MANOLO GARCÍA: «EL TÍTULO DE LEYENDA DEL ROCK SUENA A ESTAR DE SALIDA, Y YO QUIERO CONTINUAR»

Avalado por un éxito indiscutible en taquilla, el cantautor catalán ofrecerá el viernes y el sábado un doble concierto en Valladolid

Contesta el teléfono jovial y cercano, en el inicio de una gira de 33 conciertos en la que en 19 se ha colgado, casi desde el primer día, el cartel de ‘entradas agotadas’. Así fue en Valladolid, en el mes de noviembre, cuando en pocas horas derribó la taquilla. Fue necesario doblar la propuesta musical, y sus incondicionales también arrasaron con las nuevas localidades que se pusieron a la venta. Sobre el escenario del Miguel Delibes, el artista catalán promete para el viernes un Manolo García más reposado, más calmado, pero «con la misma ilusión por la música».

–Esa transformación de su música desde Los Rápidos, luego con Los Burros, El Último y ahora en solitario, ¿la calificaría más como una evolución o como una adaptación a la vida, al momento, a las circunstancias que nos tocan vivir a cada uno…?

–Realmente no, porque a mí me gusta mi oficio.

No me da vértigo, me da complacencia. Yo tenía una idea muy clara desde que era joven de querer desarrollar este oficio de la música, que para mí es estupendo. Así que vértigo ninguno.

Yo solo pretendo escribir música, escribir textos y cantarlos; y eso es una fuente de alegría para mí y para quienes me escuchan.

 

–Esa transformación de su música desde Los Rápidos, ¿la calificaría más como una evolución o como una adaptación a la vida?

–De algún modo el creador está sujeto a los vaivenes emocionales del instante. Nada es inamovible, el planeta gira y claro que eres otra persona y desarrollas otro tipo de música y de habilidades. Poco a poco vas tocando más el teclado, o la guitarra, vas modificando tu forma de componer y de tocar, y vas cambiando de compañeros. Tus gustos también varían, como tu manera de disfrutar y percibir la música.

–Y después de tanto tiempo, su último disco sale como un rayo… ¿cuánto de esfuerzo, cuánto de talento, cuánto de suerte componen las variables que forman la ecuación de este éxito?

–El porcentaje nadie podría darlo exacto, pero claro que hay un punto de suerte, una parte de trabajo, que puede ser más o menos certero. La suerte, el trabajo, las musas suman un triángulo que da un resultado muy variable.

«A mí las musas no me encuentran en el estudio; es en el día a día corriente donde me están esperando»

–Y esas musas, ¿dónde le encuentran?

–En el tiempo libre, en el día a día, en la vida más corriente, en las librerías, en los bancos de los parques, en los cines, en los paseos, en un pueblo de mar… Generalmente nunca en el estudio. Respeto esa vieja frase de Serrat de que las musas te encuentren trabajando, pero yo no funciono así. No estoy todo el tiempo con la guitarra, en el estudio; me gusta vivir una vida normal. En el día a día más corriente es donde están las musas esperándome.

-Así que es posible que alguna canción se haya esbozado en la servilleta de una cafetería o en el reverso de la cuenta de algún restaurante…

-Pues alguna ha surgido en un banco de un parque, hablando con una señora mayor con la que entablas una conversación, o con un camarero que te ha conocido y que te cuenta ‘x’ cosas… Yo soy bastante parlanchín y hablo con la gente. Eso no quiere decir que esté con un ‘cazacanciones’ esperando historias que me cuenten para escribir una canción. El comunicarte con los demás, el intercambiar un poco la emoción del día a día, del instante, te da cosas…

–¿Es ‘Geometría del rayo’ su disco más sereno, más íntimo?

–No lo sé, quizás es el momento de mi vida que más estoico puedo llegar a estar, que más relativizo y más tomo las cosas como vienen y no me enfurruño.

También es la edad, que evidentemente influye. Cuando eres más joven, quieres comerte el mundo, y a partir de un momento determinado, empiezas a darte cuenta de que bastante harás si consigues que el mundo no te coma a ti. Yo estoy en esta segunda parte de la historia, estoy tratando de que el mundo no me coma a mí pero de forma muy pacífica.

–Le han calificado de una leyenda del rock, ¿se siente así?

–No, las leyendas del rock siempre están rodeadas de una serie de datos apocalípticos, catastróficos, de desmesura… y yo soy un rockero fuera de esa norma, un rockero que lleva una vida bastante tranquila, sin darse nunca a los excesos que se pretenden de una estrella del rock. Obtener el título de leyenda es como si ya estuvieras un poco en el pasado, como de salida, y yo quiero continuar.

«Estoy en un momento de mi vida en la que intento que el mundo no me coma a mí»

–En todo caso, sería un rockero con mucho mestizaje…

–Sí, evidentemente, por ese eclecticismo que te decía antes. Cuando pinto escucho música de los 70, o me pongo un disco de fados que tengo que me encanta, o Tribalistas, cantautores, Silvio Rodríguez, Aute, que me gusta y lo estoy recuperando… Y el guitarreo me va muchísimo, y eso que yo no hago discos muy cañeros, pero sí que me encantan las bandas de los 70 que apretaban las guitarras, el rock sureño, los Rolling del principio, los Zepelin, Queen…

–En un momento de incertidumbres, de protestas callejeras, en el que cada vez se valora menos el esfuerzo y más la repercusión social de nuestros actos, apuesta por un disco dedicado a los que no pueden vivir sin arte…

–La vida desde el inicio de los tiempos es percepción, sentimientos, sensaciones…, somos seres vivos. Ahora vivimos en una sociedad que da mucho valor a lo superficial. Esa manera de pretender que los jóvenes funcionen de una manera superficial yo creo que es dañino para todos y para el futuro de ellos, porque no se profundiza en las cosas importantes de la vida, en saber convivir con los demás, en dejar a un lado el ego y formar parte de una sociedad.

-Treinta años después, la canción Insurrección está más de actualidad que nunca. Han salido a la calle los pensionistas, las mujeres, los independentistas, los no independentistas… Aunque se tache a la población de aletargada, vemos cada día que en las calles fluyen corrientes de descontentos y reproches. Sin embargo, se echa de menos un colectivo que históricamente ha estado ligado a la crítica social como es el de los artistas, poetas, escritores…

-Cada caso es diferente. Hay gente que se implica más, gente que se implica menos, hay personas que no tienen ningún interés, otras que sí tienen todo el interés, y en su día a día se va dejando ver. No puedes exigir a nadie que se implique si no le sale de dentro, de un fondo de un interior propio. La gente no está tan aletargada, aunque a veces se pretende aletargar -no tengo ni idea desde dónde-, pero hay ese punto de que todo es guay, todo está muy bien: tenemos fútbol, internet y móviles, somos todos felices y vivimos en un mundo estupendo…. Bueno, muy bien, pero cuando algo es objetivamente injusto, que la gente pacíficamente se eche a la calle me parece correctísimo. En una democracia ese es el juego.

–¿En los últimos meses las preguntas sobre su opinión en Cataluña ya son más habituales que la recurrente interpelación sobre un posible regreso de El Último?

–A veces sí, a veces no. No es un tema que salga siempre. Sobre el tema político en Cataluña, cuando me preguntan siempre respondo lo mismo, porque creo que es la única respuesta que puedo dar: la solución está en el diálogo político.

–Poeta, músico, cantante, pintor… ¿es posible entender al artista sin alguna de estas facetas?

–Yo soy músico, mi oficio es la música y lo que sí es cierto es que en mi pretensión musical hay una carga importante en cuanto al texto. Si hay una parte poética, bienvenida sea. No diré que no la busco, naturalmente que la busco, aunque luego el resultado puede llegar a ser más incierto. De una manera más genérica soy compositor, soy músico.

«Sobre la situación en Cataluña siempre respondo lo mismo, la solución está en el diálogo político»

–En la última semana ha surgido una campaña en contra del concierto de Maluma en Palencia. ¿Cree en la libertad de expresión por encima de todo?

–Prohibir, prohibir, no sé. Soy más partidario de concienciar de que ese tipo de textos son muy dañinos. Me parece importante esa labor didáctica, porque ese tipo de mensajes pueden calar de forma perniciosa entre los jóvenes. Todo es susceptible de ser revisado y, por suerte, las cosas están cambiando y el cambio es estupendo. Pero hay temas que hay que pararlos ya, como las muertes de mujeres por malos tratos. Vamos a buscar poesía en la vida, en la música, en las relaciones entre las personas; vamos a amarnos de forma dulce, sin constreñirse con eso de yo soy tuyo y tú eres mío.

Fuente: Liliana Martinez Colondron – El Norte de Castilla – ENLACE
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