quiere comprar un CD porque se le ha dirigido para que deje de comprar en formato físico y que todo sea digital, diciendo que todo es gratis, abusando, para que ciertas empresas vendan sus aparatos. Los creadores hemos dejado de ser artistas para pasar a ser contenidos, una palabra que yo considero feísima. Esta situación me parece injusta, pero no hay vuelta de hoja.

–Y ¿se sube al carro?

–Voy arrastrado de mala gana. Yo si pudiera me salía de todo eso. Personalmente he intentado que me eliminaran de Wikipedia, pero no lo he conseguido. No tengo Twitter no tengo Facebook y no quiero saber absolutamente nada de todo eso, dicho con absoluto respeto hacia las personas que se complazcan con esta práctica. Yo tengo modos de llenar mi tiempo de maneras más apacibles y factibles que me dan grandes satisfacciones, que no me enervan y están lejos del plástico y de las pantallas que dañan la vista y perturban la mente de los infantes y de los adolescentes. Es un mundo que no me interesa absolutamente nada. Busco libros, busco pinturas, busco cultura que es cultivarse. Lo que estás haciendo en el mundo actualmente supone ir hacia un erial en las mentes.

–Muchos pueden pensar que es el pensamiento de un carca.

–No me considero un antiguo yo intento ser razonable con mis aciertos y con mis fallos, pero esta corriente nos lleva por mal camino. No entiendo que se permita que las criaturas pueden acceder a páginas horribles y estén enganchados. No sé cómo no se incentiva más en las escuelas el cultivar el amor por los animales, el amor por la naturaleza, el amor al huerto o el amor a la música. En este sentido no creo que todos los niños deban de tocar la flauta dulce. Hay que probar a los niños en la música y enfocarles hacia los instrumentos donde son más válidos porque unos valen para piano, otros para percusión y otros son más aptos para las matemáticas, la geometría o en el dibujo artístico. Conociendo los potenciales de los niños debería de orientarse su educación para que el día de mañana el país esté lleno de personas preparadas, haciendo tareas para las que están preparadas. Unos cometidos que amarán y que desarrollarán con pasión.

–¿Habla por propia experiencia?

–Absolutamente. Tuve una gran puntería, pues con 13 años dije que quería pintar y ser músico. Estudié diseño gráfico cuando se diseñaba físicamente con rotuladores, Rotring, cartabón y regla. Luego también me dediqué a la pintura, de la manera más tradicional con tela y óleo, y a trabajar. También probé el acrílico y la acuarela. Ahora estoy pintando troncos porque tengo una exposición a mediados del mes de julio donde presentaré una cuarentena de cuadros y dibujos así como doce esculturas de madera.

–¿Cómo compagina la gira con esta otra vertiente creativa?

–Son energías totalmente diferentes. Paro para realizar conciertos y enseguida regreso a mis cuadros, con mis pinturas y mis esculturas porque soy feliz así. Me abstraigo de la cacofonía planetaria porque a veces lees la prensa y escuchas las noticias y te duelen las entrañas. Hay algo dentro de tu ser que se encoge de dolor, de pena, de tristeza por ver los mil desajustes a los que estamos sometidos y con los que sometemos a los demás. Frente a eso necesito un descanso que me lo proporciona mis pinturas, esculturas y mis cuadros porque de repente te llegan noticias como que en Cullera unos cafres han violado y han intentado atropellar a una chica y piensas en qué país estamos. Tenemos que concienciarnos de que hay que mejorar la sociedad entre todos. Tenemos que luchar por conseguir una sociedad justa, equitativa y respetuosa. No puede ser que vayamos hacia atrás. Se supone que el progreso es para mejorar no solo en lo estético y lo físico, también en lo anímico y lo emocional.

–Pero en estos últimos aspectos no se ha avanzado.

–No se ha logrado porque confluyen muchos factores. Por un lado, para existir menos policías y menos cárceles en la escuela debería trabajarse otra manera. La filosofía y las humanidades deberían de cultivarse, fomentar el respeto cuando lo que se potencia es la competitividad, la envidia y el materialismo en este mundo neoliberal furibundo. Luego hay unas mentes que están programando que el consumo sea descomunal y ciertas personas se forran a costa de alienar. Vamos a hacer una sociedad enferma. Una persona joven que está todo el día con una pantalla cuando sea adulto va a tener carencias porque en su formación tiene que vivir experiencias, no descubrirlas a través de una pantallita, que le hagan mejor como ser humano y abrazar la naturaleza. No podemos vivir en dos dimensiones que ensucian el alma y a las personas, que las alienan y las meten en un lodazal sin salida sin recursos anímicos, ni emocionales, tenemos que hacerlo como mínimo en tres. No obstante, hay dos dimensiones maravillosas como son la buena fotografía y el buen cine que aportan cosas al alma.

–Usted defiende que un problema de los creadores actuales es que se copian a sí mismos. ¿Cómo se consigue, tras una extensa trayectoria como la suya, no caer en la repetición?

–Es algo inherente a uno. Tienes esa inquietud y a mí personalmente no me gustan las rutinas. Ante cada nuevo disco que hago cuando me apetece componer, algo que hago no porque tenga un contrato ni porque me obligan y ni porque quiera más dinero, sino porque es una necesidad vital y anímica, si en el anterior trabajé con guitarras españolas apuesto por el teclado y caja de ritmos para hacer cosas que vayan en otra dirección muy distinta. No obstante, siempre hay cosas insalvables como es el timbre de tu voz e incluso eso con el paso de los años va cambiando. Si alguien se molesta y escucha toda mi discografía se dará cuenta que ha cambiado mi manera de cantar, pero el estilo está ahí.

–Lo que sí es constante es que cada una de sus creaciones artísticas las mima.

–Las mimo porque tengo alma de artesano. El mundo industrial no me gusta. Para mí el mundo empezó a empeorar a raíz de la revolución industrial. Quiero pensar que cuando las cosas se hacían a mano, cuando los hombres labraban los campos a mano, una labor que era durísima, pero objetivamente estos hombres eran mucho más felices que un operador de una cadena de montaje. La pieza que saca un artesano es su única, está hecha con mimo y cada una es diferente. Todo lo que se hace con materiales naturales tiene algo artístico y proporciona una felicidad al artesano. Además, los objetos que se hacen en un proceso artesanal, de una manera incuestionable, van a proporcionar felicidad y uno tiene la obligación de buscar su felicidad.

Fuente: Natalia Sánchez – ENLACE

Manolo García: «Intento dar lo mejor de mí a los demás a través de mis canciones»

Llega a Palencia después de quince años de su último concierto y celebra con su gira ‘Acústico’ sus veinte años de carrera en solitario

Hace ya 32 años del lanzamiento de ‘Insurrección’, convertida en un himno, en su día de El Último de la Fila, pero que ha persistido en el tiempo. Como Manolo García, vena intensa, verbo frondoso, el que espanta males cantando, los de la destrucción del medio ambiente y del planeta, esos por los que sufre. Y el que se emociona como lo hizo cuando a los 14 años escuchó a Led Zeppelin, y que hoy a sus casi 64 lo sigue haciendo hasta con su voz. No es vanidad, no es petulancia, no es pedantería, es que simplemente quiere progresar en todo lo que hace y disfrutar con ello, con la música y con el júbilo que le procura hacer feliz a quienes le escuchan y con los que se divierte en los conciertos. Su gira ‘Acústico’, en la que hace un amplio recorrido por su discografía en solitario (ya 20 años), además de interpretar canciones de El Último de la Fila y Los Rápidos, recala este sábado en Palencia (21 horas en el Pabellón de Deportes).

¡Viene a Palencia después de quince años! Ya era hora…

–Todo ha cambiado, la forma de escuchar música también. Ahora imperan los festivales de verano que concentran a gente en torno a una playa, a una gran capital, y se acabó. También los nuevos modelos tecnológicos han irrumpido en nuestras vidas para escuchar música, cuestionables o no, y a eso le añades la crisis… A aquella España de los años 80 y 90 donde siempre había público, eso se ha terminado. El artista suele prescindir de ciudades pequeñas porque trabaja más y gana menos, pero al margen de esas explicaciones prosaicas, a mí no me gusta hacer cuatro conciertos grandes y luego irme a mi casa a ver la tele y tomarme cubalibres. A mí me gusta la carretera, así que en esta gira acústica me ha apetecido tocar en sitios pequeños, cuidarlos igual que ellos me cuidan a mí.

Pero es una gira planteada para teatros y auditorios…

–Hay ciudades en las que no hay ese tipo de aforos y tampoco somos dueños de otros imponderables. La cultura en este país está tratada de forma cuestionable, los diferentes gobiernos en estas últimas décadas dejan mucho que desear. No se dan cuenta de que la cultura es un alimento para el espíritu. El ciudadano no puede vivir angustiado por Hacienda, por las multas de tráfico… La sanidad es prioritaria, también la educación, y hay que dar un servicio óptimo al contribuyente, pero luego está la cultura, que también da mucho empleo. Además, un país que no trata bien su cultura, es un error, y un despropósito el 21% de IVA, por ejemplo.

¿Estamos llamados entonces a las filas de la insurrección?

–Siempre que sea pacífica, sí. Estamos llamados siempre a reivindicar lo justo, a llamar al orden contra la injusticia. Una democracia te da esa posibilidad, y de una forma pacífica es el elemento del ciudadano, hay que hablar en la calle. La gente mayor se queja por las pensiones y deben quejarse de la injusticia que se comete con ellos.

Como músico y compositor, ¿se reivindica como crítico social?

–No es obligatorio en un artista, pero sí optativo. No es una obligación, pero sí un derecho. No anuncio marcas comerciales, porque me parece que estamos incitando al consumismo desaforado, que nos va a llevar a un colapso, y prefiero hablar de lo importante que es detener la temperatura del planeta. Si alguien me escucha, prefiero apelar a tomar medidas contra esto que anunciar un producto comercial, porque el consumo más iluso y más tontorrón es uno de los problemas de este nuestro primer mundo. Debemos reflexionar porque somos seres humanos, no cafres. Y si hay élites que viven mejor, pues mejor para ellos, pero la base de la pirámide debe vivir de otra manera.

¿Y todo con el objetivo de ser feliz e intentar hacer feliz a la gente?

–No quiero estar discurseando ni adoctrinar a nadie. Yo soy músico y mi manera de estar es apasionada en cuanto a la música, apasionada en cuanto a la vida, e intento dar lo mejor de mí a los demás a través de mis canciones. Intento procurar un rato agradable de descanso mental, no pretendo otra cosa, y llamar la atención sobre cosas importantes que serán nefastas si no las arreglamos.

¿Se sigue emocionando con sus canciones y en sus conciertos?

–Cuando salgo a cantar y veo a dos mil o a cuatro mil personas o las que haya, contentas, es una emoción. En un mundo doliente donde no paras de escuchar quejas y problemas, ver a un puñado de gente feliz, me emociona. Es un logro. Soy emotivo en su punto justo, soy sensible a lo que me rodea, no estoy todo el día alabando mis bondades o sufriendo por mis carencias, yo miro hacia afuera. Solo miro hacia dentro cuando escribo o cuando pinto, pero si no, trato de pensar en los demás, suponerles el menor coste posible.

Y después de cuatro décadas, ¿se plantea aún los días como un reto profesional?

–Naturalmente, mejorar y eliminar fallos debe estar en el camino de las personas, hacer las cosas mejor. Yo tuve la idea clara de que la música era una vocación y puse mi proa hacia ese norte. Y para mí coger el coche o el tren para ir a una ciudad a dar un concierto, no es ir a trabajar. Las personas que hacemos lo que nos gusta absolutamente tenemos mucha felicidad. Pero incluso si no te gusta o no te convence, hay que hacerlo con dignidad y por dignidad personal. Porque también hay mucho mérito ahí, en hacer un trabajo que no te gusta lo mejor posible. Tenemos que estar bien, es la única manera en la que yo entiendo que puedo comunicar energía y alegría.

Nos podría compartir su pildorita de la felicidad…

–La sabemos todos. Es complicarse lo menos posible. La mayoría de cosas que queremos son superfluas, la idea de que ante un día triste debes irte de compras, es un error. Yo voy más por el budismo, el apaciguamiento, la mirada interior, la calma, una alimentación sana, con todo eso estás mejor. La felicidad absoluta es una falacia, no puedes mantenerte feliz ni un día entero, pero con algo sencillo robas un poquito de felicidad al día. Un lector ya es feliz con retomar esos veinte minutos donde dejó el libro el día anterior;un conductor de autobús, con tomar un café con un amigo en el cambio de turno.. Y cada uno sabe sus maneras simples, no hace falta planear ir al Caribe una o tres veces al año para ser feliz.

¿Qué hace para tener esa vitalidad con casi 64 años? Porque en el gimnasio no le veo…

–Lo que hago es no parar, nunca estoy en el sofá. Soy muy inquieto, no paro, no soy de gimnasio, prefiero un azadón en un huerto, aunque tengo guardado hasta un arado antiguo de mi padre y de mis abuelos, que trabajaban el campo de forma humilde. No necesitaban gimnasio, estaban delgaditos pero fuertes, muy guapos. Soy urbanita, no paro de moverme, si puedo no cojo un taxi y camino media hora. Intento cultivar más la mente que el cuerpo.

En esta gira acústica, modula la voz, las canciones parecen otras…

–En cuanto llevas una carrera larga, tienes que renovarte, ofrecer algo nuevo a la gente que te sigue. Hay que dar una vuelta, otra mano de pintura a las canciones, siempre lo hago, pero igual que lo hace Serrat o Bruce Springsteen. Luego hay casos extremos, por ejemplo Bob Dylan, que ni te enteras qué canción está cantando. Pero eso me encanta también, esa energía del músico te aporta. Yo en esta gira, me voy soltando y envalentonando, le pides a una guitarra que haga un solo, entras más tarde… Quiero que el concierto tenga viveza, no sea de repetición. Bastante hago con aguantar una lista única, porque yo cambiaría cada noche el orden y pondría unas u otras, pero no me dejan… Canto las mismas canciones, pero con otro sabor, y cambio una palabra o algo según me viene, sobre la marcha. Quiero que sea un concierto vivo.

¿Osea que Manolo no manda tanto en el equipo?

–Los órdenes de las canciones están establecidos, si no, sería un lío. Cada guitarrista lleva dos acústicas, una bandurria, un laúd, una española, y no podría hacerlo sin saber el orden de las canciones. Nada sería lo mismo. De lo que soy dueño es de las canciones, a las que doy giros a mi manera cada noche, y miro a un músico y con eso hace un solo… Con Juan Carlos García, ya estaba en El Último en 1986;Charly e Íñigo ya llevan 20 años, desde ‘Arena en los bolsillos’;y con Ricardo ya llevo 16 años. Lo hacen impecablemente, y la gente lo palpa. Es muy bonito que el público vea también disfrutar al músico y a la banda.

Una gira intensa y larga, pero sigue componiendo. ¿Nuevo disco para 2020?

–A ratos voy componiendo. No sé cuándo saldrá el disco, no quiero obligarme a una fecha. Ya tengo varias canciones nuevas, ahí estoy…

Fuente: El Norte de Castilla – J.Olano – ENLACE

Manolo García: único entre un millón

El cantante Manolo García abarrotó el Palacio de Congresos en un recital de tres horas que desgranó canciones recientes y guiños a ‘El último de la fila’

Los artistas eligen muy frecuentemente cambiar cara al público de nombre o apellido para ganar en distinción. Un desgajamiento que contribuya a que los espectadores identifiquen de una al músico o actor. Salvo excepciones. Casi 600.000 españoles comparten el nombre Manuel. Y cerca de un millón y medio el apellido García. Más común imposible llamarse Manuel García. Y a uno se le viene a la cabeza un españolito de a pie con quien compartir una cerveza en el bar de parroquianos. Pero mencionar el grupo nominal Manolo García ilumina inmediatamente la cara a miles de personas que se han criado y madurado al son de la evolución de un buen tipo.
Ya sea con ‘Los burros’, ‘Los rápidos’, ‘El último de la fila’ o, simplemente, Manolo García, ha brincado de décadas con un prestigio cada vez más brillante. El viernes, con un Palacio de Congresos abarrotado, tiró de currículum con tres horas de concierto sin tregua.
Un violín interrumpió la impaciencia del público, que se había arrellanado en el asiento con la confianza de quienes llevan una vida al compás del mismo artista. La música descendió por las escaleras entre el público; mientras, en el escenario, se adivinaba la silueta de Manolo García con una especie de almirez que golpeaba pausadamente. «Estoy convocando a los espíritus de la tecnología para que me dejen en paz», bromeó el cantante para meter al público en vereda.
El veterano cantante desgranó el viernes durante tres horas un repertorio de canciones coreadas por el público, como ‘Del bosque de tu alegría’. Esta primera canción fue seguida de la pletórica ‘Exprimir la vida’, uno de los éxitos más recientes del artista, que acompañó a sus siete músicos con elementos de percusión.
«Huyo del hastío de la vida, del gris de la vida», confesó a los espectadores en un breve receso antes de interpretar ‘Sólo amar’. Más adelante, se mezclaron temas del ‘Ultimo de la fila’ como ‘Yo no danzo al son de los tambores’ y canciones recientes muy aplaudidas como ‘Sombra de la sombra de tu sombrero’.
Hacia la mitad del recital en el Palacio de Congresos, Manolo García desveló la dedicatoria de este concierto: a los agricultores, ganaderos, pastores y gente del campo de la provincia. En definitiva, a todos los Manolos García.

Fuente: Tribuna Toledo – ENLACE