MG: «Mis canciones tienen mucho de mi escepticismo y mi visión del mundo»

El cantante presenta su gira ‘Los días intactos’ hoy y mañana en el Palacio de Congresos de Granada · «Un día se mantiene intacto cuando huyes de la rutina», explica.

Dos noches, un escenario y un artista: Manolo García. La gira de su último disco, Los días intactos, llega a Granada con dos conciertos (hoy y mañana) y todas las entradas agotadas. Polifacético, poco amigo de las prisas y las nuevas tecnologías, amante de la lectura, culto, modesto y cercano son pinceladas de un artista consagrado que va a su propia corriente y que piensa que «hay que buscar pequeños métodos de escape, entregar tu tiempo a los demás, escuchar y vivir en la piel de los otros». El catalán espera sorprender al público granadino en estas dos citas en las que una vez más volverá a brillar sobre el escenario.

-Dos conciertos y todas las entradas vendidas ¿Ha notado Manolo García la crisis? 

-La he notado. Todo el mundo la nota, evidentemente. En general asiste menos público a los conciertos y con razón, porque la cosa está mal.

-Sin embargo, usted va a llenar dos días el Palacio de Congresos de Granada. 

-Sí, pero para ser sincero, antiguamente cualquier artista de este país con un poco de nombre y aceptación hacía sitios más grandes como plazas de toros, y eso ha cambiado. El tema del paro es muy grave.

-Y encima la subida del IVA. 

-Y encima eso. La subida tan brutal del IVA es el mazazo que faltaba, para el cine, el teatro, la música, es un mazazo terrible. Además, si no subes las entradas vas mal, pero subirlas también duele. Nosotros no queremos subir, sino hacer precios más o menos populares, para que aquel que quiera venir a un concierto pueda. Porque igual que a mí no me gusta que me aprieten, tampoco me gusta apretar.

-No es la primera vez que viene a Granada, de hecho casi es una parada obligada en sus giras. ¿Qué le aporta esta ciudad? 

-Es una ciudad muy viva con una población alta de universitarios y eso ya aporta una alegría, un movimiento y frenesí muy grande. Además, la gente joven tiende a la actividad cultural, siempre hay una necesidad de ocio, de cine, de música y todo eso impregna a la ciudad. No vamos a negar que tiene un poderío maravilloso de lo que yo llamo de piedras, es decir, arquitectónico, ya que cuenta con una de las joyas grandes de esta Península como es la Alhambra. Por lo que Granada, como reclamo por la vía cultural es perfecta. Además, ofrece las posibilidades de salir, de fiesta, de sol, de alegría comunes a todas la capitales andaluzas. En Granada se puede vagabundear por sus calles y rincones y pasar ratos excelentes.

-Y cuando Manolo García viene a Granada, ¿hace algo de esto? 

-Sí, siempre voy a alguna exposición, camino por las calles. Porque en Granada tienes esa sensación de que no es una ciudad donde hay un peso mayor de arquitectura moderna, por las que quizá apetece menos viajar porque son ciudades más adocenadas, más vulgares y que no te aportan nada anímicamente. Sin embargo, Granada tiene una red de callejuelas, de barrios en los que apetece moverte, entrar en un bar, salir, curiosear, imaginar… eso es lo que ofrece. Ya lo decían los viajeros románticos del siglo XIX cuando hacían loas a la ciudad. Granada siempre ha tenido un predicamento entre los viajeros.

-¿Cómo es el público granadino? 

-El público de Granada es como el andaluz, muy cálido, muy entregado. A poquito que noten tus ganas y tu energía se entrega a fondo. Es un público muy generoso.

-Haciendo referencia al nombre de su último disco, ¿cómo se mantiene un día intacto? 

-A veces hay que hacer un esfuerzo. Si se puede, huyendo de la rutina, y si no, pues buscando pequeñas parcelas a lo largo del día para distraerse un poco y darse, lo que yo llamo, vacaciones de uno mismo. Hay personas que lo hacen saliendo a la calle un momento a fumar un cigarro, otras, leyendo un capítulo de un libro y otras, parando en un bar a ver a un amigo un rato. El día cuando despiertas está intacto. La opción más saludable y sana es empezarlo con un talante positivo, con ganas, con proyectos. Ese es el día intacto, el que tú te planteas con una buena predisposición, con pequeños o minúsculos planes… La pequeña zanahoria delante del burro.

-¿Cuántos días intactos tiene Manolo García? 

-Como todo el mundo, unos más intactos, otros menos. Algunos nada más empezar se estropean, intentas arreglarlos pero no hay manera. Los músicos somos como los zapateros o los conductores de autobús. En mi ánimo siempre hay esa curiosidad por que el día me aporte cosas, y eso ya me ayuda. Soy una persona curiosa por naturaleza, procuro no aburrirme nunca, siempre tengo planes, la curiosidad del viajero, un libro por releer o una pared que repintar. De hecho, me pongo ejercicios de distracción y me funciona. Es mi manera de huir de la rutina y el desanimo.

-La portada de este disco es muy sugerente, ¿qué significado tiene? 

-En primer lugar, tengo que decir que soy muy afín al movimiento surrealista. Un movimiento que a pesar de que es lejano en el tiempo, me gusta e interesa muchísimo porque entiendo que la vida y el mundo en el que vivimos son muy surrealistas y que a veces hay que tomárselos con mucho humor para no llorar y estar tocado. A partir de la idea del surrealismo, yo hago la portada de mi disco, mil componentes que entran ahí, como es el de la alimentación u otros, con lecturas variadas al gusto de cada uno. Pienso que es un error tener que comprar los alimentos fuera, ya que en una Península como la nuestra, con una variedad de climas y territorios tan alta, se puede cultivar de todo. Pero vivimos en un mundo donde no hacemos comida, nos dedicamos a hacer teléfonos móviles, televisores, estar metidos en internet todo el día… El porcentaje de labradores o ganaderos es ínfimo y, además, maltratado. Si eres un pequeño agricultor te lo ponen imposible para que, de este modo, abandones, esa es mi sensación. En mi portada hay algo de eso también. En esa propuesta surrealista en la que cada cual puede cortar y pegar. Piensa o imagínate lo que quieras y seguro que aciertas, porque es tu planteamiento.

-En el libreto del disco aparecen una serie de animales vinculados con electrodomésticos como una vaca en una balanza, un gallo en una sartén… 

-Sí, se trata de un juego visual y humorístico en el que me interesa estéticamente el pequeño impacto. Ver una plancha y unos pollitos encima te imaginas que en el instante siguiente la plancha los va a chafar. Es humor blanco, sin malicia. La idea es que cada uno se imagine lo que quiera. Es como cuando hago canciones. Cuando escribo mis letras me gusta tener un punto libre donde a veces invento mundos. En esa línea de surrealismo en la que también me meto cuando pinto, donde cada cual puede inventar y adecuar lo que ve a su imaginación y puede viajar, volar con su idea propia. No me gustan las canciones en las que se impone una historia facilísima, en la que todo está muy claro desde el primer párrafo. Chico quiere a chica, chico está muy triste porque no me dejes Maripili, no volveré a presionarte nunca más, aún te amo, no me abandones… Me aburre todo ese tipo de propuestas fáciles. Yo prefiero soltar globos sonda de colores que vuelen, que cada uno los mire o no, con una luz o con otra según le parezca bien.

-En algunos foros comentan que sus canciones no tienen una estructura, que son ideas sueltas y que no cuenta historias. ¿Cómo compone Manolo García? 

-Libremente. A la hora de escribir me dejo llevar. A veces corrijo, otras no. Aunque en general corrijo bastante, retoco, abandono la canción unos días, cambio una frase, alguna palabra. Ese es mi estilo. Mis canciones tienen un fondo, tienen mucho de mi escepticismo, de mi entrega, de mi visión del mundo. No soy yo, porque una canción no eres tú, pero si que hay pinceladas de tu pulso. Habrá gente que le guste más o menos, lo importante para mí es expresarme a mi manera, que yo disfrute con la canción, porque si yo disfruto, si yo estoy contento haciéndola, tengo alguna posibilidad de que alguien disfrute de ella igualmente. Tengo que ser sincero con las canciones. Mi forma de escribir es la mía, y después de haber hecho cinco discos en solitario y siete con El Último de la Fila, creo que no está mal. Podríamos decir a quienes piensen que mis canciones son sin estructura, que precisamente las canciones sin estructura funcionan y gustan a mucha gente. Aunque también lo respeto. En mis canciones siempre hay un estribillo, una lógica musical. Mi lógica musical, mis canciones son cantables en la medida que cada noche, en cada concierto, son cantadas todas, sean raras o no. Mis canciones pueden pecar de ilógicas, pero las hago así porque me aburre hacerlas lógicas.

-¿Qué le inspira? 

-El moverme, callejear, observar a la gente, vivir experiencias de una manera natural, vivir los días de una manera normal… Me inspira el cine, los libros, los museos, los cuadros, la gente, las conversaciones con los amigos, los periódicos, la indignación de un columnista contra los recortes… Me inspira todo. La vida, porque entiendo que soy un ciudadano como otro cualquiera y que mi única excepcionalidad, junto a otros artistas es tener ganas de comunicar.

-¿Qué tiene para usted la infancia, esa a la que tantas veces evoca? 

-Siempre he dicho que la infancia es la etapa más importante, porque es la que te marca. Es un poco tu patria, el tiempo en el que eres un ser inocente, un ser mágico. La infancia está llena de esas marcas indelebles que te van formando como persona. Para mí, haber pasado muchas temporadas desde muy pequeñito en zonas rurales, en pueblos con mis abuelos, me ha aportado mucho. Posteriormente me ha dado numerosas posibilidades y una cantidad de situaciones de tranquilidad, reposo, aire puro, que si no las tengo cerca las busco. Esos olores, esas sensaciones que cada vez son más difíciles de encontrar porque cada vez más el mundo rural está más lejos de nosotros, lo cual es un grandísimo error.

-¿Cuál es para Manolo García el mayor tesoro que tiene el día a día? 

-El tiempo, no hay otro. El tiempo bien llevado. A veces el mayor tesoro para mi, más que perder el tiempo, es ganarlo.

-¿Y eso cómo se hace? 

-Mi pequeño secreto, una vez uno tiene sus obligaciones hechas. Las cosas más simples. Poder tener una hora o media donde te abstraes del paso de los minutos. Esos momentos donde el reloj parece que no existe. Cuando puedes dar lo mejor de ti, es una buena situación. Cuando puedes hacer compañía o escuchar a alguien que necesita ser escuchado. Esos son los pequeños secretos de cómo vivir de un modo más confortable en la piel de uno mismo. Procurando dar las máximas alegrías a los demás y los mínimos disgustos.

-Todos amamos tan ciegamente alguna vez cuando amamos desesperadamente… ¡Qué gran verdad! 

-Bueno (risas), yo soy muy pequeño aún, no entiendo mucho de todo eso. Soy muy intuitivo, me muevo por instinto, tomo decisiones por intuición, a veces alocadamente, pero mi instinto me dice por ahí, y yo tiro por ahí. Entiendo que las cosas auténticas, las más apasionadas son desesperadas, son un magnifico e impagable viaje a la desesperada, a ciegas, pero que la pasión que sea, no solo la amorosa, te arrastra en esa dirección, y vas ciego y te tiras de cabeza. Esos son los viajes más auténticos. Cuando mides tus pasos, lo planeas, cuando elucubras ya no es tan ciega la cosa y ya no es tan sincera.

-Después de una operación de apendicitis de urgencia y una lumbalgia en mitad de la gira, ¿cómo se ve en el escenario? 

-Tengo que ir con más cuidado. Siempre he sido muy loco en el escenario, me he movido mucho y ahora cuando un médico te dice, «tómatelo con más clama porque puedes tener problemas graves», pues tienes que hacer caso. Ahora, para mí el escenario no es lo mismo que antes, es una nueva posibilidad, estoy más tranquilo, hago los conciertos más relajado, la gente sale contenta y eso me tranquiliza. Es verdad que en esta gira no corro, ni pego tantos saltos como antes, pero lo importante es sonar bien, que las canciones estén bien tocadas, la entrega, las ganas, no fingir. En los conciertos soy incapaz de fingir, salgo al escenario y soy feliz, me lo paso bien y eso la gente lo nota y lo agradece. Tampoco tiene ningún mérito porque es mi obligación.

-¿Qué hace que después de tantos conciertos en una gira no se sienta cansado? 

-Parece que sucede algo milagroso a la hora de salir y no entiendes cómo después de 40 o 60 conciertos en una gira sigues siendo feliz, te lo sigues pasando bien. No tengo ni idea. Supongo que es porque cada noche te ofreces a un público distinto, una energía renovada. La gente llega con ilusión, con ganas y eso me llega y me trasmite mucho. Luego, las canciones aunque parezcan las mismas son diferentes, las cantas distinto. Ayer tocaste la canción de un modo y hoy de otro, y aunque es la misma, los mismos arreglos, todo es diferente. Hoy es otro día, otra hora, otro momento y tu eres otro y la canción es otra. Pero salir al escenario, cinco minutos de nervios, sales, empiezas y sin darte cuenta han pasado dos horas. Eso es buena señal.

Fuente: Granada Hoy – ENLACE