Reivindicando a Manolo García

a algunos les dejaron de molar. Eso les ha ocurrido a muchísimas bandas, les está ocurriendo ahora a otras y les ocurrirá a muchas en el futuro.

Lo popular, lo masivo, ya no mola. Pero Manolo García era el mismo tipo comprometido con causas sociales, sin cortarse un pelo a la hora de contestar a preguntas comprometidas. En su carrera en solitario jugó con ventaja. El que sacaba disco era el cantante de El Último de la Fila y la campaña de marketing ya estaba hecha.

Sus disco coparon el número 1 en las listas de ventas, sus giras se llenaron de público como cuando estaba con El Último de la Fila. Y Manolo García seguía siendo un artista con un discurso claro, sincero y que no había cambiado nada.

Todo esto viene a cuenta porque el sábado estuvo en Gijón, a la que le tocó la suerte de ser una de las ocho ciudades en las que recala la primera parte de la gira del disco Todo es ahora. Creo que en este país solo él puede permitirse un alarde de producción como el de estos conciertos, espectacular por poner un calificativo suave, y tener encima del escenario a músicos norteamericanos de tal nivel como los que le acompañan en la primera parte de estos conciertos.

Simplemente por disfrutar de estos músicos con ese currículo mereció la pena rascarse el bolsillo y disfrutar del espectáculo. Allí estaban Gerry Leonard, guitarrista irlandés que trabajó con David Bowie en Heathen y Reality, también hizo la gira de estos dos discos, y The Next Day; detrás de él, a la batería, Zach Alford, con un currículo en el que destacan también David Bowie, Bruce Springsteen o Billy Joel; y al otro lado otro excelso guitarrista, Mark Goldenberg (Jackson Browne, Eels, Chris Isaac, Bonnie Raitt, Willy Nelson). Cierra este cuarteto Jack Daley, bajista de Lenny Kravitz durante 15 años y colaborador de decenas de artistas de primera fila.

Y claro, con ese plantel de primeros espadas no me extrañó del sonido que desgranó Manolo García, a quien vimos coger la guitarra eléctrica en alguna canción, fuera soberbio en un espacio tan difícil de sonorizar como el Palacio de Deportes de La Guía.

Quien se lo perdió y esté leyendo esto quizás se esté mordiendo las uñas. La ocasión era casi única. Y sí, en su última reinvención, Manolo García ha dado una vuelta de tuerca a la propuesta que había mostrado hasta su disco anterior. El repertorio que desgranó casi que dio lo mismo; sí, hizo ‘Insurrección’ y ‘Son cuatro días’, y los clásicos de su etapa en solitario.

Fuente: La Escena – Víctor R. Villar – Jose Castellano – ENLACE