Lo que el viento no se llevará. El Último de la fila en Studio54

El último de la Fila:Manolo García, voz; Quimi Portet, guitarra y armónica; Quim, Benítez, batería; Sergi Riera, bajo; Marc Grau, guitarras eléctrica y acústica; Juan Carlos García, teclados y percusión; Rocío, Manoli y Graciela, palmas y baile.Sonorización: Triple Ona. Técnico de sonido: Toni Puig. Técnico de luces: Keith Yetton.

Lugar: Studio 54, Barcelona. 5 de junio.

Volaron a la altura de sus bien amadas águilas. Auténticas águilas reales. Juro que ni sus más viejos conocidos recordaban algo similar, y conste que estamos hablando de un grupo que arrastra la gloriosa fama de poseer uno de los mejores directos que jamás se hayan visto por estos pagos. Para los propios músicos -y doy fe de que se trata de gente con un alto grado de autoexigencia- fue el mejor concierto que han trenzado en su carrera. Para los asistentes, también.Si existe alguna grabación total o parcial, legal o pirata, tiene que terminar en disco, aunque sea abriendo una suscripción.

Tiene su morbo pensar que, como dijera el propio Manolo García desde el escenario, aquello seguramente sólo lo podrían gozar los presentes, que no se estaba filmando ni grabando.

Entramos en materia con un espeluznante Soy un accidente casi a pelo, y ya no habría modo de descolgarse de un magistral concierto en el que se vivieron momentos que parecían -estar bajo la advocación de la mismísima Oum Kalsoum. Literalmente fantástico. Pasan las horas y no me acostumbro, entre otras cosas porque no es nada usual que unos músicos lleguen a tensar tanto su comunión con la audiencia.

Fue una noche extraordinaria. Tenían compás hasta los silencios que cantó Manolo. Cruzaron los aires bravos y olés mientras las palmas echaban humo, desde el primer arranque de García hasta la esperada dosis de Jamón de mono con que nos despidió Quimi Portet. Desde TV, Ruta del sur o Números pares a Las palabras son cansancio, todo sonó nuevo y bello. Belleza en la forma y en el fondo (el repertorio creado por García Portet es de una amplitud y calidad insólitas), bella entrega de toda la banda y hermosa música la que crearon. Un sonido que, en líneas generales, estuvo a la altura que merecía el arte desplegado, un público que ya sólo atinaba a intercambiar miradas de perplejidad en pleno trance. No hay palabras para contarlo. Palabras que son cansancio. Conste sólo, para los efectos que convengan, que un par largo de miles de personas vivimos la otra noche un concierto histórico.

Fuente: El País – Mingus B. Formentor – ENLACE