La música en Internet ya hace caja. «Por Spotify se percibe una mierda», lamenta Manolo García

Las ventas digitales superan por primera vez en España al soporte físico. El ‘streaming’ acaba con los cedés.

Hagan la prueba de buscar un disco en una gran superficie. Con suerte, arrinconado en la sección de bazar, un estante que acumula polvo contiene los diez álbumes más vendidos y un puñado de recopilatorios a precio de saldo. En los antaño paraísos comerciales de la cultura la situación no es menos halagüeña. La FNAC cada vez reduce más el espacio para la música y amplía el de la electrónica, asemejándose casi a un Media Markt. Más ‘hardware’ y menos ‘software’.

No. La música ya no se puede representar con la funda de un cedé. Más bien habría que elegir el botón verde con tres ondas sonoras que se multiplica en los teléfonos móviles y tabletas. Spotify permite escuchar canciones sueltas de nuestros artistas favoritos o sus álbumes enteros. Todo en ‘streaming’, es decir, reproduciendo un archivo en internet sin necesidad de descargarlo. Y gratis, aunque el peaje a pagar es la publicidad entre canciones. Si somos suscriptores ‘premium’ -10 euros al mes- desaparecen los anuncios y obtenemos privilegios como disfrutar de nuestras listas de canciones sin necesidad de estar conectado a la Red.

El ‘streaming’ se ha convertido en la forma favorita de escuchar música de los españoles y en el salvavidas de una industria agónica que venía contemplando con pavor cómo sus ingresos caían en picado: más del 80% desde 2001. Este año, la venta acumulada a lo largo de los seis primeros meses sube un 11% respecto al mismo periodo del año pasado. Y todo gracias al ‘streaming’, como demuestra el hecho de que las 100 canciones más escuchadas de esta manera suman al final del primer semestre más de 30 millones de escuchas semanales, el triple que hace dos años.

Un dato histórico: el mercado digital ya representa el 54% del total del sector. Por primera vez, hay más gente que escucha a Alejandro Sanz o David Guetta en Spotify o plataformas como Deezer, Napster, Tidal o YouTube que en un cedé. Es «una tabla de salvación», en palabras de Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, la asociación que representa a la industria de la música grabada en España.

«Que se consolide este segmento y tenga un crecimiento de casi el 40% es una muy buena noticia. Se invierte la tendencia, aunque todavía estamos lejos de las cifras en las que deberíamos estar o de las que pretendemos que llegue a ser este sector». En realidad, el ‘streaming’ es la única forma de consumir música que sube. La venta de vinilos y cedés cae un 5%. Las descargas de álbumes y canciones, que parecían el futuro, también descienden casi el 4%. «Son un fenómeno en extinción, algo que se va a convertir en residual. iTunes no va a ser la alternativa», constata Guisasola.

La llegada de un nuevo competidor al mercado, Apple Music, demuestra que el internauta cada vez está más habituado a pagar por los contenidos. Los millones de usuarios de los dispositivos Apple cuentan ya con esta plataforma que solo tiene una versión ‘premium’. «Apple sale con un servicio de pago porque a la gente ya no hay que explicarle qué es eso, asumen que hay servicios que no son gratis y pagan con normalidad. Lo único que haría falta sería acabar con la impunidad de los contenidos gratuitos», apuntan desde Promusicae.

2014 fue el primer año con un balance positivo para la industria musical tras más de una década en números rojos. La crisis y, sobre todo, la piratería acabó con discográficas, tiendas y músicos que ven en los conciertos casi la única fuente de ingresos. Spotify ha resultado más eficaz contra la piratería que la acción de los jueces y la Administración. ¿Para qué complicarse la vida descargándose peligrosos archivos en mil páginas ilegales teniéndolo todo a un clic?

«Más que la música en streaming, yo hablaría del esfuerzo de la industria en buscar un sistema que acalle las quejas de hace diez años, cuando se decía que no había oferta legal y uno no podía elegir qué canción escuchar», precisa Antonio Guisasola, quien sigue pensando que la mejor manera de luchar con la piratería es «acabar con las páginas que dan acceso, que no son tantas». «Está demostrado que cuando se toman medidas los mercados suben».

Spotify no es la panacea. La empresa sueca presume de 75 millones de usuarios activos en todo el mundo, 20 de los cuales son de pago. Como tantas empresas de internet, su modelo de negocio todavía no está claro. Los Beatles, AC/DC, Taylor Swift o El Último de la Fila se han negado a figurar en su catálogo. «Por Spotify se percibe una mierda», lamentaba Manolo García en una entrevista. «En los últimos tiempos hemos hecho un embudo en el que los discos físicos tienen que ir desapareciendo en favor del digital. Un plan perfecto para que cuatro grupos empresariales en el mundo, las plataformas digitales, se forren. Tienen todo el capital discográfico del planeta y el disco físico cada vez tiene menor presencia. Esto supone que miles de empleados se vayan al paro».

Desde Promusicae reconocen que las cifras de clientes de las plataformas en ‘streaming’ «no son tan brillantes» como las de países vecinos, donde la piratería no ha causado estragos.

¿Llegará el día en que no haya discos en las tiendas? «Lo bueno de la música digital es que hay un modelo para cada usuario», tranquilizan las discográficas. «El soporte físico será cada vez más reducido, pero habrá gente tan vinculada a un artista que seguirá comprando vinilos, cuya venta sigue creciendo».

Fuente: Diario Vasco – ENLACE – OSKAR BELATEGUI