El Último de la Fila: Un año de Rock 1991

Algo extraño sucede, hay una especie de consenso por parte de la critica: caen bien, son gente sencilla, han trabajado duro, dedican sus discos a causas nobles como la ecología… además, su música es excelente, tanto en disco como en directo.

La suya es la historia del triunfo a base del trabajo serio, constante y honesto de dos chicos que siempre han creído en lo que hacían. ¿Qué con eso han perdido su ingenuidad, su inocencia? Seguro, pero quizá sea ese el precio. A cambio, están sobrados de experiencia, astucia, profesionalidad, sin perder sensibilidad, capacidad de emocionarse y de emocionar al público. Han sido años difíciles, pero ha merecido la pena, y el fruto es una serie de canciones irrepetibles…

Ahora son «viejos zorros», no aceptan ningún tipo de manipulación, lo controlan absolutamente todo: producción, marketing, promoción, incluso ha creado su propia compañía de discos -PERRO Records-, que sólo editara discos de El Último de la Fila, al menos por el momento. Pero, ¿es lógico ese miedo a que alguien pueda manejar el grupo a su antojo? Sea lo que sea, ellos tienen la última palabra, y no sólo la última.

Creo que hay dos momentos clave en la carrera de El Último de la Fila, si bien cuando ambos ocurrieron el grupo estaba ya más que consolidado en España. Las ventas de su disco «Como la cabeza al sombrero» lo demostraban. El primero fue su participación en el concierto de Amnistía Internacional el 10 de septiembre de 1988 en Barcelona: nunca habían actuado ante tanta gente, pero fueron uno mas entre los monstruos de la talla de Bruce Springsteen o Sting. El segundo, los conciertos de Madrid, del 3 al 8 de febrero de 1989. Por un lado, la calidad: ofrecieron una serie de conciertos magníficos, en los que probaron que son uno de los mejores grupos españoles. Por otro, el éxito de público: llenaron el Pabellón de Deportes del Real Madrid durante seis noches consecutivas. En tercer lugar, consiguieron tener a toda la critica de Madrid a sus pies; durante unos días la créme de los medios de comunicación no hablo de otra cosa. Por último, esos ya legendarios días de concierto se convirtieron en un desfile de casas discográficas. Todos los ejecutivos se turnaban para elogiar al grupo e intentar obtener el ansiado contrato. Sin embargo, Manolo y Quimi lo tenían claro.

Últimamente se muestran muy concienciados con los problemas de la naturaleza. A la entrada de sus conciertos se pueden ver stands en los que se recogen fondos para ayudar a distintos grupos ecologistas; además, Manolo, desde el escenario, anima al publico a colaborar con ellos. No contentos con esto, han querido utilizar como soporte sus discos para dejar espacio a veinte organizaciones: Amnistía Internacional, Greenpeace, y una serie de asociaciones ecologistas de toda España. Junto a ellas, se puede leer una frase: «feliz el que, alejado de negocios, como en remoto tiempo de los mortales, paternos campos con sus bueyes ara y no rinde a la usura vasallaje».

¿Aspiraciones utópicas? El grupo ha manifestado interés por darse a conocer más allá de nuestras fronteras. De hecho, han emprendido ya su «aventura europea», y no olvidemos su participación, junto a Camarón y Ketama, en la noche española del New Music Seminar en Nueva York. En principio la música de El Último de la Fila debería de cuajar en el extranjero: raíces latinas, influencias de pop y rock, todo con un toque muy personal. Sin embargo, el problema son las letras. Por eso han grabado el nuevo disco en inglés, «Nuevo Pequeño Catalogo de Seres y Estares». Para mí no hay duda: y es que una cosa es ser El Último de la Fila y otra muy distinta estar el último de la fila. En algunos países todavía no lo han comprendido. Alguien tendrá que explicárselo.

Fotos aportadas por Marco Jiménez – Artículo de Mónica Navarro en Un Año de Rock 1991