Monthly Archives: mayo 2018

Manolo García actuará hoy en Donostia ante un Kursaal repleto

El cantante de El último de la Fila presentará ‘Geometría del rayo’, un disco que ha tardado tres años en cerrar.

El que fuera cantante de El Último de la Fila, Manolo García, actuará hoy en solitario en Donostia ante un auditorio Kursaal que ha colgado el cartel de no hay entradas. García llega a Gipuzkoa para presentar las nuevas canciones que ha compuesto a lo largo de tres años y que ha recogido en Geometría del rayo, un disco que “tira la caña para pescar esa chispa de felicidad que a veces está ahí” y conjurar “la epidemia general de descontento que se ha extendido en este mundo trastocado”.

El álbum salió en marzo a la calle y en él García navega por su mundo interior, con temas en los que se mantiene fiel a su personal estilo y que hablan de amor, desamor, pasión y surrealismo.

Pero también hay espacio para un baño de realidad en Urge, una canción en la que clama por “dejar de escuchar a los necios” y “hacer el vacío a los que incumplen las promesas”.

Un tema dedicado a nuestros políticos, porque “deberían ser los sabios de la tribu, los que nos llevan por el buen camino” y, sin embargo, “se pasan el día entero en sus milongas y su apoltronamiento”.

“El mundo está trastocado -dice el cantante-. El planeta es neoliberal y las partes que no lo son quieren serlo con desesperación. La desigualdad social es flagrante y la parte de abajo está cada vez más confusa y aplastada, mientras la cúspide de la pirámide vive cada vez mejor”.

Con el paso de los años, en lugar de vencerle el cansancio, cada vez tiene más ganas de componer, de grabar discos y de ser “el titiritero que llega al pueblo y da la fiesta”.

A sus 62 años, Manolo García asegura que sigue aprendiendo y que mantiene el espíritu juvenil porque, como dice en una de sus canciones, “nunca es tarde cuando el verso cunde”. – Efe

Fuente: Noticias de Guipuzcoa – ENLACE

Un concierto de complicidades

Quimi Portet presentó en la sala Apolo ‘Festa major d’hivern’, su nuevo trabajo

Una decisión pautó su vida al concluir su aventura con El Último de la Fila —hace dos décadas— , y de esa decisión penden conciertos como el que ofreció Quimi Portet presentando su nuevo disco, Festa major d’hivern, en concierto, el décimo de su carrera en solitario. Quimi optó en su momento por replegarse sobre sí mismo en su tierra, utilizar su lengua, una de las cinco en las que habla, y convertirse en un diminuto mensajero de su cultura.

De eso hace ya años, y durante este tiempo, Quimi ha ido desarrollando una carrera en la que su sonido, en ocasiones áspero, en ocasiones delicado, ha logrado distinguir a su hacedor, que los años también ha sabido sacar de su voz, aceptada de saque por él mismo, los mejores resultados. Tal vez por eso se entienden mejor conciertos con ese halo doméstico tan propio de las actuaciones de Quimi, esas en las que sus espectadores parecen formar parte de una familia de complicidades.

Con un formato de trío sin bajo, sólo apoyadas la voz y guitarra de Quimi por la batería de un veterano de mil giras de relumbrón como Ángel Celada y por la fina guitarra de Jordi Busquets, el astro intercomarcal, como le gusta definirse, destacó antes de empezar a tocar que la situación en Catalunya no era para estar alegre, pero que realizada la puntualización, tocaba disfrutar. Son las trincheras que cava Quimi para no pasar por lo que no es, un frívolo. Y o bien porque el horno no lo tiene para bollos o porque como él mismo dijo, cada vez se lo pasan mejor tocando, su bis irónica y humorística apenas emergió durante el concierto, más centrado que nunca en las canciones, en el repertorio. En este sentido fue una actuación muy fluida, tachonada con las escuetas presentaciones que de los temas iba realizando a modo de introducción.

Pulso rockero

Pese a que en su carrera el pulso rockero emerge con brío, particularmente en su último disco, en el concierto del Apolo pareció que los medios tiempos y el toque delicado se impusieron a piezas más rugosas como Central de biomassa. En este sentido, el tono de Paisatge amb anxova, por ejemplo, pautó una actuación de medios tiempos que el público parecía querer acelerar y disfrutar entre sonrisas y carcajadas más allá de la paródica interpretación de Sunny Day.

Pero no, Quimi mantuvo el pulso de un concierto familiar en el mejor sentido de la palabra, el concierto de un artista que se apeó de la fama para cultivar lo que sólo brilla cuando en soledad uno se mira al espejo.

Fuente: El Pais – Luis Hidalgo – ENLACE

Quimi Portet, el tribalismo melancólico

El cantante y guitarrista combinó el arrebato rockero con la introspección en la presentación de ‘Festa major d’hivern’ en Apolo

Destilando gota a gota su lenguaje lírico y sonoro, Quimi Portet ha llegado hasta esta ‘Festa major d’hivern’, modesta y un poco melancólica, que despliega en directo sirviéndose de un esquemático formato de trío con el que combina sus tendencias sentimentales con el arrebato tribal. Trazos de ironía, sí, pero sin pasarse. “¡Este es el recital de un cantautor!”, bromeó seriamente este miércoles en Apolo (Festival del Mil·lenni) cuando sus fans se alborotaban.

Hay que decir que nadie suena como Portet, con esa mezcla de crudeza y refinamiento, lista para guitarrazos aparatosos pero cuidadosamente modulados como los de ‘Pànic escènic’, la canción con la que abrió la noche después de anunciar que se disponía a “cantar con normalidad aunque la situación no sea nada normal”, en alusión a los “presos y exiliados”. Nuestro ‘astro intercomarcal’ es algo así como un esteta del primitivismo, carril estético a través del cual expresa una mirada de cierta compasión a la condición humana: ahí estuvieron piezas del nuevo disco, llenas de costumbrismo perspicaz y de una emotividad subterránea como ‘Petita vida’, ‘No fa el fred d’abans’ y la que da título a la obra.

Trío de altas prestaciones

La ausencia de bajo no tuvo consecuencias, y Portet dejó amplios espacios para la aventurera guitarra de Jordi Busquets, muy libre y con coqueteos disonantes, en ese poderoso triángulo completado con la batería de un veterano excómplice de El Último de la Fila, Ángel Celada. Equipo de ejercicio fluido en las abundantes incursiones en territorios reposados: de ‘Paisatge amb anxova’ a ‘Carta a ningú’ pasando por la mística de ‘Ós polar’ y los ’hits’ interioristas ‘Tinc una bèstia dintre meu’ y ‘Homes i dones del cap dret’. En contraste, el rock cejijunto de ‘Francesc Pujols’, que dedicó a los “mestres” Pau Riba y Sisa.

Recuperamos al Portet tragicómico de ‘Sunny day’, haciendo de ‘crooner’ y celebrando un día de playa en el que “tothom somriu, socarrimat”, y al que grabó su disco quizá más áspero, ‘Cançoner electromagnètic’ (1999), del que recuperó tres canciones. Suministrador de dinámicas corpulentas, con ciclos repetitivos en ‘crescendo’, como en la arrolladora ‘Massa’, y capaz de un estribillo tan irresistiblemente cursi como el de ‘Ai, nineta!’.

El poeta popular se debe a su público y no faltaron en los bises clásicos como ‘La rambla’ y ese ‘Sabadell’ en el que, advirtió, “todo el mundo enloquece”, si bien, para cerrar la sesión, acudió a la serenidad contemplativa de ‘La música dels astres’. Amansando a la fiera e insinuando que, como señor cantautor que dice ser, suspira, a su manera, por algo parecido a la trascendencia.

Fuente: El Periódico – Jordi Bianciotto – ENLACE

La aventura guipuzcoana que pudo frustrar el nacimiento de El Último

En 1982 se disolvieron Los Rápidos, el primer grupo importante de Manolo García, y poco después, el catalán vivió en Gipuzkoa una aventura que pudo cambiar la historia e incluso frustrar el posterior nacimiento de El Último de la Fila. «Fui a Donostia porque mi admirado Jaime Stinus había salido de la Orquesta Mondragón y necesitaba un cantante para montar una banda de rock. Estuve unas tres semanas viviendo en Gros y otras tres en un pueblecito cercano a Zarautz», dice.

El cantante no es capaz de recordar el nombre del municipio, pero todo apunta a que habla de Aia, cuyo párroco les cedió amablemente un espacio para ensayar en la rectoría. No llegaron a poner nombre al grupo, pasaron varias semanas componiendo pero la historia «no cuajó». «Y es una pena porque en mes y pico me empapé lo suficiente del país como para amar Euskadi. Aquella pudo ser una banda estupenda», sostiene García, que a su regreso a Cataluña montó Los Burros con Quimi Portet.

¿Pudo aquella incursión guipuzcoana frustrar la génesis de El Último de la Fila en 1984? «Ya te digo yo que sí. Tal y como soy yo de vehemente, si la aventura hubiera prosperado, igual me habría quedado a vivir en Euskadi porque yo estaba encantado con todo: la gente, la música, la comida…», responde el artista, que revela una última curiosidad. Su canción ‘Tu pequeña tienda’, incluida en su disco ‘Saldremos a la lluvia’ (2008), está inspirada en un colmado que frecuentó durante su estancia en Aia.
Fuente: Diario Vasco – J.G.A. –ENLACE

Manolo García: «No me he desviado ni un milímetro de mi camino» Diario Vasco

Hace semanas que no quedan entradas para ver mañana a Manolo García en el Kursaal, donde presentará ‘Geometría del rayo’ (2018)

Con todo el aforo agotado desde hace semanas, Manolo García (Barcelona, 1965) desgranará mañana jueves su último disco en solitario y alternará sus nuevos temas con viejos éxitos y alguna incursión en el repertorio de El Último de la Fila.

 ‘Geometría del rayo’. ¿Qué se esconde tras esa sugerente imagen?

– Es una licencia poética, una alegoría sobre el chispazo interior que sentimos quienes nos dedicamos al arte y disfrutamos con él a diario y a todas horas. Para mí la música y la literatura son como el aire necesario para vivir, y no sólo hablo de mis canciones, sino de las de artistas que me gustan mucho. Cuando era crío vi que la música me arrebataba y con los años no sólo no he perdido esa pasión, sino que ha ido a más.

– Dedica usted el álbum a quienes «no pueden vivir sin arte en cualquiera de sus manifestaciones» y «no se quieren conformar con la cultura del entretenimiento fácil de nuestro tiempo». ¿Qué es para usted el entretenimiento fácil?

– El entretenimiento que no aporta y que lleva una carga de adocenamiento, de alienación. No quiero generalizar ni apuntar a nadie porque no soy quien para juzgar y hay músicas con afán lúdico que me parecen maravillosas. Sin embargo, creo que estamos en la peor etapa de la historia desde que comenzó el rock: abunda la oferta repetitiva y facilona que busca sólo el interés comercial. Desde la irrupción de Internet, el negocio ha pegado un bandazo extraño: las empresas que manejan las plataformas virtuales nos manipulan como quieren para lucrarse. Por suerte, también hay gente trabajando a su bola y que no se conforma con algo repetitivo y adormecedor.

 «No durmáis, no os durmáis», «Nunca es tarde para echarse a la calle»… El disco está salpicado de invitaciones a la movilización…

– Más bien son invitaciones a vivir… Desde que comenzó la crisis parece que estamos paralizados por el miedo y todos andamos pendientes de por dónde nos va a caer la siguiente. Es triste porque todo el mundo tiene derecho a tener una vida digna.

 También canta «Me gustas porque sabes vivir un poco cada día»…

– Claro, cuando hablo de echarse a la calle no estoy haciendo ningún llamamiento político sino invitando a la gente a quedar con un amigo, a ilusionarse con pequeños proyectos, a sacar a pasear al perro, a tomar el sol y abandonar ese mundo paralelo de las pantallitas: nos pasamos todo el día charlando con desconocidos en las redes sociales haciéndoles el caldo gordo a los propietarios de corporaciones internacionales… Esto quizá suene muy cristiano, muy de manual de autoayuda, pero lo siento así: es importante encontrar la sonrisa de las personas, intentar alegrar la vida a los demás desde primera hora de la mañana. Deberíamos ayudarnos unos a otros y propagar una epidemia benefactora. Necesitamos un poco de brillo, de vitamina interior.

«¿El tema catalán? A palos, empujando al otro en una pelea constante, no se consigue nada»

 Hay un tema más político, ‘Urge’, en el que llama a «abolir lo impuesto por mentiras», «dejar de escuchar a los necios», «hacer el vacío a los que incumplen las promesas»… Parece casi un manifiesto contra la casta…

– Sería maravilloso que los políticos de cualquier rango fuesen buenas personas, gente razonable, gente ilustrada, sabios, filósofos, humanistas… Viviríamos mejor, como en los países nórdicos que organizan una votación hasta para hacer una rotonda.

– Precisamente, cuando habló usted del ‘Procés’ se preguntaba «por qué no se puede escuchar la opinión del pueblo catalán» y decía que la humillación, la violencia y la intimidación «nunca» son el camino. ¿Cómo ve una cuestión cada vez más enquistada?

– Lamentablemente, está más enquistada porque unos y otros están enrocados. No hay voluntad luminosa y habría que empezar de cero. Diálogo político, no queda otra. Es necesario el entendimiento, para lo cual debe haber muestras de voluntad. No hay que ir con mala leche porque se cazan más moscas con miel que con vinagre: a palos, empujando al otro en una pelea constante, no se consigue nada. Si somos un país civilizado, hay que demostrarlo y dejar de lado el enroque.

 En Cataluña habrá quien le acuse de equidistante…

– No me acusan de nada. Mi familia es del sur y soy catalán, vivo en Cataluña y amo este país, pero no tengo idea nacionalista de ningún tipo. Los estados son fruto de intereses geopolíticos y mi propuesta es muy sencilla: hay que escuchar a todo el mundo, hablar hasta la extenuación -si hace falta, que se sienten y tomen 200.000 cafés- y adoptar una solución que sea la mejor para la mayor parte de la sociedad. Los políticos no le pueden pasar la pelota a la ciudadanía, deben resolverlo ellos, que para eso viven muy bien con el sueldo que les pagamos con nuestros impuestos.

– En ‘La gran regla de la sabiduría’ recurre a las enseñanzas de un personaje, el doctor sueco Axel Munthe, que predicaba: «Mejor que tratar de satisfacer más necesidades, las reduciré»…

– La canción habla de la austeridad tan necesaria en un mundo neoliberal y ultracapitalista que convierte en esclava a la gente que quiere tener más y más cosas materiales. No quiero adoctrinar, pero ya que tengo la suerte de ser escuchado con mi música, me gusta decir cosas. Yo también me agarro como una lapa a cineastas o grupos de música que me encantan, es una manera de hacer piña para no sentirme solo en este planeta. No quiero disuadir a nadie de que no trabaje para tener una casa mejor, pero sí invitar a la gente a culturizarse, a buscar la libertad por medio de la filosofía, la música, la literatura… Ilustrarnos y labrar nuestro intelecto nos hace mejores personas.

«Culturizarse es la mejor lucha contra el oprobio, el adocenamiento y el machaque político»

– Un buen punto de partida pueden ser las letras del disco, que incluyen palabras como ‘basal’, ‘abrojo’, ‘azogue’, ‘posidonia’… Para escuchar diccionario en la mano…

– Soy un gran amante de la lengua y me gustaría tener la capacidad de hablar cinco idiomas, porque ello me permitiría acceder a otros tantos mundos. Es maravilloso cuando una palabra te explota en la mente: te abre a un juego brillante, te trae colores, olores… Me emociona la cultura de las palabras, de las costumbres, la gastronomía… Eso es lo que no hay que perder ni homogenizar… Hay que mantener el tipo de lo local, de lo pequeño… De ahí procede mi amor por recuperar palabrejas en desuso. Y me encanta que la gente tenga que coger el diccionario: culturizarse es la mejor lucha contra el oprobio, el adocenamiento y el machaque político.

El concierto

Cartel: Manolo García.
Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia)
Fecha y hora: 17/11/2017 (mañana) a las 21.00.
Entradas: Agotadas.

– Cumple 20 años de carrera en solitario desde la publicación de ‘Arena en los bolsillos’ (1998) y en las primeras fechas de esta gira está llenando todos los auditorios. Supongo que el balance es inmejorable…

– Las cosas me van de maravilla porque puedo hacer lo que quiero y cuando quiero: soy libre en lo musical. Yo no quería ser famoso ni millonario, sino músico, y no me he desviado ni un milímetro de mi camino pese a los cantos de sirena…

 ¿De qué tipo?

– Me han ofrecido varias veces convertirme en ejecutivo de una casa discográfica, en productor y otro tipo de negocios que no me interesan. Yo soy músico, hacer canciones es para mí una fuente inagotable de felicidad, lo disfruto como un chiquillo.

«El Último de la Fila fue una experiencia maravillosa pero mirar atrás no va conmigo»

– En 2016 Quimi Portet y usted dieron cuatro conciertos puntuales pero siempre han desechado la posibilidad de reunir a El Último de la Fila en plan serio.

– Hemos recibido ofertas descomunales para, por ejemplo, dar cinco conciertos a lo grande en España y otros tantos en América, pero no estamos en esto por el negocio sino porque amamos la música. Quimi y yo somos grandes amigos pero ahora cada uno tiene su guía y su camino en lo musical. No sería propio de nosotros volver por una oferta económica, y al decir esto no quiero criticar a los grupos que practican este tipo de retornos: si ellos son felices y hacen felices a la gente volviéndose a reunir, ya tiene sentido. Pero nosotros no tenemos interés: el Último de la Fila fue una experiencia maravillosa pero mirar atrás no va conmigo.

Fuente: Diario Vasco – Juan G. Andrés – ENLACE