Los Rápidos, como el primer día

Los músicos Manolo García y Quimi Portet han reunido a los amigos con los que un día de 1981 formaron Los Rápidos. La banda, integrada en diferentes momentos por Josep Lluis Pérez, el cartagenero Antonio Fidel, Luis Visiers y Esteban Martín Hirschfeld, recibió su nombre por la rapidez con la que obtuvieron un contrato y sacaron su primer disco. Sin embargo, las maquetas que debían dar paso al segundo fueron rechazadas. Tan rápido se juntaron como se volvieron a separar.

Han tenido que pasar 35 años y muchas cosas para que Los Rápidos saquen un nuevo trabajo, ‘Piensos luegoexisto’, y visto en perspectiva casi hay que agradecer que algún cafre encorbatado les cerrara la puerta; por un lado, porque con ello se desencadenó la aparición de Los Burros y poco después la de El Último de la Fila, y por otro, porque aquel segundo disco de Los Rápidos que no llegó a ver la luz cuando le correspondía ha sido la chispa de este benéfico reencuentro. Siempre aparece un Gollum cuando hace falta.

Para rematar la faena, quizá como muestra de una incontenible necesidad de divertirse juntos y de contactar con las células durmientes de aquellos tiempos, Portet y García han conformado con sus manitas  una caja de cinco CD’s que incluye el primer disco de Los Rápidos, versiones de las canciones de Los Burros y el directo de la última gira de El Último de la Fila, documento sonoro que dormía en unas cintas guardadas en un garaje, como un buen vino que espera la mejor ocasión para ser degustado. A la fiesta se han unido otros viejos conocidos de la banda como Nacho Lesko, Pedro Javier González y Ángel Celada.

Los Rápidos nacieron en los albores de los años 80 pero se separaron pronto, como ya he dicho. Unas pocas cabriolas después, una parte de sus componentes se agarró de nuevo a la misma cuerda, la de Los Burros, y con ella aportaron otro pequeño lote de canciones imprescindibles. Corría el año 1983. El círculo debía cerrarlo un nuevo experimento, El Último de la Fila, grupo que sí pudo llegar a eso que llaman ‘el gran público’ con unos cuantos éxitos, pero que sobre todo reclutó un buen número de fieles gracias a gran cantidad de temas menos exitosos pero aún mejores. Yo tuve la suerte de dar brincos en el que resultó ser su último concierto -Cartagena, 1995-, aunque obviamente esa noche no lo sabíamos.

En estos días inciertos me cuesta creer; por eso valoro la frescura y la sinceridad en todos los ámbitos, también en la música

El Último de la Fila se separó oficialmente en enero de 1998 y para los que les seguíamos –aquí hablo por tod@s, permítanme-, fue un jarro de agua fría. Luego Manolo y Quimi, Quimi y Manolo, tomaron sus respectivos caminos y han dado grandes frutos musicales, pero se les ha añorado por el halo especial que desprendía –y desprende- la suma de los dos. Y ahora compruebo con sorpresa que he echado tanto de menos a El Último de la Fila, que no me había dado cuenta de lo que me gustan Los Rápidos. Por eso, si he de poner una pega, diré que su disco ‘Piensos luegoexisto’ merecía un tratamiento individualizado; debió salir él solo –me parece increíble estar criticando que Manolo, Quimi y compañía hayan decidido regalarnos cinco discos de golpe, después de tantos años esperando algo así-.

Desde el primer acorde de ‘Piensos luegoexisto’, entre otras muchas cualidades, Los Rápidos desprenden frescura y sinceridad, virtudes que cuesta mucho encontrar hoy en día, y no me refiero solo a la música. Vivimos momentos en los que todo se ha ‘cartompiedrizado’, como los decorados de pueblo andaluz con los que los lugareños tapaban sus casas de piedra en ‘Bienvenido Míster Marshall’. Todo se ha banalizado y todo se barniza hoy como en un plató de televisión, desde la música hasta la política. Mucho ‘make up’.

En estos tiempos me cuesta creer, porque en ocasiones canta demasiado la mentira descarada, y la manipulación, y la estratagema, y la doble intención, y el márquetin, y la publicidad mal entendida, aquella que no cuenta las virtudes sino que se las inventa. En el panorama político, por ejemplo, se ponen calificativos grandilocuentes a la etapa que vivimos pero yo no me los creo, porque las grandes cosas hay que verbalizarlas menos y practicarlas más. Los que han de calificar nuestro tiempo y nuestros actos lo harán en el futuro, no pueden hacerlo en el presente sus propios protagonistas. Es la arrogancia tan propia de los humanos, siempre pensando que somos la última pepsicola del desierto. También en la música actual hay quien cree que ha inventado la rueda… Por eso en estos días inciertos me cuesta mucho creer, y por eso valoro tanto la frescura y la sinceridad en todos los ámbitos, también en la música.

Recibir el baño de sencillez, frescura y sinceridad de Los Rápidos ha sido revitalizador. Este grupo de músicos que ya peinan canas se ha expresado hoy tal y como lo hicieron en 1981, curiosamente en otra etapa de la historia política y social de nuestro país a la que a menudo se remite para compararla con la actual. Lo reconozco: soy de los que a la mínima se alistan al derrotado ejército del ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’. Sólo me borran esa idea pequeñas cosas sencillas, como que Los Rápidos han sacado un nuevo disco 35 años después. Un disco fresco y sincero que suena como el primero.

Fuente: El Diario.es – Pedro Serrano Sola – ENLACE

Vídeo: ‘Confusión’, de Los Rápidos, tema incluído en su disco ‘Piensos luegoexisto’ (2015).